Amigo del suspenso ante lo desconocido, las situaciones distópicas y pavorosas y los cuentos “no tan cuentos” de confabulaciones que acechan al mundo, Cristian Ponce es el autor de “La frecuencia Kirlian”, miniserie, diríamos, casi artesanal, y de esta “Historia de lo oculto”, hecha también con pocos recursos pero evidente ingenio, visión propia y malicioso sentido del humor.
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La acción transcurre en 1987, en una Argentina distinta, que hasta incorporó las Malvinas a nuestra soberanía, pero no tan distinta como uno quisiera. Está en crisis terminal, hay, o habría, una organización delictiva de mucho peso en los círculos de poder político y económico, sospechas de brujería, y también un juez que rehúye abrir un expediente, un grupito de jóvenes ocultos a la espera de una revelación, y un hombre calmo, misterioso, de poderes extraños, que quizás haga esa revelación en un programa televisivo que está por levantarse. Como esto pasa en los 80, el conductor del programa tiene cierto aire a Bernardo Neustadt. Se le parece en algún gesto, en algún manejo del diálogo. El hombre calmo no se parece a nadie. Pero la consecuencia de uno de sus mínimos gestos, y el trasfondo de metáfora social allí presente, son dignos de una película de John Carpenter, y de una reflexión sobre la paranoia ciudadana. En todo caso, lo que resulta es “un aporte a la confusión general”, como decían otros conductores más simpáticos de la misma época. Resumiendo: una película de suspenso, miedo y argentinidad al palo, original, casi enteramente entretenida, algo enredada y levemente imperfecta, es cierto, y un poquito breve. Deja con ganas de seguir viendo algo más.
“Historia de lo oculto” (Argentina, 2020). Dir.: C. Ponce. Int.: G. Baudino, N. Lozano, H. Ostrofsky (Netflix).
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