Los vendedores ambulantes coparon las calles cercanas a la Plaza de Mayo, pero no tuvieron el éxito que esperaban.
Parrillas llenas. Los puesteros no tuvieron el caudal de ventas que ansiaban y terminaron la jornada con rebajas en los precios.
Atraídos por la promesa de una convocatoria multitudinaria, un gran número de vendedores ambulantes acomodaron sus puestos en las cercanías de la Plaza de Mayo. Sin embargo, la realidad no cumplió con sus expectativas. Una vez concluida la marcha, la mayoría quedó disconforme con las ventas del día y ni siquiera las rebajas de precios de último momento ayudaron a disminuir el stock de mercadería.
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A lo largo de Avenida de Mayo, decenas de parrillas se instalaron de manera improvisada para ofrecer los típicos choripanes y hamburguesas, ambas opciones a $50. En algunos casos, también se implementó la bondiola (a $80). "No se vendió casi nada. Me quedó la parrilla llena. En la época de Cristina, en las marchas salía todo", contó un joven señalando unos 30 chorizos cocidos sobre las brasas, cuando la multitud comenzaba a abandonar el centro. "Los fines de semana voy a las canchas de fútbol y ahí se vende más", agregó. En un puesto cercano al Cabildo, cuyos alrededores estaban quedando vacíos, un hombre que trabajaba con su familia ofrecía una "promoción": los choripanes a $40. "Estuvo muy flojo la verdad. La gente que viene a este tipo de marchas se trae la comida desde la casa o directamente no come acá", resumió.
La oferta gastronómica no se limitó sólo a choripanes y hamburguesas. Algo más de éxito tuvieron unas empanadas fritas hechas en el momento. Mientras uno de los encargados atendía el puesto, otro hacía el repulgue y las echaba a la olla en ebullición: costaban $15. Más económicos resultaban los "pastelitos caseros", que una mujer vendía en una canasta a $10. Lógicamente, abundaron los vendedores de bebidas: "Tres cervezas $100", gritaba un hombre al lado de un tambor lleno de hielo y latas. Sin embargo, los asistentes a la marcha también fueron bien pertrechados en el rubro alcohol. Una vez terminado el acto, la calle quedó sembrada por cajas y botellas de vino, así como de envases de fernet y cerveza.
No faltó el "merchandising". En mantas sobre la vereda o colgadas de sogas atadas de poste a poste, una vendedora ofrecía remeras con imágenes de Evita, Perón, Cristina y el Che Guevara, entre otros, a $150. Si bien varios curiosos se detenían a mirar los modelos, fueron muy pocos los que terminaron comprando algo. En el mismo lugar se ofertaban fundas para termos con logos similares, a $100.
Si los choripanes y las remeras no tuvieron el éxito esperado, lógico resultó que nadie comprara un juguete en medio de la manifestación. "No vendí ni un Spiner. Me sobraron de las vacaciones de invierno y me pegué una vuelta a ver si salía algo. Pero no tuve suerte. No hay plata, eso es lo que pasa", contó. El trompo, que está de moda entre los chicos, costaba $80. No le fue mucho mejor a una joven que vendía gorros de lana y colitas para el pelo, que se fue prácticamente con todos los productos con los que había llegado.
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