7 de junio 2007 - 00:00
El arte de las villas de Buenos Aires, en una muestra de París
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"La actividad de la gente que vive de lo que recupera en la basura aparece como una economía de la pobreza, pero lo que más llama la atención es que ese tipo de pobreza tiene una forma de dignidad, no es miseria", agrega.
"¿Quiénes son esos cartoneros, cómo viven y donde viven, cuáles son sus rituales, sus creencias, cómo fabrican sus héroes, cómo fabrican sus armas, cómo se distinguen, qué pintan, qué relaciones tienen entre ellos, con sus hijos, con el resto de la sociedad?".
"Todo eso va apareciendo a lo largo de la exposición, que muestra un sector social que, con
su modestia y su pertinencia, ha vitalizado el espacio público argentino en los últimos años. En definitiva, mostramos que esos otros somos nostros", insiste.
La exposición se abre con dos series de fotos de Dolores de Torres: la primera muestra las manifestaciones populares de fines de diciembre de 2001, en plena crisis argentina. La segunda es la "apropiación de la arquitectura por los villeros", en palabras de la fotógrafa.
Se trata de fotos de un edificio del barrio bonaerense de Mataderos que debía ser un hospital y cuya construcción fue abandonada hace años. Alrededor de él se fue creando una villa, cuyos habitantes terminaron por tomar el edificio y vivir en él.
Siguen una serie de fotos en la que la mirada no es ajena. Los jóvenes de la villa se representan a sí mismos y a su barriada. Son fotos tomadas por niños y jóvenes del taller Contraluz de la villa Ciudad Oculta.
Dominando la sala, un inmenso mural dedicado al padre Carlos Mugica, sacerdote asesinado en Argentina en mayo de 1974.
Es la reproducción exacta de una pintura hecha en un muro de una villa de Buenos Aires. Camillo Racana la descubrió en una foto de prensa y logró localizarla y localizar a su autor, Daniel Tapia. Pero "entre el momento en que sacamos las fotos para preservarla y el momento en que exponemos su reproducción, el original fue borrado", cuenta.
La exposición muestra también otra forma atípica de expresión, "el lenguaje de la piel", el tatuaje, a través de fotos de tatuajes de presos (tumberos), sujetos a un código de signos que refiere a la jerarquía del mundo carcelario y al lugar en que el portador del tatuaje ocupa en ella.
Las murgas, sus vestimentas, sus banderas y sus glosas son tema de otro sector de la exposición.
El aporte a la cultura villera de los emigrantes de otros países latinoamericanos es mostrado a través de un altar de Nuestra Señora de Copacabana, patrona de Bolivia, con sus ofrendas y cánticos.
Finalmente, dos conciertos de Fantasma, conjunto de "cumbia villera", un género mestizo en auge en las barriadas bonaerenses, son programados el 12 y 18 de junio en complemento de la exposición.
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