22 de enero 2003 - 00:00

CNN: "Ya estamos preparados"

José Levy
José Levy
José Levy es corresponsal jefe de CNN en Español en Medio Oriente y el más antiguo de los periodistas de los noticieros en español de CNN. Desde su base en Jerusalén, cubrió los acontecimientos de la región desde 1988. La caída del Muro de Berlín, el derrumbe de la Unión Soviética y la Guerra del Golfo Pérsico son otros de los hechos que siguió. Ante la inminencia de una guerra entre los EE.UU. e Irak, el recrudecimiento del conflicto en el Medio Oriente, y las próxima elecciones de en Israel, dialogamos con él.

Periodista: ¿Piensa que habrá guerra en el Golfo Pérsico?


José Levy:
Quizás puedo pecar de inocencia pero pienso que es cierto cuando las partes dicen que no quieren guerra. Y no por razones altruistas. Para nada. Bush porque teme sorpresas, que la situación se le descontrole, y Saddam Hussein porque sabe que puede ser su fin. Además, la dinámica de esta zona muchas veces tiene su propio ritmo, y las amenazas que en un principio están quizás destinadas a intimidar derivan en una conflagración.

P.: ¿Se está preparando usted para la guerra?


J.L.:
En caso de guerra, CNN en Español estará presente en distintos lugares de la zona. Uno de los escenarios que mayor interés y peligros despierta es que en alguna etapa, temprana o tardía, Irak actúe como en 1991 e intente volver a atacar a Israel. Hace doce años cubrí esos lanzamientos de misiles con una máscara antigás en la cara. Ahora yo volvería a estar alerta tanto para cubrir un nuevo ataque, como para informar de distintos aspectos de lo que se vaya desarrollando, también en el conflicto palestino-israelí.

P.: Pero, desde luego, esto sería distinto de lo que ocurrió en 1991
.

J.L.:
Por supuesto, pues ahora en muchos aspectos se continuaría con las etapas de un escenario que se interrumpió hace 12 años, precisamente por los temores que despertaba entonces. El gran problema de EE.UU. en 1991 y ahora es que son tantos los factores desestabilizadores que pueden entrar en juego, que existen posibilidades de que un conflicto se complique por unos canales a priori muy difíciles de predecir.

•Influencia

P.:¿Cómo influirá la guerra en el conflicto de Medio Oriente?

J.L.:
Una de las ideas más generalizadas que escucho, especialmente en medios diplomáticos, es que una vez que finalice la guerra el mundo se empeñará mucho más a fondo en solucionar el conflicto israelí-palestino. Se piensa que calmar este foco de inestabilidad puede ser un elemento central que marque el comienzo de un nuevo futuro, menos amenazante que el actual. Inclusive hay quienes van más allá y aseguran que puede haber un plan de paz que se presente a las partes en las próximas semanas, tras las elecciones israelíes, independientemente de lo que pueda ocurrir con Irak.

P.: ¿Cómo está afectando en este momento en Israel la posibilidad de la guerra?


J.L.:
Por ahora en forma limitada. Hasta el punto de que las elecciones generales israelíes fueron convocadas justo en los días clave del conflicto con Irak de finales de este mes, cuando primero el Consejo de Seguridad y luego George W. Bush tengan la palabra.

P.: ¿Qué opina la población sobre la posibilidad de la guerra?


J.L.:
Los israelíes toman precauciones para estar preparados frente a los escenarios más extremos. Se hacen simulacros en las escuelas, prácticamente todo el mundo tiene ya preparados sus equipos de máscaras, etc. Pero, junto a esto, no veo que haya pánico. Quizás porque ya pasaron algo similar en 1991.

P.: ¿Y sobre George W. Bush?


J.L.:
En los últimos años la popularidad de los presidentes estadounidenses en Israel es considerable. Hasta el punto de que logran crear alrededor de ellos un consenso poco usual en un país que está dividido ideológicamente en un gran número de sectores. De Clinton se dijo irónicamente que él sería el claro vencedor si se hubiese presentado a las elecciones de este país. Con respecto a Bush, los israelíes tienen la impresión de que, si fuera posible, sería el primer presidente estadounidense que no votaría en los comicios israelíes por la izquierda pacifista, sino por la derecha nacionalista, representada ahora por Ariel Sharon.

P.: En relación a su trabajo cubriendo el conflicto israelí-palestino ¿ha temido por su vida en algún momento? ¿Qué precauciones toma?


J.L.:
Mire. Aunque ni soy, ni pretendo, ser héroe, debo ser realista. Sólo es posible cubrir éste o cualquier otro conflicto de forma creíble y responsable si uno ve la realidad sin intermediarios. Para eso hay que estar, aunque sea con chaleco antibalas, ahí donde se encuentra el riesgo. O sea, hay que obligar a las piernas a ir en la dirección opuesta a la que en momentos de peligro indicaría el instinto de supervivencia. A la vez, después de tantos años de estar en medio de bombas, balas, piedras, tanques y botellas incendiarias, uno aprende a sopesar peligros de una forma más fría, algo que permite tomar decisiones más responsables.

P.: ¿Los atentados suicidas han cambiado radicalmente la forma de vida de los israelíes?


J.L.:
La vida de los israelíes ha cambiado bastante. Intentan, en la medida de lo posible, evitar lugares concurridos como autobuses, discotecas, restaurantes o paseos peatonales si un suicida puede llegar a ellos sin pasar un control de seguridad. Junto a esto, las verificaciones, en las rutas o a la entrada de centros comerciales, forman ya parte de una rutina de la que todavía nadie se queja.

P.: Usted lleva muchos años cubriendo este conflicto ¿cree que tiene solución? O, por decirlo de alguna manera ¿se ha convertido en una forma de vida?


J.L.:
Es triste la pregunta, pero hay que reconocer que tiene en qué basarse. Existe la impresión de que conforme el conflicto avanza, aumentan más los odios y los problemas parecen más irreconciliables. A la vez, son tantos los peligros que existen, que quizás puede llegar un momento en el que los estadistas, en uno o ambos lados, sorprendan por su capacidad conciliadora, den un giro de 180 grados y logren demostrar lo que hoy puede parecer esa imposible «cuadratura del círculo». No sólo el conflicto tiene su dinámica, también la paz.

P.: ¿Emplea usted máscara antigas?


J.L.:
Tengo no sólo una, sino dos. Y no es porque quiera estar más protegido que nadie. Una es la que reparte el Gobierno israelí a los que residimos en el país, y la segunda la que se nos dio en un cursillo especial que recibimos el personal de CNN en Jerusalén, en el que se nos indicó cómo actuar en caso de que nos encontremos frente a un ataque no convencional. Para esa eventualidad, también recibimos trajes, botas y guantes especiales.

P.: ¿Qué cree que sucederá en las elecciones del 28 de enero?

J.L.: A diferencia de muchos comicios pasados, en los que hasta el último momento las encuestas no daban un claro ganador. En este caso, si no hay sorpresas de última hora, todo indica que vencerá el actual primer ministro, Ariel Sharon, principalmente porque la alternativa, el líder laborista Amram Mitzna, no logra hacerse con el apoyo de las masas. Aunque las sospechas de corrupción contra Sharón y su partido distan de haberse superado, Mitzna no sólo no parece tener el carisma suficiente para arrastrar a los israelíes, sino que presentó un programa de retiradas militares unilaterales que es rechazado por una parte importante de la población, que teme que concesiones ahora puedan ser interpretadas como debilidad.

P.: Al momento de votar ¿la gente privilegia la economía del país o la actitud del Gobierno ante el conflicto con los palestinos?


J.L.:
Israel es quizás el único país del mundo donde las capas más humildes votan tradicionalmente a la derecha y las más pudientes a la izquierda. El motivo de algo así es que el tema que más preocupa a todos es el de la seguridad y en este aspecto la derecha defiende posiciones bastante más militantes. Esto lleva a que movimientos que propician el libre mercado sean más apoyados por los trabajadores y que aquellos que defienden una visión más socialista sean votados por las capas medias y altas, más propicias a concesiones que permitan el fin del conflicto.

P.: Usted entrevistó a algunos de los más importantes líderes mundiales de los últimos tiempos. ¿Cuál fue el que más lo impresionó y por qué?


J.L.:
Poder entrevistar en exclusiva al histórico y carismático Fidel Castro el día de su primer encuentro memorable con el Papa fue toda una «revolución» para mí. Con respecto a líderes del Medio Oriente, Itzhak Rabin me sorprendió por su timidez, Yasser Arafat por su capacidad de hacer de cada entrevista un espectáculo, Ariel Sharon por haberme anticipado hace años su estrategia de ahora, Shimon Peres por una elocuencia retórica impresionante y Ahmed Yasin, líder del Hamas, por darme una entrevista enfermo en la cama, con 40 grados de fiebre.

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