La aparición de cuatro candidatos con volumen de votos obligó a Juan Manzur a acelerar la campaña y a una estrategia electoral contrarreloj que le permitió asegurarse un segundo mandato en Tucumán. Los guiños a tiempo hacia el kirchnerismo, la apuesta por la dispersión opositora y un trabajo full time de la maquinaria del aparato del PJ fueron las tres claves que le dieron al gobernador la llave para ganar con holgura.
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A inicios de año, el favorito era José Alperovich, antecesor y expadrino político de Manzur. El actual senador había sacudido el tablero local difundiendo en diciembre una foto con Cristina de Kirchner. Y Juan Manzur venía coqueteando por esas fechas con Alternativa Federal, tras haber organizado el acto central del 17 de octubre sin el ala K del peronismo. La expresidenta tiene una intención de voto cercana al 60% en la provincia, aseguran desde distintos sectores tucumanos.
Por eso, el gobernador barajó de nuevo y sacó a relucir aquellos (no tan) viejos tiempos en que había sido ministro de Cristina. Volvió a acercarse, a apelar a la nostalgia. El gesto final, más cercano, fue la bendición de la fórmula Fernández-Fernández, con un bonus track de la visita a Alberto en el sanatorio Otamendi de Buenos Aires mientras éste estuvo internado hace pocos días.
Justamente, ese encuentro no le cayó del todo bien a Cristina, en especial por su buen vínculo, amistoso, con Beatriz Rojkés, esposa de Alperovich. En algún modo, fue como un quiebre al pacto de neutralidad al que se había comprometido la expresidenta en la elección tucumana. Una neutralidad que se vio en toda la campaña, con esa sola excepción.
En términos localistas, Manzur inclinó a su favor la balanza del PJ tucumano. Corrió de la presidencia del partido a Rojkés obligándola a una larga licencia, para asumir él mismo en abril. Luego, comenzó un trabajo de seducción de los dirigentes territoriales, con acuerdos principalmente con los intendentes. Inclusive, Manzur logró imantar a Mario Leito, presidente de Atlético Tucumán y candidato a intendente capitalino, que respondía hasta entonces al exmandatario y actual senador. Así, Alperovich se vio vaciado en su estructura, y terminó sumando a las listas a su entorno más íntimo, incluida su hija Sara, candidata a legisladora por el Oeste. Además, Alperovich no tuvo acoples como sí los tuvo Manzur, con en un festival de boletas en el cuarto oscuro.
El voto opositor también se vio fragmentado. Silvia Elías de Pérez, representante de Cambiemos, no logró traccionar ese tercio que le hubiese permitido pelear la gobernación. En parte, por la aparición de Ricardo Bussi (Fuerza Republicana), quien volvió a postularse una vez más. Para la senadora radical, Bussi tiene un acuerdo histórico con el PJ para partir las intenciones antiperonistas. Inclusive, Manzur permitió en 2016 volver a habilitar las dobles candidaturas, polémicas, que le permitirán al hijo de Antonio Bussi (gobernador de facto en los setenta y elegido por voto popular en los noventa) acceder a la legislatura. Bussi figuraba dos veces en su papeleta: como gobernador y como primer legislador. Todos los cargos de relevancia de Fuerza Republicana para cargos ejecutivos tenían su eco para un lugar legislativo.
Asimismo, Elías de Pérez tuvo otra fuga menor hacía otra terminal radical, encabezada por Ariel García, a quien también cerca de la senadora acusaban de estar avalada por el mandatario provincial. Aún así, anoche la senadora se consolidaba en el segundo lugar, por debajo de Manzur.
El oficialismo, así, aseguró la continuidad de la fórmula Manzur – Osvaldo Jaldo, con un despliegue imponente de cartelería en toda la capital provincial; capital que representa un 40% del electorado.
En esa ciudad, además, el intendente Germán Alfaro medía mejor que su rival Mario Leito, de la lista de Manzur, pero podía verse afectado por un “arrastre hacia abajo” de la candidatura de Elías de Pérez. Por eso, el mismo sábado, a sabiendas de que su continuidad dependía en alto grado de un corte fenomenal de boletas, circulaban en San Miguel papeletas que mixturaban a Manzur con Alfaro. En definitiva, el intendente es de extracción peronista y fue en el pasado aliado de Manzur.
La batalla por la intendencia seguía abierta anoche, aunque Alfaro sacaba una luz de ventaja para obtener su propia reelección y garantizarle a Cambiemos la defensa de la capital, tras las derrotas de Córdoba y Paraná en manos del peronismo. Leito, presidente de Atlético Tucumán, lograba acortar distancias a las esperadas cuando lanzó su candidatura pero no le alcanzó para dar el golpe.
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