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Otra vez se equivocó el FMI
Esta excelente performance de la economía británica también es un "cachetazo" para Paul Krugman y otros economistas que pronosticaban un futuro aún más sombrío que el FMI. La cruzada de Krugman en contra de las políticas del Gobierno conservador de David Cameron comenzó en octubre de 2010 y se fue intensificando con el paso del tiempo. "Víctima de la moda", fue el título de un artículo que publicó en el New York Times en octubre de ese año, en el que alertó que el plan de reducción de gasto público que proponía Cameron empujaría a la economía británica al estancamiento. Pocos meses después declaró que Inglaterra era evidencia de que la austeridad fiscal no era la manera de enfrentar la crisis, sino que había que aumentar el gasto público. Según Krugman, el plan de Cameron se basaba en la creencia de que el "hada de la confianza arreglaría todo. "Pocos meses después aseguró que la performance de la economía inglesa bajo el Gobierno conservador había sido peor que durante la crisis del treinta. En abril de 2012, se burló de sus "notables logros" y aseguró que Gran Bretaña continuaría en "una espiral de austeridad letal y autodestructiva". Pocos meses después, en una conferencia en Londres, volvió a criticar duramente la política de Cameron y calificó a su política de "insensata". Según el Nobel de Economía, era una política "que nunca ha funcionado, que está basada en una noción de la prudencia que es totalmente contraria a toda la evidencia disponible". A fines de 2013, cuando la economía inglesa mostraba obvios signos de dinamismo, Krugman se negó a admitir que quizás se había equivocado y dobló la apuesta: acusó a Osborne de imitar a "Los tres chiflados". Hace ya varios meses que no escribe sobre el tema. En cambio, utiliza su prosa incisiva para defender la tesis de su protegé, el economista francés Thomas Piketty.
No se trata de criticar a Krugman, sino entender por qué, pese a todos los pronósticos agoreros (y algunos apocalípticos), la economía del Reino Unido hoy es una de las más dinámicas de Europa. Parte de la respuesta hay que buscarla en un informe de la consultora Ernst & Young publicado días atrás. Según este informe, Gran Bretaña ha desplazado a Alemania del primer lugar en Europa como recipiente de inversión extranjera directa. Otro dato notable es que a nivel globalhoy es sólo superada por los BRICS y por Estados Unidos. Obviamente, este flujo de inversiones contribuyó decisivamente a la recuperación económica. Ernst & Young destaca que la solidez y la estabilidad de la economía y el marco institucional del Reino Unido son los factores claves que explican este extraordinario desempeño. Otros atributos que atraen a los inversores son la calidad de vida, la calidad de la infraestructura de comunicaciones y tecnología y la estabilidad social.
Además, como destaca esta semana Jeremy Warner en el Daily Telegraph, Gran Bretaña hoy tiene la tasa de Impuesto a las Ganancias más baja de Europa (20%) y una de las más bajas del G-20. Como explica Warner, el Gobierno también adoptó medidas que facilitan el planeamiento impositivo de las empresas, ya que establecen un marco de estabilidad que ofrecen muy pocos países en el mundo. Todo esto contribuye a aumentar la competitividad del sector privado inglés.
Por más que nos cueste (ya que se ha demonizado todo lo que está relacionado con el Reino Unido), podemos sacar de todo esto algunas valiosas lecciones para la Argentina. Para crecer es necesaria la inversión y para que haya inversión son necesarias la estabilidad en las reglas de juego, la seguridad jurídica, la previsibilidad impositiva, una infraestructura de alta calidad y una población bien educada. Los países que ignoran estas verdades elementales están condenados a la decadencia.
(*) El autor es profesor de finanzas en New York University y UCEMA y miembro del Consejo Académico de Fundación Libertad y Progreso.
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