4 de enero 2007 - 00:00

Entretenimiento casi de matiné

La aventura de «Eragon», un joven campesino que se llevauna dragona a su casa es un módico entretenimiento para vacaciones,con magia buena y mala y espectaculares batallas.
La aventura de «Eragon», un joven campesino que se lleva una dragona a su casa es un módico entretenimiento para vacaciones, con magia buena y mala y espectaculares batallas.
«Eragon» (EE.UU., 2006, habl. en inglés) Dir: Stefan Fangmeier. Int.: Ed Speleers, Jeremy Irons, Sienna Guillory, Robert Carlyle, John Malkovich, Garrett Hedlund, Djimon Hounsou.

Con las vacaciones llegan los hermanos menores de «El Señor de los Anillos». Y si bien «Eragon» más que un hermano menor es un primo medio tonto, cumple su cometido de entretenimiento de matiné con magos malos, magia buena y combates campales con dragones heroicos.O mejor dicho, dragona, ya que es una hembra lo que nace del huevo que encuentra el joven campesino Eragon durante una noche de cacería. Como bien recuerda el viejo guerrero Jeremy Irons, hubo una época en la que los jinetes de dragones luchaban por el bien, pero todo acabó cuando el rey villano John Malkovich se quedó con el único dragón en plaza. Ahora, la nueva dragona es un aliciente para los rebeldes que buscan una esperanza, y una amenaza para el tirano que pondrá a su mago malvado Robert Carlyle a revolver valles y montañas en busca del joven jinete y su dragona. Las peliculas con dragones son un reto a los expertos en efectos especiales, y el director de esta película es nada menos que el supervisor de FX de «Rescatando al Soldado Ryan». Lamentablemente el exceso de efectos digitales no le da gran carisma a la dragona estelar (con voz a cargo de Rachel Weisz), ya que por momentos se parece más a una animación.

En las escenas de acción la cosa funciona mucho mejor, con grandes despliegues de guerreros bien comandados por el director de segunda unidad Peter McDonald, todo un experto en estas lides. En medio de las luchas con mucha espectacularidad pero poco de la violencia natural de la guerra medieval, Jeremy Irons tiene algunas buenas escenas y en un par de ocasiones Carlyle brilla con debida maldad. En cambio, los actores jóvenes no aportan mucho, y el gran desaprovechado es Malkovich, que espera en su trono una secuela donde pueda hacer algo más que gritar «¡Tráiganme al joven jinete!».

D.C.

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