5 de septiembre 2021 - 00:00

La escuela pospandemia no puede ser ciencia ficción

Hoy los sistemas educativos necesitan recuperarse del shock de la pandemia y salir del escenario distópico para diseñar caminos reales que nos lleven hacia un futuro más equitativo y justo.

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La pandemia fue como una película de ciencia ficción y, si nos enfocamos en su impacto en educación, también aportó tintes de suspenso. Como si se tratase de un capítulo de Black Mirror, podríamos pensar que fue la antesala del futuro, pero los desafíos educativos reales no sólo están atravesados por los avances y retrocesos del coronavirus en el mundo, sino por la enorme brecha que existe entre cómo funcionan la escuela y el mundo.

Esta crisis global se dio en el marco de una tendencia creciente de automatización y digitalización de procesos. Los modos de consumir, de producir, de interactuar estaban cambiando rápidamente y la pandemia aceleró todo. En educación, nos tocó vislumbrar los impactos negativos de la pandemia. Los esfuerzos por adaptarse rápidamente a un contexto de emergencia fueron inconmensurables, pero aun así fueron insuficientes.

Esto también puso de manifiesto la importancia de que estudiantes y docentes desarrollen habilidades STEAM para sobrellevar este tiempo de virtualización inminente. Desarrollar estas habilidades no implica que todos los estudiantes y docentes se conviertan en trabajadores o emprendedores de la industria IT, sino que se trata de prepararlos para vivir en un mundo en constante transformación, y acompañarlos para que amplíen su potencial con el uso de herramientas digitales desde edades cada vez más tempranas.

Quienes trabajamos en el sector EdTech estamos convencidos de que estas habilidades hay que forjarlas desde chicos, acompañando los procesos de aprendizaje y fortaleciendo a los educadores para que puedan revisar y potenciar sus prácticas.

¿Qué estrategias nos permiten acompañar a los educadores y estudiantes?

  • Partir de problemas reales: aprender contenidos aislados de su contexto no funciona siempre. El currículum escolar es un compendio muy amplio de conocimientos abstractos. La robótica y programación pueden ser alternativas para materializar los aprendizajes en proyectos o ideas concretas. Así podemos medir su eficiencia, aprender de nuestros errores y, además, impactar de manera positiva en nuestra comunidad.
  • El juego como motor: la escuela no es el único lugar en el que aprendemos. Es fundamental incorporar conocimientos a través de propuestas lúdicas que desafíen a los estudiantes a aprender cómo resolver los problemas que se le presentan, aprovechando las herramientas de simulación, entornos gamificados y plataformas digitales que tienen a disposición.
  • Historias que enseñan: contar y escribir historias nos permite cambiar el foco y pensar a la tecnología “fuera de la caja”. Las plataformas de animación son una propuesta clave para que a medida que los estudiantes crean sus propias historias y relatos, también les den vida a sus personajes, a través de conceptos básicos del pensamiento computacional.
  • Partir de los intereses de los estudiantes: suele decirse que los estudiantes no se interesan por lo que la escuela enseña, pero ¿sabemos cuáles son sus intereses? En este vasto mundo de consumos culturales, los estudiantes encuentran motivación para aprender de maneras diversas. ¿Por qué no les pedimos a ellos que nos enseñen más acerca de lo que disfrutan? En ese proceso, seguramente podremos guiarlos para que incorporen conocimientos curriculares para alinearnos con el curriculum.
  • Competencias colaborativas: la virtualización nos permitió borrar más que nunca las distancias y crear instancias de encuentro con personas de todo el país y de todo el mundo. Las competencias abiertas, como por ejemplo el Mundial de Robótica First Global Challenge o la Copa Robótica local, siempre son una buena opción para despertar el interés y motivación de los estudiantes. No importa tanto la escala, sino que las dinámicas inviten a los alumnos a aprender y desafiarse.

Hoy los sistemas educativos necesitan recuperarse del shock de la pandemia y salir del escenario distópico para diseñar caminos reales que nos lleven hacia un futuro más equitativo y justo. Cada uno de los actores que participamos de la comunidad educativa tenemos el desafío de seguir trabajando para que la escuela se convierta en un espacio en el que cada estudiante pueda ser protagonista no sólo de su aprendizaje, sino también de su futuro.

CEO y cofundador de Educabot

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