Desde hace seis años, Gustavo Firmenich organiza el festival «Jazz en la playa» en Pinamar, y lleva tres al frente del «Gesell Jazz». También es el responsable del ciclo de «Jazz en el subte», que incluye música en las estaciones y un concurso de cantantes y músicos. Pero, su vida cotidiana está más cerca de la música que de la producción artística, como él mismo aclara en diálogo con este diario. «La verdad es que no me interesa terminar siendo exclusivamente un productor. Me roba mucho tiempo a mi tarea como músico, a mis clases, a mi grupo «Jazz 4» con el que vengo trabajando afortunadamente muy bien». El encuentro de Pinamar concluirá hoy, con Gabriel Gratzer, Sotavento, Jazz 4, Déborah Dixon, Valentino Jazz Bazar y Alejandro Moro-Marta Bellomo. El de Gesell, con los mismos artistas, se realiza hasta el 7 de febrero.
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Periodista: ¿Es buen negocio producir festivales en la Costa?
Gustavo Firmenich: No es negocio para nada. Es algo que me gusta y me parece que sirve para generar movimiento. Se habla mucho del crecimiento del jazz, pero lo cierto es que sigue siendo una música para un público reducido. Mi idea, tanto en estos encuentros playeros como en el del subte que hago en Buenos Aires, es difundir esta música, con artistas que se adapten a nuestras posibilidades económicas, que no son muy altas. De todos modos, cualquiera que encare un festival de jazz debe saber que los primeros diez años son de apuesta y que no hay manera de que sea negocio. De hecho, ahora, después de estar mucho más instalado, «Jazz en la playa» empieza a tener el reconocimiento de los sponsors; por lo menos, ya no tenemos que explicarles de cero de qué se trata.
P.: Los proyectos jazzísticos veraniegos en Pinamar generalmente fracasan. ¿A qué atribuye la continuidad del suyo?
G.F.: Suele decirse que Pinamar es una zona muy dura para el jazz y que el público que va allí de vacaciones lo hace con ganas de divertirse de otros modos. Pero a mí siempre me ha ido muy bien, tanto en los conciertos gratuitos en la playa como en aquellos en que cobramos una muy pequeña entrada en el teatro De la Torre -este año, a beneficio de una escuela local-. Quizá, el haber seguido adelante en 2001, cuando era realmente una locura hacerlo, nos dio la confianza del público que ahora nos sigue acompañando. Lo de Gesell es distinto porque en principio es un lugar donde este tipo de propuestas parecen tener más cabida; allí hacemos los conciertos en la plaza Primera Junta y la convocatoria es excelente.
P.: Más allá de los festivales, ¿qué proyectos tiene con «Jazz 4»?
G.F.: Eso es lo más difícil de todo porque hay que ponerle mucho entusiasmo para seguir adelante. Igualmente, estamos con proyectos de dos discos, uno de tango -con temas propios y clásicos-que tendrá a Francisco Rivero como invitado, y otro de swing. Creo que podremos concretarlos este año.
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