9 de enero 2001 - 00:00
"A mí me repugna ese cine americano"
A cinco años de ganar un Oscar por «El paciente inglés», la actriz francesa Juliette Binoche vuelve a perfilarse como candidata con la comedia «Chocolate», de Lasse Halström. Por ese film ya tiene una nominación a los Globos de Oro, la tradicional antesala del Oscar. Pero eso no es todo: mientras se prepara para otro film hollywoodense que dirigirá el brasileño Walter Salles («Estación Central»), Binoche protagoniza actualmente en Broadway «Traiciones», de Harold Pinter.
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Juliette Binoche: Después del Oscar, terminé diciendo no a muchas películas. Algo que no va conmigo es hacer elecciones profesionales a partir del miedo: del miedo a no tener dinero, del miedo a no ser más famosa. Entonces, decidí ir a Londres y hacer la obra «Naked». Fue una experiencia que a la vez me asustó y me gratificó. Precisaba un cambio así, poder decirme a mí misma: «Viste, estás volviendo al mundo real», principalmente después del Oscar. Y también hice tres films en Francia y uno en Austria. Fue volver a mis raíces, acaso por protección, regresar a un lugar que conozco.
P.: ¿Por qué resolvió hacer «Traiciones» de Harold Pinter?
J.B.: Es siempre muy difícil responder esa pregunta porque en mi trabajo el motivo viene de la intuición y no consigo definirlo bien. Una imagen que viene a mi mente es de cuando tenía 16 años. Está en una clase de arte dramático, estudiando «Birthday Party», de Pinter, en francés. Quedé con el deseo súbito de hacer una obra entera de Pinter en inglés. Sólo recordé aquel instante 20 años después, cuando fui invitada por el director David Laveaux para hacer una obra de Pinter. Y ahora creo más que nunca que un fuerte deseo interno puede abrir varias puertas.
P.: ¿Y cómo se siente ahora trabajando en inglés, especialmente con «Traiciones», en Broadway?
J.B.: Trabajar en otro idioma es siempre muy difícil. Pero siento mucho placer al hacerlo. Es algo totalmente liberador, porque se está aplastando la lengua materna, quebrando una tradición, buscando un nuevo espíritu, un nuevo paisaje. El crítico de «The New York Times» dijo que mi presencia en «Betrayal» es un error de casting, porque mi inglés no es perfecto. Bien, yo no olvidé ninguna palabra en escena. No puedo decir lo mismo de mis dos colegas americanos. (Risas).
P.: Luego de su temporada en Broadway, su primer proyecto cinematográfico será «The Assumption of a Virgin», dirigido por el brasile-ño Walter Salles. ¿Qué le parecen sus películas?
J.B.: Sólo vi «Estación Central» y fue suficiente para que le dijera sí. Es un film tremendo, conmovedor, bien construido. Personalmente, creo que Walter consigue mezclar en dosis exactas levedad con profundidad. Como usted puede ver, el guión todavía está en mi cartera. (Risas).
P.: ¿Por qué le atrae la historia de Lucrezia Buti?
J.B.: Mi madre es una enamorada del Renacimiento italiano. Recuerdo las dos semanas que pasé con ella en Roma, visitando museos sin parar. Quedé un poco trauma-tizada como para entrar en algún otro museo después de aquella temporada, sólo recuperé ese placer cuando me mudé a Londres. Yo siempre tuve pasión por Lucrezia y la imagen de ella me vino muchas veces a la cabeza cuando filmé aquella escena de «El paciente inglés» en que soy alzada para ver el mural de la iglesia.
P.: ¿Fue en esa época que nació el proyecto?
J.B.: Exacto. Carolyn, la mujer de Anthony Minghella, el director de «El paciente inglés», compró los derechos de la historia. Y quería que yo hiciera el papel. Cambiamos opiniones sobre quién podía dirigir la película y surgió Walter, hace casi dos años. Geoffrey Rush, Vanessa Readgrave y aquella chica de «Los muchachos no lloran», Chloe Sevigny, ya fueron seleccionados.
P.: Los cineastas y actores franceses que se precian se mantienen apartados del cine americano. ¿Cuál es su opinión?
J.B.: Encuentro cansadora toda esa estética Oliver Stone de imponerle cosas al público desde el comienzo.
Empieza la película indicándole al público cómo debe reaccionar, no le deja espacio para que juzgue por sí mismo. Me gustó mucho «Mientras estés conmigo», de Tim Robbins, hasta los minutos finales. Pero cuando mostraron la ejecución de Sean Penn, me perdieron como admiradora. Me pareció repugnante lo que hicieron.
No dejaron que el público respirara y sacara sus propias conclusiones.
P.: ¿Cómo ve, no sólo los films americanos, sino cualquier otra producción mun-dial que intenta ser manipuladora?
J.B.: Filmar es un arte colectivo, por eso se tiene que ser muy perspicaz y estar en sintonía con los propios sentimientos. Es muy fácil perder la integridad a causa de un paso en falso de otro.
Eso felizmente no ocurre con un músico o un pintor. Si no aciertan, la responsabilidad es de ellos. Recuerdo algo que me pasó con Peter Brook. Le propuse que dirigiera la adaptación de un libro que me gustó mucho, «Talking with Angels».Peter se interesó, pero cuando terminó de leer el libro sintió que iba a ser algo muy impactante para el público. Se debe invitar a la gente, no imponerle nada.
P.: Su primer gran film fue «Je Vous Salue Marie», de Jean-Luc Godard. ¿Aún está en contacto con él?
J.B.: Andaba con el proyecto de hacer una película sobre la Resistencia. En realidad, sobre un productor americano que va a Francia -la idea era de que fue Spielberg-para negociar los derechos de compra de la historia de Lucien Aubrac, y montarlo con actores ingleses.
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