27 de mayo 2005 - 00:00

Mejora en el cierre "Contemporánea x 6"

«Yo yano quepo», la obra de Ana Garat y Pilar Baamonde,que junto a «Y te encontró ahí» de Roxana Grinstein elevansignificativamente el nivel del ciclo de danza contemporánea.
«Yo yano quepo», la obra de Ana Garat y Pilar Baamonde, que junto a «Y te encontró ahí» de Roxana Grinstein elevan significativamente el nivel del ciclo de danza contemporánea.
«Contemporánea x 6». Obras de A. Garat y P. Beamonte y R. Grinstein. (Teatro Presidente Alvear, hasta el 5/6.)

Integrado por dos obras, el tercer y último programa de «Contemporánea x 6» levanta significativamente el nivel de este ciclo de danza.

La propuesta espacial y de movimiento que implica el refinado trabajo en equipo «Yo yano quepo» se articula muy estrechamente con la luz y el sonido dando origen a una trilogía compuesta por un solo, bailado por Darío Rodríguez, un trío formado por Rodríguez, Emanuel Ludueña y Juan Manuel Quesada, y «kepo» que es un noneto que completan otros seis bailarinas.

Pensado como una gran instalación plástica la convivencia entre las luces y el color, la dinámica de la danza y el sonido aportado por la música de Martín Forres Trahtenboit es absoluta. El lenguaje creado por Ana Garat y Pilar Beamonte tiene originalidad y se adapta a la compulsión de la banda sonora. También Eli Sirlin desde el diseño lumínico aporta una suerte de movimiento con los frecuentes apagones e iluminaciones del espacio escénico, siempre renovado. Los cambios de ejes, el uso de diagonales y bordes del escenario y sobre todo los contrastes dinámicos entre la movilidad polarizada y la inmovilidad total resultan sumamente atractivos.

«Y te encontró ahí»
posee un sustento literario sugerido por un poema de Catalina Espósito y Paloma Macchione, dos bailarinas del conjunto de Roxana Grinstein, que despiertan en la coreógrafa una compleja trama de actitudes y dinámicas en íntima relación con la maternidad y las relaciones de amor-odio que mueven a los nueve personajes. Una vez más, tanto las luces de Sirlin como el vestuario de Marta Albertinazzi contribuyen a crear una atmósfera rara e inquietante que tiene su eje en el lenguaje coreográfico de Grinstein, de estilo preciso, con sus escorzos y juegos de sillas que recuerdan tramos de «El escote», una de sus obras más celebradas.

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