Japón volvió a colocarse esta semana en el centro de la escena financiera internacional. El Gobierno de Sanae Takaichi aprobó un paquete fiscal histórico, en medio de un repunte inflacionario, tensiones crecientes en el mercado de bonos soberanos y renovadas presiones sobre el yen. El conjunto de estos factores desató un fuerte reajuste en los mercados y alimentó la percepción de que la economía japonesa ingresa en una etapa de elevada volatilidad con impacto global. Estas son las claves del nuevo escenario.
Japón sacudió los mercados con un megapaquete fiscal y revive la tensión financiera global
El estímulo de 21,3 billones de yenes, la presión sobre los bonos y la debilidad del yen reconfiguran el escenario internacional. Analistas advierten sobre una fase de alta volatilidad con impacto global.
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El país realizó un estímulo fiscal histórico.
1. Un paquete de estímulo de magnitud excepcional
El Gobierno anunció un programa de estímulo por 21,3 billones de yenes, equivalente al 3,5% del PIB, de los cuales 17,7 billones corresponden a gasto real. Se trata del mayor paquete desde la pandemia e incluye subsidios energéticos, medidas para apuntalar el consumo y una suba en el gasto en defensa.
Para Stephen Innes (SPI AM), se trata de una “bazuca fiscal” largamente anticipada por el mercado. Cerca de 12 billones de yenes se destinarán a contener los precios, con ayudas para electricidad y gas y la suspensión temporal del impuesto a la gasolina. Según cálculos de ING, estas medidas podrían reducir la inflación en 0,7 puntos entre febrero y abril y sumar 1,4 puntos al crecimiento anual del PIB durante los próximos tres años.
El tamaño del paquete respondió también a la necesidad política del Gobierno —en minoría parlamentaria— de sumar apoyos para su aprobación.
2. Bonos soberanos bajo presión
Antes del anuncio oficial, los inversores ya descontaban una fuerte emisión de deuda. El rendimiento del bono japonés a 30 años alcanzó el 3,41%, su nivel más alto desde los años 70. Tras la presentación del paquete, las tasas cedieron levemente al confirmarse que la expansión fiscal no sería tan agresiva como anticipaban los mercados.
No obstante, la presión persiste. ING proyecta que el rendimiento del bono a 10 años podría avanzar hacia el 2%, en un contexto en el que se esperan alrededor de 7 billones de yenes adicionales en emisiones, cifra que el Gobierno sostiene que podría ser menor. La incertidumbre condiciona además la estrategia del Banco de Japón (BoJ), que avanza gradualmente hacia una normalización monetaria.
3. El yen, en el centro de la preocupación
Después de semanas de marcada depreciación, el yen frenó su caída tras un cambio de tono del Ministerio de Finanzas. Para Innes, las recientes declaraciones reflejan un mensaje codificado: la posibilidad de una intervención cambiaria vuelve a estar sobre la mesa. Danske Bank coincide en que las condiciones se acercan a un escenario de acción directa en el mercado.
La volatilidad se agravó por el desplome de las acciones tecnológicas japonesas —con SoftBank cayendo más de un 10% en una sola jornada— y por la corrección global en criptomonedas, que forzó ventas de otros activos de riesgo.
4. El dilema del Banco de Japón
El BoJ enfrenta uno de los momentos más delicados de los últimos años: inflación subyacente en 3%, un yen débil y un mercado que anticipa una suba de tasas antes de fin de año. Sin embargo, el estímulo fiscal podría desplazar ese movimiento. ING proyecta hasta 50 puntos básicos de subas acumuladas hacia 2026, pero con gran incertidumbre sobre el calendario.
Danske Bank destaca que la depreciación del yen continuará presionando los precios de importación, alimentando expectativas de endurecimiento monetario. El dilema es evidente: subir las tasas podría fortalecer la moneda, pero también tensionar aún más el mercado de bonos y encarecer el financiamiento del Estado.
5. Japón vuelve al centro del tablero global
El país combina hoy un estímulo fiscal de magnitud histórica, un mercado de bonos exigido, una divisa bajo vigilancia y un banco central forzado a actuar con cautela en un entorno de creciente volatilidad. Los analistas coinciden en que la evolución de la economía japonesa puede amplificar la inestabilidad financiera global en los próximos meses.




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