7 de junio 2007 - 00:00

Otra de jóvenes quejosos (pero esta vez comedia)

La misma Ana Katz protagoniza casi excluyentemente y con muybuenos recursos «Una novia errante», comedia menor de la autoray directora en relación a su obra anterior.
La misma Ana Katz protagoniza casi excluyentemente y con muy buenos recursos «Una novia errante», comedia menor de la autora y directora en relación a su obra anterior.
«Una novia errante» (Argentina, 2007, habl. en español). Dir.: A. Katz. Guión: A. Katz, I. Bortagaray. Int.: A. Katz, C. Portaluppi, D. Hendler, A. Goetz, E. Rivas, M. Montes, N. Tacconi, V. Urtizberea, C. Biquard.

Chiquita en relación a su obra anterior, y también a sus propias posibilidades de comedia, pero simpática y enternecedora, esta nueva película de Ana Katz describe a modo de viñetas la extraña situación de una joven quejosa abandonada por su novio en pleno viaje de vacaciones a la playa. Es cruel, cómodo, y gracioso el modo en que el otro la deja. Y es ridícula, angustiante, y también graciosa la forma en que ella trata de perseguirlo por teléfono.

Por supuesto, sonreímos porque la persecución no es contra nosotros, y porque además su aflicción nos causa un tanto de piedad y simpatía, casi como si la chica fuera una conocida nuestra. La pobre es de esas cargosas tan insufribles por su necesidad de afecto que hasta provocan ternura, y al mismo tiempo es tan insistente y reiterativa que hasta el propio empleado del locutorio, en vez de verla como clienta, trata de escaparle.

Como le escaparía cualquier novio ante un diálogo como éste: Ella: (a puro moco) ¿No me estarás dejando?. El: Yo quiero pensar. Ella: (en tono inmediato de reproche) ¡Ah, bueno, vos estás completamente decidido!.

Uno puede reírse de esta aparente incongruencia femenina, quizás incluso recordando la propia experiencia de algún diálogo parecido. Las peleas de pareja son siempre únicas e iguales en el mundo. También lo son el dolor y el desconcierto de una persona que se siente abandonada. Encima, el lugar adonde iban de vacaciones está fuera de estación, la gente le da una mano pero guarda las distancias, y el único que se ofrece reiteradamente a ponerle el hombro es un gordo sospechoso de chanta. La escena en que se la lleva al medio del bosque, no lo pinta precisamente como un buen samaritano. Y menos alguna otra, en que intenta más o menos sutilmente algún arrime, «por si hay onda». A todo esto, ella ha tenido varias actitudes diversas, algunas naturalmente contradictorias, y tendrá otras cuantas. Su carácter parece ser ése, y se expresa muy bien en una toma donde, no sólo metafóricamente, irá al encuentro de la ola, pero tratará de escaparle.

Actoralmente, a diferencia de su primera obra, «El juego de la silla», que luce como trabajo colectivo, «Una novia errante» es casi un unipersonal de Ana Katz, con el sostén ocasional de Carlos Portaluppi, Daniel Hendler (la pared de rebote, casi siempre fuera de campo) y elenco. Pero qué buen trabajo, digno de cualquier elogio. Lo mismo, la dirección general, de la misma Katz, aunque cabe reprocharle su elección de una cámara movediza, muy adecuada para seguir a la protagonista por la playa (una buena escena, que tiene su misterio), pero no para cubrir un diálogo entre dos personajes barriendo de una punta a la otra de la pantalla como espectador de tenis, en vez de apelar al más tradicional plano/contraplano (que además también tranquiliza la vista del espectador).

El rodaje fue en Mar de las Pampas, Mar Azul, y Villa Gessell. El libreto, casi a medias entre Katz y la escritora uruguaya Inés Bortagaray, que también tiene sus trabajos de cine.

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