30 de enero 2007 - 00:00

Sólo las voces salvan la "Pasión"

Guillermo Fernández, Marisol Otero, Sandra Ballesterosy Lorena Miranda se lucen con sus participaciones. Es loúnico.
Guillermo Fernández, Marisol Otero, Sandra Ballesteros y Lorena Miranda se lucen con sus participaciones. Es lo único.
«Pasión Bohemia» Libro Orig. y Letras: P. López Tobares. Dir. Gral., vocal, música y letras: V. Lynch. Coreog.: M. Letamendia. Dir. actoral: G. Bonafina. Int.: G. Fernández, S. Ballesteros, M. Otero, O. Pini, entre otros. Esc.: S. Ovsejevich y V. Abramovich. Vest.: P. Graciano y A. Sellán. Ilum.: T. Romero. (C.C. Konex).

Conocida es la relación del pintor post-impresionista Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901) con la fauna nocturna del Moulin Rouge, donde confluían artistas bohemios, prostitutas y delincuentes en los años de la Belle époque, a los que perpetuó en el tiempo con sus pinturas y grabados.

«Pasión Bohemia» se apropia de este asunto casi como una excusa para entrelazar diversas historias de amor que reproducen, con trazo grueso, todos los tópicos del folletín (mujeres abusadas por sus padres y luego arrojadas a la miseria; galanes perversos; vampiresas que se reivindican minutos antes de morir, etcétera).

La elección de género es válida, pero lo que resulta fallido es el libreto, que se ramifica en diversos circuitos de vida que se dispersan y estiran durante más de dos horas sin ningún tipo de justificación. Las situaciones dramáticas son, en general, de escaso interés; distorsionan innecesariamente los datos reales o bien están llenas de clichés y de detalles nimios que debilitan la acción.

A falta de una buena dirección todos los conflictos expuestos -especialmente los referidos a Lautrec- tienden a perder ritmo y coherencia. Es de suponer que los resultados mejorarían con una mayor síntesis y condensación de las historias en juego.

Por otra parte, sorprende la poca rigurosidad con que se han resuelto las coreografías y el diseño de escenografía y vestuario, sobre todo tratándose de un musical. El clima festivo y decadente que intenta transmitir el espectáculo sólo se aprecia en las canciones que -junto al desempeño de sus figuras protagónicas- son el punto fuerte de esta comedia musical.

Esto se contradice con el abuso de lágrimas, lamentos y risas desquiciadas al que se obliga a los intérpretes. Un registro que atenta contra el clima emotivo que ellos mismos logran instalar con cada canción. Guillermo Fernández, Marisol Otero, Sandra Ballesteros y la debutante Lorena Miranda (participó en «Cantando por un sueño») se lucen interpretando tangos, blues, baladas, y algunas temas de amor en los que se reconoce el inconfundible sello de Valeria Lynch.

Cada cual en su estilo -algunos con más técnica, otros con más histrionismo- van interpretando un repertorio que transmite la energía y el dramatismo que falta en algunas escenas. El trío de mujeres se destaca muy especialmente en «¿Me amarán cómo yo soy?», y también logra potencia el duelo que entablan Otero y Miranda en «Vida difícil». Esta última es toda una revelación como actriz. También resultan muy eficaces las intervenciones de Omar Pini (otra vez al frente de un cabaret, como en «Víctor Victoria») y de otra gran comediante Fabiana Bruni (La Commandant), sin olvidar a Ballesteros, que como ya lo demostró en televisión, es toda una especialista en vamps de armas tomar.

P.E.

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