“No hay una palabra que aparezca en la banda sonora que no sea de Manuel Puig”, dice Renata Schussheim, quien junto con Oscar Araiz ofrecen una nueva versión de “Boquitas pintadas” con el Ballet del San Martín, algo que ya habían hecho en 1997 pero que esta vez aggiornaron “porque sino nos íbamos a aburrir mucho, acá hay una vuelta de tuerca e innovaciones tecnológicas”, explica Schussheim.
“Boquitas pintadas”: la obra de Manuel Puig se renueva siempre
Diálogo con Renata Schussheim, quien reestrenará con Oscar Araiz una versión remozada de esta pieza de danza-teatro.
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En “Boquitas pintadas”, la acción ocurre en un pueblo de Buenos Aires entre 1934 y 1947. Como en los radioteatros de la época, se habla siempre de lo prohibido a través del ocultamiento y la simulación. En ese doble juego, que es el anverso y el reverso de la hipocresía y la envidia, se delinea la naturaleza de los personajes. Se estrena el sábado y podrá verse de viernes a domingos. Dialogamos con Schussheim.
Periodista: ¿Cómo es esta nueva adaptación de la novela de Manuel Puig a la danza?
Renata Schussheim: Esto no es específicamente danza, es teatro danza, es muy difícil de definir. Los textos de Manuel son maravillosos así que cuando lo adaptamos seleccionamos fragmentos hilados unos con otros. No es una adaptación, todo lo que se escucha lo escribió Manuel. La banda sonora está apoyada en sus palabras, mezcladas con la música, hay una selección muy meticulosa y lo que logra el grupo de danza contemporánea es una fiesta.
P.: Dice que es danza teatro pero está interpretada sólo por el ballet del Teatro San Martín, ¿cómo es eso?
R.S.: Cuando lo planteamos por primera vez con Telerman, la idea era hacer una combinación de actores y bailarines. Comenzamos con el casting y los integrantes de la compañía de danza eran tan buenos todos que hoy hay tres Nené y varios de cada personaje. Es que tenemos de más, es un lujo, aunque con bastantes dificultades pospandemia, pero allá vamos. Estamos en el canal de parto con Boquitas, a punto de estrenar.
P.: ¿Cómo es la mirada contemporánea de la novela que aportan a esta versión y en qué se diferencia de la anterior?
R.S.: Desde la gestualidad, la propuesta de trabajar en teatro como si fuese cine, los planos, cómo la gente interactúa; no es una recreación, recurrimos al video, a proyecciones que no usábamos antes, era una sala más pequeña. Son escenas que se van hilvanando unas con otras.
P.: ¿Cuál la estética elegida para recrear el cine y radioteatro de los 30 y 40?
R.S.: Además de que tiene mucho humor, se recrean esos años desde el maquillaje, los estereotipos, en los caracteres de los personajes. Hay unas pestañas alucinantes que fabrica una drag queen. Es cero naturalista, entra en el terreno más experimental del monigote y la exageración. Siempre fue así Boquitas y ahora más. La fiesta de la primavera la corona un vestido que parece una torta de bodas. Era una época con una moda muy particular y maravillosa. Cuando la hicimos por primera vez me recorrí ferias americanas y conseguí ropa auténtica hecha con amor por mujeres que cosían a mano, parecían joyas, se tomaban ese tiempo para coser esa prenda, tiempo que ahora no hay. .
P.: ¿Cómo era el comportamiento social de la época que se traduce en esos discursos del cine y el radioteatro?
R.S.: Era otro mundo, pero hay algo tan argentino en “Boquitas”, el ser nacional, esa palabra aterradora, y también del prototipo del cine, del muchacho encantador, el atorrante, el seductor pero mentiroso. Sucede en un pueblo pequeño, donde todo se sabe y todo se oculta. Es un melodrama, un género muy particular.
P.: ¿Cómo es el trabajo con el vestuario del Complejo Teatral?
R.S.: Es muy importante haberlo conservado si recordamos el momento de gran tensión que se vivió porque querían edificar en ese terreno. Pero por suerte se preservó. Había costado mucho ponerlo como está, desde la fundación del San Martín a varios sponsors que habían aportado. Por suerte continúa y es un gran lugar para encontrar vestuarios.
P.: ¿Qué vigencia tiene Puig?
R.S.: Manuel es maravilloso, placentero, un autor genial, con una temática que de golpe se hace muy presente. Hay una cosa de cierto glamour y perfume porque le encantaba cine, pero también aparece la represión, los géneros, lo que se habla hoy día, es absolutamente actual.
P.: ¿Cómo ve las artes escénicas?
R.S.: Es un momento interesante, como todo lo que ocurre en las crisis o apocalipsis. He visto cosas menos encuadradas, a nivel danza, teatro y visual, siguiendo lo transidisciplinario, todo se está mezclando un poco y se vuelve multimedia. Hablaba con la directora del Recoleta que la gente a veces necesita etiquetar cuando no entiende, le perturba no poder definir, necesita etiquetarlo pero son tiempos en que las etiquetas están volando. La gente necesita quedarse tranquila de definir de qué se trata pero todo se completa siempre con la mirada del otro. Ese es el atractivo y lo maravilloso, la experiencia del espectador que termina de completar y ver su propia película.
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