19 de junio 2007 - 00:00

Atractiva "Bella durmiente", pese a desajustes musicales

Bien bailada por el Ballet Estable del Teatro Argentino y artistas invitados, el punto flojo de«La bella durmiente» platense es una orquesta desprolija, pese a los esfuerzos del director,Guillermo Scarabino.
Bien bailada por el Ballet Estable del Teatro Argentino y artistas invitados, el punto flojo de «La bella durmiente» platense es una orquesta desprolija, pese a los esfuerzos del director, Guillermo Scarabino.
El Teatro Argentino de La Plata estrenó una producción de «La bella durmiente del bosque», uno de los más bellos ballets de largo aliento de Tchaikovsky, en versión coreográfica de Pablo Aharonian. El artista uruguayo respetó en líneas generales los trazados de Petipa, aligerando algunos tramos y modificando otros, sin que la obra pierda su esencia argumental, visual ni musical.

Desde el prólogo se percibe que se quiso documentar a través de la escenografía de Tatavitto y el vestuario de Toffi (ambos fieles a los parámetros de la época y dotados de gran belleza) todo el fasto de la corte francesa.

El Ballet Estable del Teatro Argentino dirigido por Cristina Delmagro realiza una performance comprometida con las grandes exigencias académicas de la obra. Los conjuntos, que gracias al genio de Petipa, crean entretejidos de atractivo barroquismo y de exactas simetrías están bien bailados por los integrantes de la compañía, aunque en algunos tramos los desempeños individuales resultan algo vulnerables, como en la secuencia de las variaciones de las princesas del prólogo, pero muy eficaces en la escena de la visión.

La bailarina platense Genoveva Surur diseñó una Princesa-Aurora de gran categoría. Su sensibilidad y precisión técnica de líneas impecables dan al personaje un gran relieve, lo mismo que el Príncipe Desiré de Mikhail Kaniskin, primer bailarín del Ballet de Stuttgart (invitado para dos funciones); una presencia noble y elegante, de estupenda técnica y buena máscara dramática. En la representación que vimos (el reparto va cambiando en las diferentes funciones), fueron muy buenas también las labores en las Hadas de las Lilas (Julieta Paul) y Carabose (Aldana Bidegaray). La Orquesta Estable tiene un acertado director en Guillermo Scarabino, quien trata de restaurar todo el brillo y la poesía de la partitura de Tchaikovsky, aunque no siempre recibe una respuesta acorde de los músicos: en más de una ocasión y en ciertos sectores del organismo hubo desprolijidades injustificadas.

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