19 de octubre 2006 - 00:00

Severo "Boris" antes del cierre

El bajo ruso Analoly Kotcherga compuso un notable Boris Godunov, la ópera conla que se despide el Colón antes de su cierre hasta mayo de 2008.
El bajo ruso Analoly Kotcherga compuso un notable Boris Godunov, la ópera con la que se despide el Colón antes de su cierre hasta mayo de 2008.
«Boris Godunov». Mus. y lib.: M. Mussorgsky. Dir. mus.: S. Lano. Régie: M. Pontiggia. Esc.: D. Siliano. Vest.: D. Taiana. Ilum.: R. Conde. Coro: S. Caputo. Coro Niños: V. Sciammarella. Coreog.: C. Trunsky. Orq., Coro y Coro de niños del Colón. (Teatro Colón). Hasta el 28 de octubre.

La nueva producción de «Boris Godunov» de Modest Mussorgsky en el Teatro Colón cierra las puertas de la sala por un año y medio para su restauración. Por esa circunstancia, no muy feliz para cualquier melómano ya que el Colón no posee ningún émulo en Buenos Aires para continuar con una actividad acorde al prestigio musical de la ciudad, se pretendió realizar un gran espectáculo con una ópera que es grandiosa de por sí, comprometiendo a las secciones técnicas y a los elencos estables junto a solistas locales e internacionales. En líneas generales el emprendimiento fue logrado, pese a ciertas reacciones en el público del Gran Abono.

«Boris Godunov» se apoya argumentalmente en dos detonantes: la tortura y la muerte. Tiene dos protagonistas: Boris, el Zar ungido en medio de zozobras e intrigas, y el pueblo, que sufre las consecuencias en medio de la inseguridad y el hambre.

Transcurre de 1598 a 1605, pero podría ocurrir también hoy. Seca pero bella, de maravilloso poder melódico y de una sobria intensidad dramática, la obra es compleja y extendida (más de cuatro horas de espectáculo) pero no puede ignorarse que se trata de una obra maestra de la lírica rusa.

La puesta de Mario Pontiggia posee rigor dramático y plasticidad no sólo en el movimiento escénico que equilibra las escenas épicas con las íntimas, sino también en los aspectos puramente visuales como vestuario, escenografía y luces, todos de un significativo patetismo. Una biblioteca en exceso contemporánea en los aposentos imperiales del segundo acto no invalida una labor severa en lo visual.

Stefan Lano dirigió con su habitual pericia a la Orquesta Estable. El Coro Estable cantó admirablemente siempre destacándose en las vigorosas secuencias del comienzo y de la conclusión. También lo hizo el Coro de Niños adiestrado por Sciammarella. Un elenco parejo que incluyó a cantantes rusos, argentinos y uruguayos, tuvo a su cargo los papeles centrales. Analoly Kotcherga impuso su voz y temperamento dramático en un Boris conmovedor. Enrique Folger se adueñó con su bella voz y coherente actuación del falso Dimitri. Mijail Kit otorgó autoridad a su Pimen, y Cecilia Díaz presencia vocal y escénica a Marina. No fueron los únicos destacables ya que toda esta versión respira autenticidad.

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