4 de febrero 2003 - 00:00
El lenguaje es otra víctima de la empobrecida TV local
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Leonardo Bechini, autor de «099 Central», trabaja actual-mente en una sit-com para Telemundo, en un proyecto para HBO, está en conversaciones con Sony, y vendió «Un cortado» a Puerto Rico, que se va a grabar en nuestro país, siguiendo una modalidad en pleno auge. Para Bechini, «No sólo hay empobrecimiento del lenguaje sino temático. Los temas que aparecen en la ficción son siempre los mismos y se nota una exacerbación creciente del costumbrismo, que lleva a minimizar las historias y los personajes.Yo noto un fuerte empobrecimiento cultural en actores, quienes además no respetan la letra; hablo más que nada de los jóvenes. Entonces, además de importantes falencias en el lenguaje, no estudian los libros y ofrecen diálo-gos monosilábicos, casi guturales. Además, siempre se los ve hablando al mismo tiempo y a los gritos y no estoy tan seguro de que la «realidad» sea así».
Gabriela Elena, autora de «Resistiré», trabajó en «Franco Buenaventura» y «Los Buscas», afirma que «La pobreza del lenguaje se ve más en la novela o tira que en el unitario, que tiene más tiempo de elaboración y se toma más licencias. Se menosprecia la calidad de escucha de la gente y se dice que el nivel de sutilezas se pier-de. Se machaca con que el público, cuando mira una novela, está comiendo y que por eso hay que repetirle veinte veces lo mismo. Se insiste con 'las cosas claras porque sino la gente no entiende, se aburre y se va'. y eso acota mucho creativamente».
Pedro Cristiani, guionista de «El hacker». Actualmente prepara la miniserie «Los creyentes», sobre mitos sobrenaturales en Argentina. «Hay tendencia a empobrecer todo tipo de contenido; por ejemplo, el lenguaje que se maneja en una iglesia es diferente al de un hotel alojamiento, pero esa diferencia, para muchos, es una sutileza. Importa más la cantidad de información que se dé, y siempre en forma veloz, que el contenido. Se cree que ahondar en esas diferencias idiomáticas 'enlentece', cuando el personaje muchas veces se diferencia más por lo que deja de decir que por lo que efectivamente dice. Si se busca que el lenguaje sea pobre, debiera ser en favor de la historia o del personaje, pero eso no ocurre. Se busca que el producto sea así porque se cree que vende así, y peor aún, que lo único que vende es eso»
• Incoherencia
«El objetivo siempre es subir el rating como sea, sin importar la historia. Entonces aparecen híbridos y personajes que se parecen a los de otras tiras. Cuando el programa más visto es el que más boberías dice, todos lo copian. Y cuando el rating empieza a fallar, todos pier-den la cabeza», dice Elena. En «Franco Buenaventura», uno de los trabajos de la guionista, fueron legión los personajes que desaparecieron y reaparecieron, según las planillas del rating y los jovencitos cobraron protagonismo siguiendo la línea «Son amores».
«Soy gitano» suena a ciclo setentista y en «Resistiré» abundan los personajes jóvenes y «cancheros», inspirados en los sobrinos de «Son amores».
Al respecto, Bechini opina que «Con 'Tumberos' y 'Okupas' se hace apología del delito lisa y llana. Si nuestros nuevos héroes son los pibes chorros, estamos perdidos. Pareciera que si sos chorro está todo bien y tenés tu propia serie. Como mensaje me parece nefasto.» En tanto, Cristiani sostuvo: «El problema no es la presencia de la violencia, pero sí preocupa que ésa sea la historia en sí misma. Hay que utilizarla como vehículo para contar historias, como se utiliza el miedo o el romance, pero últimamente se la pone como mero mozaico, que para colmo lleva a anestesiar más que a reflexionar».
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