24 de noviembre 2021 - 00:00

Mar del Plata: sedujo buen film georgiano

En competencia. “¿Qué vemos cuando miramos al cielo?”.

En competencia. “¿Qué vemos cuando miramos al cielo?”.

Mar del Plata - Inocentona, plácida, alargada, amateur, y aún así en digna competencia, una película georgiana se está ganando las simpatías del público que curiosea por el Festival de Cine de Mar del Plata. Su título, para la difusión internacional es “What Do We See When We Look At The Sky?” (¿Qué vemos cuando miramos al cielo?), que suena como un versito de canción infantil. Y por ahí anda la idea de su autor, Aleksandre Koberidze, que inventó una fábula romántica realmente original, toda contada por un narrador en off, donde una estudiante y un futbolista de pueblo chico arreglan una cita pero un ojo maligno, al que no vemos, les cambia la cara, así que no se reconocen. Igual, después sintonizan y se reconocen de un modo que algo tiene que ver con la esencia de la imagen que registra la cámara.

Pero hay algo más que complace al público, y es que en esa historia los habitantes y supuestamente hasta los perros siguen las instancias de un Mundial donde la Argentina avanza partido tras partido. ¡Y la sala entera aplaude cuando el narrador dice que la Argentina está triunfando! Que la gente reaccione de esta forma, significa que se ha vuelto amablemente cómplice de la película. Que esto ocurra casi al final de sus 150 (ciento cincuenta) minutos de duración, ya es más que amabilidad. Y que hasta allá en Georgia quieran el triunfo mundial de nuestra selección, es más que un halago.

What Do We See When We Look At The Sky?” no es la única larga de este festival. Ayer empezó a darse el esperado melodrama japonés “Drive my car”, de Ryusuke Hamaguchi, el mismo de “La rueda de fortuna y fantasía”, un artista que parece estar en lo mejor de su carrera. “Drive my car” dura 179 minutos, pero vale la pena. Y hay otra todavía más larga, la española “Quién lo impide”, de Jonás Trueba, hijo del respetable Fernando Trueba. Este Jonás no es tan respetable. Cometió una especie de docuficción siguiendo el crecimiento y el pensamiento de unos adolescentes madrileños medio cansadores que dura 220 minutos y para su proyección considera dos intervalos de cinco minutos cada uno. Eso no alcanza para llegar al baño (antes se decía para fumar un pucho), pero la mitad de los espectadores los aprovechó para mandarse a mudar. Dicen que en representación de la película vino una de las adolescentes protagonistas, Candela Recio, una chica bonita e inteligente con capacidades actorales. Si es así, debe andar por las discotecas.

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