1 de octubre 2013 - 00:15

Stampone: “Prefiero que hoy me escuchen sentados”

Atilio Stampone: “En realidad, el camino de la evolucion musical lo marca el jazz. Con el tango depende de cómo evolucione la sociedad. En la década del ‘40 hubo una gran producción y cambios en el cine y el teatro argentino, y ahí también entró el tango”.
Atilio Stampone: “En realidad, el camino de la evolucion musical lo marca el jazz. Con el tango depende de cómo evolucione la sociedad. En la década del ‘40 hubo una gran producción y cambios en el cine y el teatro argentino, y ahí también entró el tango”.
Atilio Stampone es uno de los mitos vivientes del tango en la Argentina. En más de 70 años de carrera hizo música junto a Astor Piazzolla, Horacio Salgán y Leopoldo Federico, y tambien salió del molde para coincidir con figuras como Pedro Aznar o Cacho Castaña, como ocurrió en su último disco "Tango", del año pasado. Pianista, compositor y director, hace tiempo que está alejado de las orquestas típicas -"hoy prefiero que la gente me escuche sentada", dice-, y afirma que su inspiración proviene en gran medida del jazz y de la armonía de Maurice Ravel. A los 87 años, Stampone ejerce la presidencia de Sadaic y expresa su vitalidad a través de la dirección de la Orquesta Nacional de Música Argentina "Juan de Dios Filiberto", con la cual hará cinco presentaciones libres y gratuitas durante octubre: hoy y el 9 en el Teatro del Globo, el 6 en el Teatro Municipal de Quilmes, y el 16 y el 23 en el Teatro Nacional Cervantes.

Periodista: ¿Cuál es su propuesta con la orquesta Juan de Dios Filiberto?

Atilio Stampone: Es algo que hago desde hace más de 12 años y me interesa mucho. ¿Dónde, en Buenos Aires o en la Argentina, voy a conseguir 50 músicos de primer nivel para dirigirlos como quiero? Hay metales, cuerdas, cuatro bandoneones, el primer violinista es Rafael Gíntoli, que ha tocado en la sinfónica de Milán como solista. Esto me permite hacer trabajar la cabeza y volar en lo que yo creo que puede ser el tango musical. Tal vez hago una selección de milongas y hago tocar a los tambores, a los cornos, y cosas así que en otro lado no puedo.

P.: ¿Se ha alejado por completo de las formaciones tradicionales de tango?

A.S.: Yo empecé en las orquestas tradicionales, pero llegué a un grado de evolución. Con Lepoldo Federico armamos en su momento un proyecto que el mes que viene va a cumplir 60 años. Después cada uno siguió su camino. En los años '47 y '48 tenía 16 años y era el pianista de Piazzolla. Ocurre que en mi carrera tuve suerte con varias cosas, como cuando hice música de cine, de películas como "Un guapo del 900" y "La mano de la trampa", de Leopoldo Torre Nilsson, o "La historia oficial". Fue entonces que fui dejando de tocar para que bailen, algo que no desprecio, sino que recuerdo muy bien, pero ahora me interesa que me escuchen sentados. El que baila está con la danza y para eso hay otras orquestas que son muy buenas.

P.: ¿Disfruta de algún artista de la actualidad?

A.S.: Mi ídolo de toda la vida en el piano es el maestro Horacio Salgán. Y la última evolución que tuvo el tango fue Astor Piazzolla. Trajo mucho para el que gusta del género y para el que no también.

P.:¿Qué opina de las nuevas generaciones que se acercán al tango?

A.S.: El asunto es que toquen bien, no si son jóvenes o veteranos. En mi orquesta hay jóvenes que son excelentes. Muchos sale de los conservatorios y se incorporan al género. Son gente de estudio, algo que no era así antiguamente, porque antes era oído y oficio.

P: ¿Qué evolución observa en el género?

A.S:
Todo depende de cómo evolucione la sociedad. En la década del '40 hubo una gran producción y cambios en el cine y el teatro argentino, y ahí también entró el tango. No se dió de casualidad, son las condiciones sociales que permiten la evolución. Hasta ahora no escuché algo que me interese después de la época de Astor y Salgán.

P.: ¿Usted a qué público se dirige?

A.S.:
A gente del tango, que conozca y le guste el género. El público ha evolucionado mucho en cuanto a la comprensión de los arreglos y los sonidos. Los tiempos pasan y la gente va educando su oido. Primero vamos evolucionando los que estamos en la cosa y después el público de a poco. Esto no pasa con el tango sólo. En realidad el camino de la evolucion musical lo marca el jazz. Siempre fue así. Recuerdo cuando era joven, me la pasaba escuchando a las grandes bandas de jazz, a los grandes pianistas. Cuando vino a la Argentina, Bill Evans era mi ídolo. Al escucharlo por primera vez casi me muero, por los acordés, por las armonizaciones que hacía. Para mi es el pianista número uno de la historia del jazz. Cuando estaba Caño 14, con (Francisco "Mochín") Marafioti escuchábamos discos de Evans toda la noche. Mientras tocaba Pichuco nosotros ibamos a escuchar jazz, porque traía una revolución armónica y del lenguaje musical. El tango venía muchas veces detrás.

P.: ¿Cuál considera la década más fructífera para el tango?

A.S.:
La del '40, cuando Astor estaba con Pichuco. Recuerdo que estábamos en radio El Mundo y había cuatro orquestas típicas mensuales. Los bailables de los sábados los hacían Anibal Troilo, Juan D'Arienzo, Carlos Di Sarli... Las orquestas eran todas de más de 15 personas. Era otro standard de vida de la gente. Había mayor consumo, no de música solamente. Era otra Argentina y otro Buenos Aires.

P.: ¿Quiénes son sus preferidos en la composición?

A.S.:
Mariano Mores es el gran compositor desde el '40 para acá.. Nació para escribir. Debe tener unos 60 tangos, uno mejor que el otro. Homero Espósito también fue un genio y un gran amigo. El tango Afiches lo hicimos entre los dos, en una época en que el venía de Zarate a comer a mi casa en San Cristobal. Salió de una melodía que yo tocaba como cortina en radio el Mundo. Era la década del '50 y él se iba a jugar a las cartas al boliche de la esquina de Carlos Calvo y Catamarca, que fue el Rancho de Ochoa. Un día me llamó por teléfono desde ahí y me dijo: 'Escribí, y me dictó toda la letra de una. Luego me pidió: 'Fijate si coincide simétricamente con esa melodía que tocás todo el tiempo y no me deja morfar tranquilo con tu vieja'. Empecé nota por nota, me fui al café y le dije: 'Mimo, no hay que cambiar nada, esta perfecta', 'Si, ya se -me respondió-, pero en la segunda parte cuando repetís dos veces la nota Si, el segundo es bemol'. Tenía razón. Es una letra increíble. Creo que se la dedicó a un gran amor que tuvo.

P.: ¿Qué le gusta escuchar en privado?

A.S.:
Música clásica. A los grandes, a Stravinski. Mi ídolo es Maurice Ravel. Me se de memoria toda su obra ¿Piensa que los acordés que hago los inventé yo? No, son de Ravel. No tengo el genio de él, pero trato de aplicarlo en el tango. La armonía raveliana me enloqueció, por eso cambié la forma de tocar, de armonizar, de instrumentar. Los "Valses nobles y sentimentales" son un manual de armonía. Todo va en cada uno: Do mayor es Do, Mi natural y Sol y muchos se van a pasar toda la vida con ese acorde, pero yo necesito una nota que haga disonancia con las otras, sino no quedo satisfecho. También me gusta el jazz. Hay un disco de Bill Evans y Tony Bennett -que para mi es el más grande cantante-, en el que no se sabe a cuál de los dos escuchar por las maravillas que hacen.

P.: El año pasado sacó un disco con muchos invitados ¿Le gustó el resultado?

A.S.:
Para mí quedó muy bien, pero no se por qué lo frenó la compañía. Igual voy a seguir haciendo cosas. En ese disco grabé con Pedro Aznar, que hizo una versión de "La casita de mis viejos", con piano sólo, que es muy buena. Me parece que de los que están en ese género de música Aznar es artísticamente el de mayor nivel, el más talentoso. Tal vez sea eso una contra para él, porque un Charly García haciendo cualquier disparate va a tener más éxito.
Entrevista de Pablo Domini

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