20 de febrero 2003 - 00:00

La trama es creíble, pero falta síntesis

La trama es creíble, pero falta síntesis
«Ilusión de movimiento» (Argentina, 2001, habl. en español.) Guión y Dir.: H. Molina. Int.: C. Resta, D. Grandinetti, M. Grapa, M. Alfonso, R. Calandra, T. Gómez y otros.

A mediados de los 80, el rosarino Héctor Molina hizo punta entre los suyos con varios trabajos de gran aceptación, especialmente los cortos «Cabecita negra» y «Los oficios terrestres».

Varios esperaban entonces su paso al largometraje, que sería el primer largo rosarino en 60 años. En cambio, le cedió el honor a Gustavo Postiglione, que así realizó, con apenas 20.000 pesos de aquella época, el singular «De regreso-El país dormido».

Igual, Molina fue coguionista y actor de esa película, y director de fotografía de la siguiente. Desde entonces, anclado en la Escuela Provincial de Cine y TV, es referente y cómplice obligado de cuanto se haga y se aprenda de cine, televisión y video en Rosario.

• Maduración

Ahora presenta su propio largometraje, acaso significativamente ambientado en 1986, y con una historia que parece haber ido madurando desde aquellos tiempos.

La misma describe los prime-ros contactos de un hombre indeciso, acobardado, con un hijo que ya tiene ocho años. Unos pocos datos sugieren que la madre lo tuvo en cautiverio, y que la abuela pudo recuperarlo tras largas gestiones, pero la historia prácticamente no escarba para nada en esos asuntos.

Al contrario, prefiere dejar a un lado lo político, y centrarse en los afectos. Eso esta muy bien, y permite varias escenas de natural sensibilidad, sobre el paulatino crecimiento de la comunicación entre ambos desvalidos (o no tan desvalidos, porque ahí están la abuela, la tía, y los amigos, para contenerlos). Lastima que...

Los meritos de la obra son evidentes, sobre todo en la elección de un tono menor, la progresión a través de pequeñas anécdotas, los pocos detalles de ambientación (mayormente, algunos juguetes de la época, que tocan la memoria afectiva del espectador), la música, el uso de un flashback que se va completando poco a poco, y la calidez de algunos personajes, especialmente el lunático que compone
Darío Grandinetti, una especie de loquito inteligente, acaso voluntariamente loco, algo que el flashback podría esclarecer.

El problema, desgraciadamente, es la suma de defectos menores -desparejo nivel de actuaciones, abuso de improvisaciones y parsimonias, momentos forzados, enamoramiento de algunos planos prescindiblesagravados por la excesiva duración.

Lo que se hubiera aceptado con amabilidad y hasta cariño, de tener cuanto mucho 90 minutos, resulta molesto y cansador en 110.

En el fondo, nada que una buena edición no pueda corregir, y
Molina puede hacerla.

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