La última agresión ocurrió ayer por la tarde en las inmediaciones de la estación central de colectivos, un blanco emblemático por ser un lugar concurrido y bullicioso. Una mujer de 70 años resultó herida de gravedad al ser apuñalada por un árabe, abatido segundos después por un agente de la Policía de Fronteras que se encontraba en el lugar de los hechos.
Éste fue el segundo ataque de estas características ya que, horas antes, fuerzas israelíes frustraron otro que iba a cometer un palestino con una navaja en la Puerta de Damasco, uno de los principales accesos a la ciudadela amurallada de Jerusalén, en la parte este de la ciudad. El agresor fue tiroteado y murió tras intentar apuñalar a un agente israelí. El incidente dejó además a un transeúnte herido por disparos, que fue trasladado a un hospital, y a un turista herido leve, que fue atendido en el lugar de los hechos.
Con estos dos últimos fallecidos, son 34 los palestinos muertos en la ola de violencia que sacude la región desde el 1 de octubre, al menos trece de ellos autores de ataques en los que han sido asesinados un total de siete israelíes, en su mayoría por arma blanca.
Los ataques de ayer elevan a doce la cifra de los ocurridos en Jerusalén en tan sólo dos semanas, una tendencia que llevó al Gobierno de Benjamín Netanyahu a aprobar medidas extraordinarias para frenar la ola de acuchillamientos.
Algunas de las decisiones empezaron a ejecutarse ayer mismo, como el cierre o bloqueo por parte de las fuerzas de seguridad de los principales accesos a los barrios palestinos considerados más conflictivos.
A primera hora de la tarde llegaban al barrio de Yabel Mukaber, en el sureste de la ciudad y hogar de cuatro de los atacantes de los últimos días, grúas y camiones cargados con enormes bloques de hormigón para impedir o ralentizar el tránsito.
Vecinos y curiosos miraban cómo los operarios, escoltados por unidades de la Guardia de Fronteras, cerraban varios accesos al barrio y empezaban a pedir la identificación a quienes quería salir de éste.
"Esto se va a convertir en un lugar como (el campo de refugiados de) Shuafat: habrá disturbios continuos", advirtió en declaraciones Hasan Abdo, uno de los residentes, que añadió que "cerrar los barrios palestinos no es una solución: calentará los ánimos y empeorará la situación".
Mohamed, otro vecino, recordó que no sólo muchos residentes de Yabel Mukaber trabajan en el oeste de la ciudad, sino que, además, cerca del ochenta por ciento de la población es religiosa, por lo que "al menos cada viernes van a la Ciudad Vieja para rezar en Al Aqsa". Al cierre o cerco a algunos de los barrios palestinos se unió también el despliegue de tropas del Ejército en apoyo de las policiales en varias ciudades del país, y otras medidas, como la demolición inmediata de las viviendas de las familias de los atacantes, que podrían sembrar la semilla de nuevos disturbios en el futuro. Así, entre otras cosas, los cuerpos de los palestinos autores de los ataques contra israelíes abatidos por las fuerzas de seguridad no serán entregados a sus familias y se suavizarán las reglas de portación de armas.
Al respecto, el presidente palestino, Mahmud Abás (Abu Mazen), acusó a Israel de intensificar sus acciones violentas y "ejecuciones sobre el terreno contra palestinos indefensos".
"La escalada israelí tiene por objeto encender las llamas de un conflicto religioso no sólo en la región, sino en todo el mundo", afirmó Abás, antes de recalcar: "No dejaremos que prospere ningún plan israelí en relación con Jerusalén o la mezquita de Al Aqsa". "No vamos a atacar a nadie y no aceptaremos nunca ningún ataque contra nosotros. Hemos informado al mundo que no aceptaremos la continuación de la actual situación y no nos rendiremos ante la política de ocupación y de agresión", subrayó.
Agencias EFE, AFP, Reuters, ANSA y DPA, y Ámbito Financiero |
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