«Una película de huevos» (México, 2006, habl. en español). Guión y dir.: R. y G. Riva Palacio Alatriste. Dibujos animados.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
Los creadores de este original dibujo animado ofrecen honradamente su producto. Se trata, efectivamente, de una película de huevos. Salvo excepciones, todos los personajes son huevos. De gallina, de confetti, dando vivas al colesterol, de reptiles, y hasta hay uno de chocolate, Huevay Segundo, con acento cubano pero sin un habano, ni siquiera de chocolate. Y el protagonista es un ingenioso huevo recién salido que sueña realizarse como pollo, por lo cual escapa de la cocina con otros compañeros, afronta el tránsito urbano, cae por una alcantarilla, deriva en un parque de atracciones, etcétera.
Los únicos no-huevos que se ven son unas gallinas (entre ellas la sufrida madre del huevo, buscando a su vástago de granja en granja), unos pocos humanos que aparecen fugazmente (incluyendo en esa definición una familia de gordos ansiosos por el desayuno), un gato maula, unas ratas de albañal con tonada ranchera, y una sufrida feta de tocino, tradicional compañera en desgracia de los huevos.
Por supuesto, hay unos cuantos chistes obvios, de simple o doble intención, otros bien singulares, y casi todos para todo público, aunque algunos pegan mejor entre los mexicanos, por ejemplo, cuando un huevo descubre a su media naranja, toda ronroneante y pestañeante, y exclama «¡Qué hueva!», y su compinche le pregunta «¿Qué? ¿No te gustó?» (los mexicanos usan «hueva» por tedio). En resumen, un entretenimiento coherentemente fresco, sabroso y nutritivo, para todos los paladares.
Importante: la obra no explica si primero fue el huevo o la gallina. En cambio da a entender por qué James Bond nunca debería tener un hijo chino de nombre Hue, y, sobre todo, responde temporaria y felizmente a la ansiosa pregunta laboral de decenas de estudiantes argentinos de animación.
Ocurre que el dibujo nació como un chiste de Internet de los hermanos mexicanos Rodolfo y Gabriel Riva Palacio Alatriste, pero sólo con artistas y técnicos argentinos pudo convertirse en largometraje. Acá se hizo casi todo, desde el story board hasta la edición. Más de 90 personas trabajaron, más de un año, para hacerlo. Algunas venían de «Dibu» o «Los Pintín», o de familia de animadores de anuncios comerciales, otras directamente de las aulas de Diseño de Imagen y Sonido de la UBA. El centro de reunión fue Hook Up Animation, un estudio que cumple servicios de producción para Cartoon Network Latin America y Walt Disney Televisión. Y esto es todavía más interesante: ese estudio lo fundaron, en octubre de 2001, cuatro socios que además eran el único personal de la empresa. Hoy tienen como 50 empleados.
Dejá tu comentario