15 de mayo 2024 - 15:05

Paola Marzotto: el continente blanco, como pocas veces se lo vio

La artista italiana, junto con Lorenzo Poli, inaugura la muestra, “ARA Almirante Irízar, Misión a la Antártida”, fruto de su expedición de casi tres semanas a bordo: la belleza y el terror por el cambio climático, aunados

La artista italiana Paola Marzotto inaugura la muestra “ARA Almirante Irízar, Misión a la Antártida”

La artista italiana Paola Marzotto inaugura la muestra “ARA Almirante Irízar, Misión a la Antártida”

“El paisaje antártico es metafísico”, dice a este diario Paola Marzotto. “Es de una belleza estremecedora, y a la vez produce una sensación de terror por los efectos que el cambio climático está obrando velozmente sobre él”. Marzotto, artista italiana, aunque de estrechos vínculos con nuestro país, es también fotógrafa, periodista y galerista.

Junto con el fotógrafo Lorenzo Poli presentarán la muestra “ARA Almirante Irízar, Misión a la Antártida”, compuesta por fotografías que tomaron durante una expedición a cinco bases, el año pasado. La exposición se inaugurará hoy, para invitados, y desde mañana y hasta el 19 estará abierta al público a bordo del citado rompehielos (Dársena Norte, con ingreso por Avenida Antártida Argentina 1489, de 14 a 18 horas). Posteriormente, entre el 22 de mayo y el 4 de junio, podrá visitarse en el Edificio Libertad, Comodoro Py 2055, de 9 a 15 horas.

En octubre de 2022, Marzotto había presentado su primera exposición sobre la Antártida en la Legislatura porteña. Su título era un hallazgo de síntesis para definir lo fotografiado por ella en un viaje de la National Geographic al continente blanco: “Antarctica, Melting Beauty”, es decir, “Antártida, una belleza que se derrite”, por los efectos del cambio climático.

“Yo hice un viaje a la Antártida en busca de un paisaje y me encontré con una cosa totalmente distinta”, nos dijo entonces. “Yo nunca fui ambientalista en el sentido militante de la palabra. Pero lo que vi, el drama del que fui testigo, me impuso la necesidad de documentarlo. El riesgo ambiental condena no solo al hombre sino a todas las criaturas, animales, plantas. A todo el planeta.”

Su acompañante en la nueva y ya más planificada expedición, Lorenzo Poli, es un fotógrafo que recibió varios premios, y que proviene de la Eye-V Gallery, fundada por la propia Marzotto, un colectivo de artistas argentinos, italianos, brasileños, portugueses y españoles, donde hay fotógrafos que hacen un tratamiento artístico con la cámara. Eye V Gallery, con sede en varios países, organiza muestras y actos culturales alrededor del mundo, en ámbitos que van desde galerías privadas a museos y bienales de arte.

Dialogamos con ella:

Periodista: ¿Cómo surgió este nuevo viaje?

Paola Marzotto: Desde que regresé del anterior no dejé ni un minuto de proponerme regresar a la Antártida, de forma más planificada. Después de obtener los permisos para viajar a bordo del rompehielos Irízar, nos embarcamos con Lorenzo Poli unas tres semanas, entre mediados de marzo y mediados de abril del año pasado. En este nuevo viaje hubo dos búsquedas distintas: en primer lugar, una dedicada a la naturaleza, al paisaje. Esas imágenes reflejan el paisaje metafísico de la Antártida, pero en su gran parte no forman parte de la actual exposición sino de otra posterior que haré en Madrid, la próxima primavera, y después seguramente en Buenos Aires.

P.: ¿La de ahora en qué consiste?

P.M.: Es una búsqueda paralela sobre el backstage del viaje. La misión del Irízar es aprovisionar las bases antárticas antes del invierno y cumplir otras tareas. En la travesía tocamos las bases Marambio, Carlini, Petrel, San Martín, Esperanza. El capitán Recio, a quien dedicamos la exposición, comandaba la nave, y fue quien nos facilitó todo para que viajáramos. Hoy es un amigo. Nosotros, de alguna manera, también cumplimos una misión, ya que elegimos hacer activismo a través del arte.

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Ambientalismo y comunicación

P.: Usted decía no haber sido nunca una ambientalista activa, sino que tomó mayor conciencia del peligro después del primer viaje.

P.M.: Es cierto. El tema nunca dejó de preocuparme, pero yo firmaba peticiones, hice donaciones o apoyaba campañas. Hacía cosas, pero por algo que consideraba quizás algo lejano. Sólo a partir de 2020, con la pandemia, a mi regreso del primer viaje, me di cuenta de que es un apocalipsis lo que se está viviendo. Mi conciencia cambió desde entonces: pero también me di cuenta, porque además provengo del periodismo y estoy habituada a los social media, de que la gente no tiene empatía ni simpatía con los ambientalistas, salvo los más jóvenes.

P.: Reconozcamos que algunas acciones de los ambientalistas, como la de dañar obras de arte en museos, no contribuyen a generar empatía.

P. M.: Sí, obviamente no está bien. Son acciones demostrativas, fuertes, para llamar la atención. No contribuyen con su causa. Estoy de acuerdo. Pueden atraer a un cierto público, esos más jóvenes que decíamos antes, y nada más. También hay actores, ambientalistas y animalistas, como Joachim Phoenix, Leonardo Di Caprio, Jane Fonda desde siempre, y eso tampoco funciona porque la gente los ve como las celebrities que asumen posturas que es necesario asumir. Nada más. Lo necesario es transmitir mensajes simples, que transmitan lo que es necesario y urgente.

P.: Facilitar la comunicación y dejar de lado el narcisismo.

P.M.: Tal cual. La comunicación es muy importante, y es un tema muy delicado. Yo tampoco creo que sirva mostrar desastres porque el ojo humano, cuando los registra, tampoco los quiere, los rechaza. Voy a poner un ejemplo: yo estuve en la región de Nagorno Karabaj, en Armenia, una zona tremendamente conflictiva donde habían soportado ocho años de guerra. Y estando allí, no saqué ni una sola fotografía de los horrores que vi. Ni una. Mi cerebro lo rechazó. Era como Gaza ahora.

P.: ¿Cómo siguió su carrera después de primera exposición sobre la Antártida?

P. M.: Hice una exposición en Madrid, “My Giverny”, sobre nenúfares muy grandes que saqué en la fuente de mi casa de matriz impresionista, y también algo japonesa, pero de inmediato empecé a preparar la expedición con el Irízar. El fotorreportaje es otra cosa, yo necesito narrar con las imágenes, y lo que hicimos en este viaje fue una narrativa compleja.

P.: ¿Cómo resultó el viaje a bordo del rompehielos?

P. M.: Las condiciones en el viaje eran cómodas, la tripulación muy agradable, pero las imágenes no siempre son fáciles de captar. El paisaje es diferente también, porque fuimos a las bases, pero el problema del hielo es el mismo que el del viaje anterior: no lo hay más, ya no se puede caminar sobre él porque no existe, y eso impresiona. Aparece algunas veces, golpea los bordes de la nave, pero ya no es como antes. Y no estamos hablando de hace mucho tiempo sino de apenas diez años atrás, cuando los buques rompehielos, como el Irízar, rompían hielo para navegar. Es alarmante. ¿Cuántas veces lo leemos y no le prestamos atención? A mí eso me provocó una impresión enorme, hasta física. Es como una película de terror. El cambio climático no es sólo el discurso de un actor que ganó el Oscar, es una realidad atroz que crece a pasos agigantados.

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P.: ¿Se dividieron la tarea con Poli?

P. M.: Sí. Yo me ocupé más de registrar la tripulación, la parte humana del viaje; las pausas, los momentos de tomar mate, además de los paisajes, y él, como además es ingeniero y arquitecto, se centró más en lo técnico de la nave, los motores. Algunas de mis fotos, como habíamos dicho antes, la de los paisajes metafísicos, estarán en una próxima exposición.

P.: ¿Por qué metafísicos?

P. M.: Es el comentario que más recibo de la gente cuando ve mis paisajes. Nosotros somos artistas visuales, no verbales, y esa es la definición que recibo con mayor frecuencia. Esa luz rosada, que parece irreal, que ilumina la Antártida, transmite esa sensación metafísica. El cielo y el mar tienen el mismo color, parecería que no existiera un horizonte. Es una aurora en la que la luz pasa muy limpia: es ese paisaje que despierta esas sensaciones en el contemplador.

P.: Usted ha dicho que Buenos Aires podría ser la capital cultural del mundo si se lo propusiera.

P.M.: No tengo duda.

P.: ¿Más que una ciudad europea, o que Nueva York?

P. M.: Veamos. Roma no existe, es provincia, y más en lo cultural. Madrid es la capital de la movida, París ya no es más lo que fue. Londres sí, bastante, pero no es una capital cultural. Nueva York fue la capital cultural del mundo occidental, pero entró en decadencia. Yo no digo que Buenos Aires lo sea, pero tiene esa potencialidad: no hay otra ciudad, por ejemplo, que tenga la actividad teatral de Buenos Aires, aquí hay un teatro que no se encuentra en Nueva York. Además, hay muchísimos artistas buenísimos. Y hacer de Buenos Aires la capital mundial de la cultura llevaría poquísimo tiempo. Es cuestión de proponérselo.

Arte y linaje

Paola Marzotto, nacida en Venecia, desciende de una familia de linaje: es hija de Humberto y Marta Marzotto, y nieta del conde Gaetano Marzotto, fundador de una de las empresas textiles más importantes de Italia, Su madre llegó a ser la musa inspiradora de las pinturas de Renato Gutusso. “Guttuso era comunista, gran amigo de Pasolini a quien también conocí de chica”, recuerda. “En 1941, él pinto su obra más famosa y revolucionaria, ‘La crucifixión’, que recuerda a Picasso, en la que uno de los soldados que torturan a Cristo tiene los rasgos de Hitler. Era una obra casi cubista. Nosotros teníamos un departamento en Roma, en Piazza di Spagna, y del otro lado de la calle vivía otro gran pintor, Giorgio de Chirico. A la noche, desde mi ventana, yo lo veía pintar. Mi infancia, mi juventud, fue realmente privilegiada”.

En su carrera como fotorreportera, Marzotto estuvo en las Filipinas durante el rodaje de “Apocalypse Now”, de Francis Ford Coppola. “Convivimos varios meses allí en la selva”, señala. “En aquel tiempo, fines de los 70, sólo se trabajaba con rollos de 36 en celuloide, había que tener muy buen ojo para sacar las fotos porque después las escenas no se iban a repetir. Yo estuve fotografiando toda la parte de la Cabalgata de las Walkyrias, la de los ataques de los helicópteros, con Robert Duvall.”

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