25 de junio 2002 - 00:00
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Jorge Zima
Jorge Zima: Viví mucho tiempo en La Cañada, y otro tanto en Bristol, donde hice el posgrado de composición musical, y en Brickton, un barrio londinense, donde hice montaje, música para mediometrajes, y algunos cortos. Y ahora doy clases en la UBA y Morón, tengo una pequeña empresa, El Salto Producciones, de publicidad, documentaless, videoclips, etc., y preparo un próximo film, «Boca de fresa», uno de los proyectos premiados en el reciente concurso de San Luis. La idea es estar filmando en octubre.
Periodista: Pasará de la terraza a las sierras, y aumentará el número de personajes. ¿Cómo hizo para rodar «Noche...» con prácticamente tres personajes y una sola locación?
J.Z.: Cuando me propuse rodar mi primer largo, quise convertir las limitaciones en un principio estético. Me comparé con un pintor que elige deliberadamente usar una paleta restringida de colores. Eso sí, hemos trabajado abundantemente la luz. El director de fotografía, Teddy Kearney, es muy cuidadoso con la luz. A veces, lo que se ve por la ventana parece una pintura. La ventana por donde mira la protagonista, sin asomarse...
P.: Se rodó todo en una casa...
J.Z.: Bueno, además debimos armar un decorado para movernos en el estudio que ella tiene en la terraza, y por donde recibe una interesante sorpresa. Eso, a más del gasto, requirió un trabajo de coherencia muy grande, para que ensamble con lo real. En el balance, la veo como una obra muy cuidada. Hice todo lo que quería, justamente porque, a diferencia de otros, yo partí de lo que tenía. Y además, también tenía muy buenos intérpretes: Soledad Alloni, Gabriel Fernández, y Diego Freigedo. Rodamos en julio-agosto 99, con «vacaciones» de dos semanas debido a compromisos previos, y luego lo más típicamente independiente fueron los tiempos de posproducción: casi un año, porque se arma a medida que uno puede. ¡Uno no debería hacer algo con tan poco dinero! Pero hay que sostener esta pasión. Ahí me ayudaron mi primo Lito Vitale y su familia, en todo el off-line, la grabación, la mezcla de música.
P.: A propósito, ¿quién es el Giorgio Vitale que aparece en la banda de sonido, cantando un tema folklórico siciliano?
J.Z.: Sono io. Y el tema también lo escribí yo. Pude elegir un tema auténticamente folklórico, pero eso de los derechos... Uno se encariña con una canción, y de pronto surge cualquiera que dice tener los derechos, y pone trabas. Y yo debía tenerla antes del rodaje, porque los personajes iban a canturrearla.
P.: ¿Qué dice la letra?
P.: ¿Por ahí va el conflicto de sus personajes?
J.Z.: Puede ser, puede ser. Me gustan los personajes en crisis, que tienen una llama muy grande en su interior, que todavía no han descubierto, y termina saliendo. Como que esa fuerza interior no se puede detener. Hay una frase en la película, «una vez que el deseo se dispara, todo lo que hagas por detenerlo sólo te hace sentir más tonto». Ella es la típica joven formal, que se acoraza, y pareciera que puede seguir viviendo esa vida mentirosa mucho tiempo. El otro, yo pensaba en alguien como Caetano Veloso, pero me convenció un actor con algo más físico, casi tosco. Y el marido, en fin, responde a sus valores. Cada uno es desde lo que puede, por eso finalmente cada uno reacciona como reacciona. Creo que el marido tiene un complejo de inferioridad respecto de ella. Sabe que en algún lugar ella está por encima de él.
P.: ¿Por eso eligió un actor que parezca de menor estatura?
J.Z.: Es posible. Lo mío siempre es más intuitivo que razonado. De muchas cosas de mi propio film, me estoy dando cuenta recién ahora. Por suerte son cosas buenas.
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