La muestra de Bernardo Salcedo que se inaugurará el próximo martes 18 de junio, continúa la presentación de arte colombiano el Museo Nacional de Bellas Artes. Es la cuarta muestra de ese país, luego de las de la reconocida tapicera Olga de Amaral, el gran dibujante y pintor Alvaro Barrios, y Beatriz González, pintora internacional y curadora del Museo de Arte Moderno de Bogotá. Salcedo es uno de los artistas conceptuales más renovadores de Colombia en las últimas décadas. Fue la crítica argentina Marta Traba, quien reconociendo el valor de sus instalaciones, organizó su primera muestra individual, en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, en 1965. Para sus primeras obras el artista recuperó del desván familiar objetos de su pasado: valijas, baúles y cerámicas. De esos años, destacamos «La valija de Lola» (1966), que armó con una maleta de su padre, médico cirujano, en la que incluyó juguetes.
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Siendo todavía estudiante de arquitectura, realizaba cajas a partir de maquetas que preparaba para la Universidad y la originalidad de sus soluciones escénicas está vinculada con su formación como arquitecto y su interés por la estética del cine.
En la serie «Cajas elementales» trabajó de 1969 a 1973, y las presentó en la Bienal de Artes Gráficas de Cali. La más importante fue «La Caja Agraria» (1973), armada con heno, arroz y arena. Con escasos elementos y gran simplicidad, abordó el eje de los conflictos de un país agrario como Colombia, en el que la distribución de la tierra y el uso de los recursos naturales están ligados a los desequilibrios sociales y económicos.
En los primeros '70 inicia una nueva etapa cuando adopta en sus obras la incorporación de palabras escritas. De esta época es «Hectárea de heno», conformada por 500 bolsas de polietileno, numeradas y agrupadas, en la II Bienal Internacional de Arte Coltejer, en Medellín (1970). El concepto de «Planas y castigos escolares» (1970) una de sus primeras obras del período textual, nació del rescate de sus cuadernos escolares, con los que recupera las correcciones por medio de la repetición de frases. También «Primera lección» (1973) pone en evidencia el papel de la escritura para el arte como idea: se refiere a las enseñanzas elementales de las clases de historia nacional, a través de palabras y signos.
La contundencia visual de esta obra es también evidente en «Frases de cajón» (1975) realizada con 150 cajas, en las que incluyó frases propias del mundo periodístico. Un ejemplo de la riqueza del imaginario de Salcedo y sus reinterpretaciones de la realidad es «El viaje» (1976), obra en la que recupera los relatos periodísticos sobre la violencia cotidiana en su país. De esta época, queremos recordar su proyecto «Film out», que preparó como guión para un experimento cinematográfico para Buenos Aires, en el CAYC (Centro de Arte y Comunicación), 1978. «Llegué a Budapest en 1977 y me asilé. Se me olvidó hasta el nombre», recuerda a propósito de su permanencia en Hungría como Encargado de Negocios en la Embajada de su país. A su regreso a Colombia presentó «Cosas nuevas» (1979). Otra vez la casa paterna estimuló recuerdos: con objetos y documentos de los baúles familiares reconstruyó los personajes de aquel tiempo. Ejercicio que llevó a cabo también en «Señales particulares» (1981), en las que utilizó el soporte de la fotografía.
Pero creemos que los «serruchos» son su creación más representativa. Las obras de la serie «Aserrando el agua» (1983-1990) constituyen una metáfora de su trayectoria: la representación de los conflictos regionales latinoamericanos. En una síntesis singular, el artista absorbe el drama de la dialéctica política de su país y de la región.
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