22 de enero 2002 - 00:00

Mónica Viñao imprime a obra de Monti el método "Susuki"

Mónica Viñao
Mónica Viñao
(22/01/02) Acaba de subir a escena en La Trastienda (Balcarce 460) «Finlandia», la última pieza de Ricardo Monti. El celebrado autor de «Marathon», «Una pasión sudamericana» y «La oscuridad de la razón», por citar sólo algunos de sus títulos, confió la dirección de su nueva obra a Mónica Viñao, una directora de amplia trayectoria en el circuito alternativo, entre cuyas principales puestas figuran «Sotoba Komachi» de Yukio Mishima, «Hombre de la esquina rosada», inspirada en el relato de Borges, y «Geometría» de Javier Daulte, estrenada en la II Olimpíada Teatral de 1999, en Shizuoka (Japón). Viñao trabajó intensamente con un grupo de actores integrado por Andrea Bonelli, Cutuli, Ignacio Gadano y Jorge Rod, a quienes entrenó en el método Susuki de actuación. Esta exigente técnica creada por el director y teórico japonés Tadeshi Suzuki -del que se ya conoció en Buenos Aires, en el '93, una atractiva versión de «Las Bacantes» de Eurípides titulada «Dionysus»- exige al actor un afinado entrenamiento vocal y físico.

Periodista: Este es el segundo texto de Monti que dirige...


Mónica Viñao:
Así es, antes dirigí «Asunción» y hará unos cuatro años inicié con un equipo de actores un trabajo de investigación a partir de «Una pasión sudamericana». El texto de Monti me entusiasmó tanto que empecé a conversar con él y, después de ver nuestro trabajo, decidió escribir esta nueva obra que tiene un desenlace diferente y pone el foco en otro lugar. Una modificación muy importante es la aparición de dos personajes, los Mezzogiorno, que son artistas de circo y funcionan como siameses («masculino» y «femenino») unidos por el sexo. En realidad siempre están en tránsito entre los dos sexos.

P.: ¿Y cuál es el argumento?

M.V.: Finlandia es la tierra del confin, del fin del mundo. Es la tierra extrema, al borde, barrosa, convulsionada y marginal. La acción transcurre la noche antes de la batalla y el señor Beltrami, jefe supremo del Ejército, está esperando el momento de enfrentar al Loco, su enemigo. Mientras tanto, debe decidir qué castigo aplicarle a una niña de la alta sociedad y a un cura que intentaron fugarse juntos y ahora son sus prisioneros. Entre el sueño y la vigilia, Beltrami observa a estos actores siameses que se encargan de representar el destino trágico de esa pareja de amantes que ha convulsionado el orden. En su representación conducen a Beltrami a través de sucesivas visiones del mundo, el infierno, el purgatorio y el paraíso. Eso abre un nuevo espacio de representación dentro de la obra que es puramente metafísico y poético.

P.: El teatro de Monti siempre invita a una reflexión muy crítica de nuestra historia y, aunque maneja un lenguaje de nivel poético, también se ocupa de incomodar al espectador.


M.V.:
Esta obra tiene mucho de eso. Además de ser muy profunda y de tocar un universal al contraponer el amor a la guerra, también tiene muchos niveles de lectura: político, mítico, poético... Acá se habla del poder y de esa tierra del confín que, obviamente, evoca muchas cosas que nos son cercanas.

P.: Tampoco se priva el autor de otorgarle a algunos personajes un rasgo de obscenidad o de rodearlos de un humor más bien revulsivo.


M.V.:
Yo no hablaría de obscenidad sino de una gran picardía. Todo lo que sucede es muy sensual y sensorial también, pero está envuelto en un clima más bien farsesco. El texto de Monti es muy conmovedor, muy violento y permite transitar por distintos estados emotivos. Habla de lo que nos está pasando a nosotros en la Argentina de hoy, donde es tan difícil y desgarrador encontrar una salida. Uno siente que realmente vive en la tierra del confín y al borde del mundo.

P.: A propósito ¿Cómo sobrevive nuestro teatro?


M.V.:
Creo que a pesar de que nuestras expectativas y esperanzas se han deteriorado mucho, hay que seguir haciendo mientras se pueda y más desde la actividad artística que es el lugar desde donde una sociedad se piensa a sí misma, sobre todo desde el teatro que siempre fue su espejo.

Entrevista de Patricia Espinosa

Dejá tu comentario

Te puede interesar