4 de mayo 2009 - 19:11

Furtivo

El debutante Pablo Pérez es el creíble protagonista de «Furtivo», la sencilla y fresca ópera prima de Nicolás Tannchen sobre angustias tardoadolescentes típicamente argentinas.
El debutante Pablo Pérez es el creíble protagonista de «Furtivo», la sencilla y fresca ópera prima de Nicolás Tannchen sobre angustias tardoadolescentes típicamente argentinas.
Uno de los diálogos más significativos de este pequeño y amable retrato de tardoadolescencia argentina, tiene lugar en un taxi. El conductor canturrea «Naranjo en flor», específicamente eso de «Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir, y al fin andar sin pensamiento», y le comenta al joven pasajero:

-¿Sabés a qué edad compuso Espósito este tango? A los 17.

- Yo tengo 23 y no puedo ni sacarle la bombacha a mi novia, no tengo futuro en este país de mierda.

Es cierto, la Argentina de los hermanos Homero y Virgilio Espósito era otro país, y seguramente ellos a los 23 no habrán tenido ese tipo de problemas que confiesa el joven, pero la frase no deja de ser graciosa y muy representativa. Yo no me doy maña, el país es malo. En fin, pobre chico, para colmo que anda sin trabajo le tocó una histérica. Pero tampoco tiene suerte después con una demasiado liberada. Y eso es lo que pinta la película, la angustia de cualquier pibe ante la doble búsqueda de un trabajo estable y una chica no tan inestable, y además, si no es mucho pedir, gauchita y comprensible. Por suerte ambas búsquedas tienen un final feliz.

Bueno, en fin, llamémosle así. Hay rebusques laborales que dan cierta alegría, también hay chicas buenas en el mundo, que a veces se encuentran y están disponibles para uno, y también hay tristezas, por ejemplo cuando algún amigo se termina yendo a trabajar a otro país. Así, un poco a los tumbos, va madurando nuestro personaje, bastante creíble y querible, debidamente encarnado por el debutante Pablo Pérez.

A señalar, el modo sencillo y afable del director Nicolás Tannchen, también debutante, egresado de Diseño de Imagen y Sonido, un conjunto de actuaciones frescas, naturales, algunas descripciones muy precisas, un solo momento que parece medio descolgado, de turismo progre, un personaje de patrón de garage, muy hábilmente desarrollado por Marcelo De Bellis antes de su actual etapa televisiva (eso, y una referencia a Batistuta son los únicos datos que hacen suponer la fecha del rodaje inicial), y una canción inesperada, la «Pity, Pity» de Billy Cafaro, que, dicho sea de paso, da la casualidad que era primo de los hermanos Esposito. Por ahí habrá empezado la decadencia.

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