23 de octubre 2001 - 00:00

Kusturica y Cía.: apenas una alegre estudiantina

Underground
"Underground"
Actuación de Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra. Con N. Gajin (guitarra), D. Jankovic (teclados), Dr. Nelle (canto), E. Kusturica (guitarra rítmica), S. Kusturica (batería), Z. Marjanovic (percusión), G. Markovski (bajo), Z. Milosevic (acordeón), N. Petrocic (saxo), G. Popovic (tuba) y D. Sparavalo (violín). (La Trastienda; 20 y 21/10; repite 27 y 28/10.)

Sólo en su enorme significación como director cinematográfico puede explicarse el masivo interés del público por conocer al Emir Kusturica músico, el lleno de cuatro funciones con La Trastienda prácticamente sin mesas -a 1.000 personas por noche-, y sus aseguradas ventas totales en Córdoba y Mar del Plata. Es imposible de demostrar, pero fácil de suponer, que la mayoría de quienes se acercaron a escuchar a su No Smoking Orchestra desconocía absolutamente lo que hacían, porque aquí únicamente se editó su disco «Unza Unza Time» que se ha difundido poco, y porque sólo una de sus películas («Gato negro, gato blanco») lleva su música, después de la ruptura personal con Goran Bregovic, quien fuera el musicalizador de sus films más importantes (entre ellos, «Underground» y «Tiempo de gitanos»).

Esa incondicionalidad previa de un público que admira su personal lenguaje cinematográfico hizo que le festejara todo, hasta aquellos varios momentos en que el concierto rondó la payasada. El «unza unza» -un ritmo binario, rápido, de pulso marcado, repetitivo, de fácil asociación con el «tunga tunga» del cuarteto cordobés-es la base sobre la que se desarrolla toda su música. Las melodías, todas muy parecidas y de clara raigambre folklórica, se asocian a un sonido frenético, con acordes que se mueven en concordancia con el ritmo. Y aunque el grupo lleva su nombre, Kusturica es apenas uno más en el grupo.

No están en esta música ni las contradicciones dramáticas de su cine ni hay sutilezas tímbricas o dinámicas. Lo que se ve, en cambio, es un grupo de hombres divertidos puestos a animar una fiesta bailable, una estudiantina enloquecida donde es posible ver al cantante del grupo simulando una masturbación sobre una escalera o arrojándose al público, o al violinista tocando, cual artista de circo, con un arco gigante sostenido por algunas chicas atrevidas elegidas de entre el público.

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