Ulrich
Thomsen
(Zetterstrøm)
y Helena
Christensen
(Andrea):
dos a no
quererse en
«Allegro», de
Christoffer
Boe.
«Allegro» (id., Dinamarca, 2005; habl. en danés). Dir.: C Boe. Int.: U. Thomsen, H. Christensen, H. Moritzen, N. Bro y otros. PROYECCION EN DVD.
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Haciendo una rara mezcla de bergmanianismo con lunfardo básico, esta película podría titularse «Cuando huye el quía». El «quía» en cuestión es un pianista muy frío, cerebral, hierático y antipático, llamado Zetterstrøm, que de chico escuchó a Arturo Benedetti Michelangeli y quedó fijado. A sú música, no a él.
Tanto, que desde entonces todo será piano en su vida, y eso lo lleva a descuidar a una bellísima mujer llamada Andrea, quien termina dejándolo (el símbolo es un moño blanco sobre la escalera). De todas formas, en «Allegro» uno nunca puede estar del todo seguro sobre qué tiempos son reales, cuáles imaginarios y cuáles simbólicos, porque el pianista emprende varios viajes, y no todos físicos ni cronológicos. Su lugar de triunfo, lejos del suelo natal, es Nueva York, pero muchos años después, frente al pelotón de recuerdos al regresar a Dinamarca (como el profesor de Bergman, aunque mucho más joven), Zetterstrøm habrá de recordar aquella remota tarde en que decidió no ser feliz (al menos, así parece). Como su memoria, su inconciente y todo lo reprimido son muy importantes, no puedenmenos que merecerse una cuarentena dentro de un territorio inexpugnable de la ciudad llamado la «Zona» (y sin pagarle regalías a Andrei Tarkovsky), porque el guión, puesto a mezclar géneros, no tendría por qué dejar de lado la ciencia ficción. Vaya a saberse qué lugar ocupa o podría haber ocupado Andrea en ese inconciente encofrado en la Zona, pero la única certeza es ésta: de la que se salvó la pobre mujer...
Del director danés Christoffer Boe ya se vio la no menos absurda «Reconstrucción de un amor», otro vano ejercicio de rompecabezas técnico, de tiempo y afectos, que llegó a ser elogiada por buena parte de la crítica... Con «Allegro» se haría más difícil algo así.
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