10 de enero 2003 - 00:00
Con la actuación de Claudia Acuña empieza hoy Lapataia
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Acuña será una de las principales atracciones en la edición del Festival Internacional de Jazz de Lapataia que comienza esta noche. La música fue una parte fundamental su vida. Sus padres, amantes de la música, escuchaban muchos ritmos populares: «congos, cumbias, los primeros flamencos. Mi madre amaba los musicales: Gene Kelly, Cole Porter.A mí me gustaban Jackson Five y por esa época adoraba a Michael Jackson», dice. «Siempre fui una hambrienta de la música. Quería escuchar cualquier cosa que cayera en mis manos. Revisaba las colecciones de discos de mis amigos y descubría permanentemente nuevas cosas».
Periodista: ¿Usted siente ese lugar de privilegio que ocupa actualmente entre las cantantes de jazz?
Claudia Acuña: Hay diferentes estilos de mujeres cantantes de jazz. Me produce mucho pudor hablar de mí y quizá otros estén viendo en mí algunas cosas -a lo mejor por mi origen latino- que otras colegas mías no tengan. Si es así, me parece fantástico.
P: ¿Qué la llevó a convertirse en cantante de jazz, siendo en sus comienzos había también otro tipo de canciones en su repertorio?
C.A.: Por mucho tiempo, cuando cantaba en grupos escolares o de iglesia, tenía la costumbre de improvisar en medio de las canciones en lugar de seguir estrictamente las notas que estaban escritas. Eso no ponía muy contentos a mis maestros. Por otra parte, era una profunda admiradora de Frank Sinatra, y tenía muchos discos suyos en mi casa. Pero cuando pude escuchar por primera vez el disco de Errol Garner con Sarah Vaughan en vivo en Japón, pensé definitivamente que era eso lo que yo quería para mí.
P: ¿Eso la llevó a trasladarse en principio de su Concepción natal a Santiago de Chile?
C.A.: Sí, pero no fue sencillo. Tuve algunos problemas con mis padres porque en principio no estaban muy convencidos de que me dedicara exclusivamente a la música. Pero mi vocación era muy fuerte y apenas terminé mi escuela secundaria me mudé a Santiago. Ya en Concepción había cantado jazz con algunos grupos de fusión. Y eso me sirvió después en la capital, porque algunos difusores radiales me conocían de mis épocas juveniles. Entonces no me fue tan difícil ingresar en el ambiente jazzero de Santiago.
P: ¿Y qué pasó luego con la mudanza a Nueva York?
C.A.: Por lo bien que fui recibida y por lo rápido que sucedieron luego las cosas, pareciera que elegí el momento adecuado. Muchos, en mi país, suponían que volvería en pocos meses. Y ya lo ve, llevo varios años en los Estados Unidos. Como le decía antes, me conformaba con aprender la lengua, con poder ganarme la vida con el canto, con poder escuchar en vivo a los grandes monstruos del jazz. Todo lo demás, los discos, las actuaciones, el reconocimiento, llegó como un regalo.
P: ¿Por qué sigue eligiendo trabajar con Jason Lindner después de tanto tiempo?
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