Desde hace veinte años, series de televisión como CSI naturalizaron para el público el trabajo de los investigadores forenses. Hoy es habitual ante un crimen ver aparecer con sus mamelucos blancos a los miembros de la policía científica, varios de ellos especialistas civiles. En el explicativo libro “Elemental, mi querida ciencia (forense)” (Siglo XXI) Gastón Intelisano da a conocer “todos los secretos para esclarecer crímenes científicamente”. Intelisano es licenciado en Criminalística, Técnico en Autopsias, oficial del Poder Judicial y escritor de novelas policiales inspiradas en su práctica forense. Dialogamos con él.
Gastón Intelisano y la semiología del crimen: lo que cuenta el cadáver
Licenciado en criminalística, técnico en autopsias, oficial de la Justicia y novelista, acaba de publicar “Elemental, mi querida ciencia (forense)”.
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Intelisano. “En muy pocas series de TV se retrata tal cual el trabajo del forense. No existe la aparatología que muchas veces se ve en esas series.”
Periodista: ¿Los forenses argentinos no trabajan con tanta eficacia como los de Las Vegas, Nueva York y Miami?
Gastón Intelisano: Eso que se ve en series como CSI yo no lo he visto en ninguna parte. Y he andado profesionalmente bastante por el mundo. En muy pocas series se retrata tal cual el trabajo de los forenses. No es tan sencilla la resolución de un crimen. Los estudios no son tan rápidos. No hay la aparatología que muchas veces se muestra en la serie. Ese es el efecto negativo de esas series. Metieron en el imaginario que resolver un crimen es encontrar una mancha de sangre y no es tan, tan fácil. Hay una primera etapa en la que intervenimos los forenses, después está la etapa del juicio en donde se tiene lo que se hizo y se trabajó bien, pero hay abogados que se dedican a encontrar el pelo al huevo para tirar abajo una pericia, y todo el caso. Eso hace que haya muchos casos que no se llegan a resolver. A veces pasa que cuando se termina una autopsia no se encuentra la causa de muerte, no hay una puñalada, un orificio de bala, un golpe, y se termina resolviendo cuando se manda a Anatomía Patológica y encuentran algo a nivel microscópico o celular de la causa de la muerte. Cuando era estudiante hice muchos años de prácticas en “el lugar del hecho”. Salía con el móvil criminalístico de la Policía Federal. Y las fuerzas federales están realmente muy bien preparadas y equipadas.
P.: ¿Es cierto que su profesión entró en el top ten de los estudios universitarios?
G.I.: Creció la gente que eligió estudiar criminalística, y en Medicina los que se especializaron en medicina legal y forense. Empecé en 2000 y pertenezco a la primera generación de estudiantes civiles, cuando volvió a ser una carrera no solo para fuerzas de seguridad. Nos recibimos diez de licenciados en criminalística. Cuando la serie CSI estaba en su máximo apogeo entraron a la carrera sesenta estudiantes. Fue un salto cuantitativo.
P.: Dado el carácter científico del trabajo no pueden dejar de estudiar porque la actualización es constante.
G.I.: El crimen va cambiando, mutando, va habiendo nuevas técnicas. La criminalística tiene mucho de ciencia dura. Yo tuve análisis matemático, física, química. Para llegar a las materias específicas hay que superar esos filtros que luego pueden ser claves para explicar por qué el auto frenó así, por qué la mancha de sangre salió así disparada y provocó ese ángulo, por qué hay que analizar los ADN encontrados. Del 2000 para acá el desarrollo de la tecnología ayudó mucho en las investigaciones, pero también las complicó. Hoy en cualquier hecho hay que secuestrar los celulares, tablets, notebooks no solo de la víctima, también de familiares, sospechosos y acusados. Hoy las cámaras de seguridad son de gran ayuda, son el registro de un montón de ojos. Pero la tecnología a la vez que ha ayudado ha complicado la investigación del crimen. Un ejemplo, el trabajo de quienes dedican al análisis de la evidencia digital creció de forma exponencial en la última década.
P.: Se ha dicho que “no existe el crimen perfecto, existen malas investigaciones”.
G.I.: Por eso es tan fundamental que se haga bien el trabajo forense en el lugar del hecho. Lo que no se registró correctamente se pierde y no hay vuelta atrás. Hay evidencias que si no se toman en ese primer momento pueden llevar a que no se esclarezca el crimen. Cuando el sector científico entra en el lugar del hecho, y debería ser el primero en ingresar, va vestido con mamelucos blancos, un atuendo especial que lo cubre para que no se cumpla el principio de intercambio, que es que uno se lleve algo del lugar o uno transmita algo al lugar. Lo mismo ocurre en el caso de las autopsias donde el investigador está expuesto a líquidos, gases, salpicaduras, contagios, y es esencial protegerse.
P.: Con el aumento de la inseguridad, ¿creció el trabajo de los forenses?
G.I.: Lamentablemente sí porque muchas víctimas son personas asesinadas en ocasión de robo. Había bajado en los primeros momentos de la pandemia porque nadie salía. En la medida que comenzaron a flexibilizarse las salidas, el movimiento de la gente, volvió a empezar la inseguridad y las autopsias. Nosotros intervenimos en todos los que son hechos violentos, homicidios, suicidios, femicidios, accidentes de tránsito y averiguación de causales de muerte, que es cuando se encuentra a una persona muerta y, si bien no tiene un golpe ni nada, ante la sospecha de criminalidad el fiscal pide la autopsia. Después se puede descubrir que fue una muerte natural pero hasta ese momento se consideró una muerte de dudosa criminalidad.
P.: ¿Usted llegó a la criminalística por las novelas policiales o escribe policiales por la experiencia que le da su profesión?
G.I.: De chico me marcaron series y películas como FBI, Los expedientes X, El silencio de los inocentes y El coleccionista de huesos que la vi justo el día que me inscribí en Criminalística y me dije esto es lo que quiero hacer. En novelas soy muy fan de Patricia Cornwell y su protagonista, la forense Kay Scarpetta. Las cosas que ella cuenta en sus novelas yo las estaba viendo en mis prácticas en la Policía Federal. Me dije esto que estoy viendo lo tengo que contar desde mi óptica, desde mi perspectiva, desde acá. Así surgió Santiago Soler que es el protagonista de hasta ahora mis cinco novelas: Modus operandi, Error de cálculo, Epicrisis, Principio de intercambio, La navaja de Ockham, salidas de la cocina de la investigación.
P.: ¿Qué está escribiendo ahora?
G.I.: La sexta entrega de la serie de Santiago Soler que va a tener una suerte de homenaje a los Expedientes X, va a ser un policial pero con un fondo oscuro, con la manifestación del Mal. Un guiño al maestro Stephen King.
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