El mundo laboral habla inglés. Las principales negociaciones internacionales, los equipos remotos, la ciencia, la tecnología y hasta el turismo se sostienen en ese idioma como lenguaje común. Argentina aparece bien posicionada en los rankings regionales, pero esa aparente fortaleza todavía convive con un problema estructural: el inglés sigue siendo un límite para miles de profesionales que buscan crecer.
El inglés, la llave que aún falta para la empleabilidad en Argentina
Es un lenguaje común que se debe reforzar. Igualmente, el país aparece bien posicionado en los rankings regionales.
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El inglés es una llave esencial para el mercado laboral.
El último informe del Índice de Proficiencia en Inglés (EF EPI) mostró que nuestro país ocupa el segundo lugar de América Latina y el puesto 28 a nivel global, con un puntaje que lo ubica en la categoría de “Alta competencia”. Buenos Aires y Rosario incluso se destacan con niveles cercanos a los de países europeos. Sin embargo, esos números no alcanzan para describir lo que pasa en la práctica.
El acceso real al idioma está atravesado por una fuerte desigualdad. Mientras que en las escuelas privadas de nivel primario el 74% de los alumnos estudia inglés, en las estatales la cifra desciende al 46%. En secundaria la cobertura mejora, pero no existe una política uniforme sobre cuándo iniciar la enseñanza ni cuántas horas semanales deben destinarse. Esto genera enormes diferencias entre provincias, tipos de gestión y sectores sociales. Dicho de otro modo: la posición privilegiada en los rankings esconde que, en muchos casos, se trata de un conocimiento reservado a quienes pueden pagarlo.
El mercado laboral, por su parte, es contundente. Cada vez más empresas consideran el inglés como requisito mínimo y no como un diferencial. En el sector tecnológico, cerca de dos tercios de las búsquedas laborales lo exigen de manera explícita. El fenómeno también se extiende a otras áreas vinculadas al comercio exterior, la logística y los servicios financieros. No dominarlo implica quedar fuera de concursos laborales mejor remunerados y con proyección internacional.
La paradoja es evidente: Argentina tiene una población con buen nivel relativo de inglés en la región, pero ese conocimiento no está distribuido de manera equitativa. Así, mientras algunos profesionales logran aprovecharlo como trampolín para acceder a trabajos globales, muchos otros quedan encerrados en un mercado reducido que paga menos y ofrece menos oportunidades de crecimiento.
La evidencia internacional es clara: los países con mayor dominio del inglés muestran mayor innovación, productividad y salarios más altos. En el caso argentino, el desafío es convertir esa competencia lingüística en un verdadero activo colectivo. Eso implica mejorar la formación docente, definir estándares claros de enseñanza, aprovechar herramientas digitales de aprendizaje y, sobre todo, garantizar que el acceso no dependa del nivel socioeconómico.
Si el inglés es hoy la llave de entrada a los empleos de mayor calidad, Argentina necesita democratizar esa llave. No alcanza con figurar alto en los rankings: lo importante es que cualquier profesional, sin importar de dónde venga, pueda usar el idioma para abrirse camino en un mundo cada vez más competitivo y conectado.
Delfina Gallo - Docente Inglés Cambridge y especialista en certificación internacional
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