3 de febrero 2024 - 00:00

Bela Lugosi, o Drácula y su descenso al infierno

"Bela Vamp", escrita y dirigida por Alfredo Arias, se estrena el lunes en El Extranjero.

Marcos Montes encarna a Bela Lugosi en la obra que recorre el paulatino descenso al ocaso de su vida, tras el auge de Drácula. 

Marcos Montes encarna a Bela Lugosi en la obra que recorre el paulatino descenso al ocaso de su vida, tras el auge de "Drácula". 

“Alfredo Arias pone el acento en la repetición interminable en que Bela Lugosi tuvo que hacer Drácula, siempre asociado con otros monstruos, cada vez más deprimentes, lo que hablaba a las claras de una carrera en franco descenso”, dice Marcos Montes, quien encarna a Bela Lugosi en “Bela Vamp”, escrita y dirigida por Arias, que debuta el lunes en El Extranjero.

Apenas diez años después de su memorable interpretación de Drácula, el actor de origen húngaro Bela Lugosi se vio obligado a frecuentar los tugurios de la «Poverty Road», donde se reunían estudios de cine efímeros, miserables, capaces de producir en abundancia films de clase B, con presupuestos mínimos y una calidad artística que se degradaba película tras película.

Lugosi decide consultar a la nefasta psicoanalista Dorothy Couch, quien es famosa en Hollywood, la ciudad de los sueños: varios de sus pacientes terminaron pegándose un tiro. Bela desea terminar con sus días; ella, llegar a la pantalla grande como guionista y directora. El plan es despiadado: el gatillo decidirá el rumbo de la terapia.

Conversamos con Montes sobre este unipersonal y la cuestión del hachazo a la cultura no pasó inadvertido: “Hay que informar a la opinión pública cómo es el sistema de subsidios porque la gente inadvertida cree que la plata que da el INT nos sirve para vivir, que somos ñoquis del Estado, no hay nada más lejano. El dinero que nos da el INT o FNA nos sirve para comprar un instrumento, colaborar en el armado de una escenografía, o los viáticos, pero no nos da la plata ni para el alquiler o la comida. Por eso la mayoría de los actores hacen además otro trabajo para vivir. Una pequeña porción es lo que aporta la ayuda del INT a una obra, nada más”.

Periodista: ¿Cuál es el principal atractivo de Bela Lugosi?

Marcos Montes: Es un personaje tan importante del cine de la segunda mitad del siglo pasado y particularmente en Argentina nos llegó mucho como protagonista de películas de terror que en el 60, 70 se llamó terror clase B. Vi varias de esas películas de chico, Lugosi, Christopher Lee, Vincent Price, Boris Karloff, Peter Cushing, un grupo de hombres que nos encantaron con sus historias así que ni bien Alfredo me habló de hacer este trabajo en seguida acepté.

P.: ¿Investigó sobre la historia de Lugosi para encarnarlo?

M.M.: No he leído una biografía extensa de él, sí material para tener idea de qué era lo que pasaba. Pero la obra no es una reconstrucción histórica ni de la vida ni de las vicisitudes que atravesó ni de su trabajo, sino que está más bien ficcionalizado. Se toma el hecho conocido de sus ganas de morir, que también fue explorado por el cineasta Ed Wood, y en base a eso fui pensando el personaje que proponía Alfredo Arias desde una ficción desatada.

P.: ¿Qué rasgos tiene el Bela que usted interpreta?

M.M.: La composición intentemos encararla desde una persona que viene decepcionada de la vida y además tiene algo que observé mucho en mi infancia: eran esos inmigrantes que no lograron nunca dominar la lengua del país que los recibe y que tienen una pronunciación muy marcada. En el caso de Lugosi no era tan fuerte y aquí está más exacerbado. Siempre observé a esos inmigrantes aún llevando muchos años en el país que hacen una acentuación exagerada tratando de suplir con gesticulación la expresión del idioma propio que quizá no encuentra un reflejo exacto en el idioma nuevo. La barrera lingüista más la decepción de su presente fue la guía para armar al personaje .

P: ¿Cómo se muestra el éxito de Drácula y la caída paulatina de Lugosi?

M.M.: El personaje vivió una escalera hacia abajo. Para alguien que había empezado como un artista prometedor en su tierra y luego debutó en Broadway, pasar al mundo del cine podría haber sido el espaldarazo internacional pero fue el descenso. Mi personaje le agrega la entrada al mundo del alcohol, las drogas y la ausencia de propuestas de Hollywood.

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P.: ¿Cómo es la historia de la terapeuta famosa de Hollywood que trataba a actores suicidas?

M.M.: La terapeuta elabora un plan porque tiene sus propios intereses. Ella tuvo a su cargo otros artistas sin la proyección de Belga Lugosi, con su llegada se le abre el espectro de promoción mucho más grande del que le habían dado sus pacientes anteriores. Seguro lo que ella desea se contraponga a lo que necesitaba Bela.

P.: ¿Cómo es esta metáfora para la vida del artista, el camino del actor que a veces está en la cresta de la ola y otras en la oscuridad?

M.M.: Esta obra pinta cuestiones del actor pero lo podemos extender a todas las personas, estar en momentos muy buenos donde se encuentran aspiraciones y circunstancias y otros de desencuentros con la fe, como dice el tango. Tenemos que ir surcando todas las zonas y saber que todo es pasajero y no deberían ser mucho más resonantes los momentos de acierto que sus contracaras de fracaso.

P.: ¿Qué puede decir de la escena teatral en buenos aires y del momento actual del teatro?

M.M.: Hace tres décadas que es tan pujante, rica, milagrosa por la capacidad que tenemos los artistas de poder lograr hechos teatrales de relevancia con algo que decir en espacios inesperados. Esto es muy nuestro , nos diferencia de todas las otras capitales teatrales del mundo donde ese movimiento de teatro independiente con esa energía y esa producción no existe. Es algo que necesitamos cuidar y preservar. De ninguna manera asevero que toda la gente que practica este teatro serán primeros artistas o estrellas , habrá selección, la vida del artista es muy dura aún en Buenos Aires donde sin ser convocado se puede ocasionar el pequeño hecho teatral. Es muy duro mantener ese esfuerzo durante años y conservar una voz y cuestión distinta, pero creo que si somos tan distinguidos en el mundo por esta riqueza, el Estado tiene que reconocerlo como lo hizo en estas últimas tres décadas con los sistemas de fomento a las actividades, con el INT, y tiene que seguir propiciándolo.

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