22 de enero 2007 - 00:00
Bodas de sangre entre Echeverría y Alonso
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Una de las ilustraciones de Carlos Alonso para «El matadero», clásico de la literatura argentina
de Esteban Echeverría.
A través de la analogía entre el toro y un joven unitario que aparece al final del relato (también con «una mirada de fuego»), el escritor refuerza el paralelismo entre los hombres y los animales. Ambos, el toro primero y el joven después, son torturados; ambos se retuercen hasta que llega la muerte, padeciendo convulsiones provocadas por la ira.
Al final del texto se acrecienta una violencia que se puede «ver» corporizada en los dibujos de Alonso, artista que expresa la desmesura del horror y, más aun, amplía el perfil psicológico de los torturadores. A diferencia de lo que se puede suponer, los rostros de los verdugos muestran expresiones imbéciles o idiotizadas más que perversas o despiadadas. Los gestos denotan el estupor que procura la bestialidad.
El personaje de la portada, que con la deshumanizada expresión de un animal, levanta como un trofeo los genitales de la víctima, es un buen ejemplo en este sentido. Luego, la pintura donde el unitario, que ha sido «atado en cruz» y desnudado para vejarlo, levita en medio de la masa de verdugos vestidos de rojo punzó, torna más evidente la referencia a Cristo del escritor.
Entretanto, unas tintas realizadas en la década del 70, ponen especial énfasis en el dramático episodio del niño decapitado por un enlazador, que yerra el tiro destinado al toro. El artista dibuja el cuerpecito montado en una cerca de madera, como si estuviera sobre un caballo, con una rama en la mano a modo de rebenque. Pero la bella y pequeña cabeza desplazada de su eje, flota y se aleja del cuerpo. El toro es el centro de toda la atención, a nadie importa la muerte del niño.
«El matadero» adquiere con Alonso una peculiar intensidad. El artista estimula la percepción y, acaso porque sus virtuosas líneas llevan a evocar otras de su autoría, referidas a una violencia más reciente, resulta inevitable mirar y leer el libro desde la perspectiva actual. De este modo, el texto y sus imágenes invitan a revisar atavismos de nuestra historia, a cuestionar la en ocasiones solapada y a veces ostensible vigencia de algunas tradiciones bárbaras.
Por otra parte, la violencia que cruza la historia argentina se exhibe sin reservas en las letras del siglo XIX, pero llama la atención que textos como «Facundo» de Sarmiento o «El matadero», no tengan un correlato en las artes. Recién en la segunda mitad del siglo XX las obras de Antonio Berni, Alonso, Rómulo Macció, Ernesto Deira, Luis Felipe Noé, Jorge de la Vega, Juan Carlos Distéfano, Alberto Heredia, Norberto Gómez, Oscar Bony o León Ferrari hablan de modo muy explícito de la violencia, que deja de ser un tema tabú para las artes.
Prologado por Alberto Giúdice y patrocinado por la aseguradora Zurich, el libro de cuidada edición, responde a una iniciativa del coleccionista Fito Fiterman, presidente de la Fundación Alon, quien rescató los dibujos realizados por Alonso en la década del 60 publicados en «El matadero» por el Centro Editor, y sumó las tintas de los años 70. La exhibición se puede visitar durante todo el verano, hasta marzo.
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