30 de abril 2011 - 09:00
MURIÓ ERNESTO SABATO
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El deceso de Sabato no sólo tiene repercusión nacional sino también internacional, debido a la dimensión de su obra, en la que se destaca especialmente "Sobre Héroes y Tumbas", publicada en 1964.
Sabato fue una figura central en la elaboración del informe sobre los desaparecidos durante la dictadura militar, trabajo encargado por el Gobierno de Raúl Alfonsín a la CONADEP.
Figuras tanto de la cultura como de la política resaltaron tanto la obra literaria del autor, como su "valentía" para dar luz a la verdad, especialmente por su actuación en el organismo que develó las atrocidades de la última dictadura militar.
Las puertas del club Defensores de Santos Lugares se abrieron a las 17:00 en punto para recibir en primer lugares a familiares y luego a particulares, entre los que sobresalían los vecinos de esa zona del noroeste del Gran Buenos Aires, que se acercaron a darle el último adiós al escritor, cuyo féretro fue ubicado en el primer piso de la sede de la entidad.
Desde las primeras horas pudieron verse a diversas figuras del mundo de la política como Graciela Fernández Meijide, quien estuvo a su lado en la lucha de la CONADEP, y los diputados Francisco De Narváez y Leopoldo Moreau.
Se apreció un fuerte acento localista del público, con algunas camisetas y llaveros de los clubes Almagro y Estudiantes, que homenajeaban tanto en la casa en la que vivió por seis décadas como en el club Defensores, a un hombre que según su hijo, quería ser recordado como "un buen vecino", más allá de la impronta que marcó a nivel nacional e internacional.
Ernesto Sabato había nacido en la ciudad de Rojas, provincia de Buenos Aires, en 1911, se doctoró en física en la Universidad de la Plata e inició una prometedora carrera como investigador científico en París, donde fue becado para trabajar en el célebre Laboratorio Curie.
Allí trabó amistad con los escritores y pintores del movimiento surrealista, en especial con André Breton, quien alentó la vocación literaria de Sabato. Allí en París comenzó a escribir su primera novela, "La fuente muda", de la que sólo publicaría un fragmento en la revista Sur.
En 1945, de regreso a la Argentina, comenzó a dictar clases en la Universidad Nacional de La Plata, pero se vio obligado a abandonar la enseñanza tras perder su cátedra a causa de unos artículos que escribió contra Juan Domingo Perón.
A quel mismo año publicó su ensayo "Uno y el Universo", en el que criticaba el reduccionismo en el que desembocaba el enfoque científico.
Su carrera literaria estuvo influida desde el principio por el experimentalismo y por el alto contenido intelectual de sus obras, marcadas por una problemática de raíz existencialista.
Así, "El túnel" (1948) ahonda en las contradicciones e imposibilidades del amor, mientras que "Sobre héroes y tumbas" (1962) presenta una estructura más compleja, en que los diversos niveles de la narración enlazan vivencias personales del autor y episodios de la historia argentina.
La obra de Sabato ha sido prestigiada con numerosos premios internacionales y difundida en múltiples traducciones.
Incluye ensayos como Hombres y engranajes (1951), El escritor y sus fantasmas (1963), El otro rostro del peronismo (1956), Tango: discusión y clave (1963), La cultura en la encrucijada nacional (1973), Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo (1974), Apologías y rechazos (1979), Antes del fin (1998) y La resistencia (2000).
Aquejado de un grave problema de visión, se dedicó a la pintura, otra de sus pasiones.
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