6 de enero 2007 - 00:00

La música también atrae turistas a la Costa

Gustavo Cerati protagonista absoluto de la jornada (arriba). El show en la playa reunió más de 20 mil personas (abajo).
Gustavo Cerati protagonista absoluto de la jornada (arriba). El show en la playa reunió más de 20 mil personas (abajo).
Un sol radiante y un mar completamente azulado fueron testigos de la celebración rockera, y gratuita, protagonizada por Gustavo Cerati y más de 20 mil personas en la playa Rock and Pop, ubicada pasando el faro, al sur de la ciudad de Mar del Plata.

Anunciado como el primer evento importante de la temporada, Cerati, el público, y el clima cumplieron con creces, entregando cada uno lo mejor de sí: el ex Soda Stereo entregando un show notable, la gente mucha participación, y la meteorología posibilitando una gran fiesta.

Desde el mediodía, jóvenes de todo el país se fueron ubicando frente al escenario en la Rock and Pop Beach con sombrillas, reposeras, esterillas o largos pareos compartiendo sandwiches, gaseosa o mate, a la espera del show de Cerati.

Más allá y más cerca del mar se ubicó el grueso de la gente, que se bañó en el mar, jugó al truco, al fútbol o se dedicó a mirar el paisaje humano, compuesto de jóvenes cuerpos de hombres y mujeres.

Mientras, algunos surfers llegados en sus 4x4 o viejos Jeep Ika probaban las olas, ya que para ellos la bandera roja colocada por los bañeros era una invitación a navegar el viento.

De esa manera diferentes tribus de rockeros convivían pacíficamente recuperando el viejo sentido de comunión que expresa el rock.

Aunque una chica portadora de una remera con la tapa del disco del Indio Solari sacó a relucir las viejas diferencias, cuando ante la consulta sobre su presencia en la playa contestó:"vine a la playa, a meterme en el mar. A ver a Cerati, seguro que no".

Una recorrida por los miles de metros que tiene de playa el parador Rock and Pop-Metro permitió establecer que la raza canina boxer ha puesto en jaque el reinado de los labradores como los perros de moda entre las familias y las jóvenes.

El de Cerati es un público eminentemente pop, por lo que las remeras de bandas locales que pueden verse en recitales de otro estilo, en esta oportunidad brillaron por su ausencia, y sí destacaron los tatuajes tanto étnicos como en runas.

En el parador, la gente comenzó a aglutinarse y las maderas del piso ceden razón por la cual, la seguridad debió despejar varias zonas para evitar accidentes, mientras la gente se fue agolpando en un médano con algunos arbustos ubicado justo frente la escenario.

A las 15.35, Cerati vestido con pantalón negro, camisa blanca y sombrero negro arrancó el show secundado por una excelente banda compuesta por Richard Coleman en guitarra y coros; Fernando Nalé en bajo y coros; Fernando Samalea en batería y Leandro Frescó en teclados.

Desde la salida del muy bueno "Ahí vamos" Cerati se ha mostrado reconciliado con su facetas más rockera y más contento a la hora de subir a un escenario, y en eso ha jugado un rol clave el encontrarse y compartir de nuevo la música con un viejo compinche como Coleman.

La sensación de bienestar es tal que tras bambalinas, Cerati aseguró tener lista la cantidad suficiente de canciones como para sacar un disco rockero ya mismo, pero además dijo tener ganas de grabar canciones en tono acústico.

Y toda esta algarabía se nota sobre el escenario y en el set de canciones donde esta incluido casi todo el disco nuevo como "La excepción", "Lago en el cielo" "Al fin sucede", "Uno entre 1000"; "Me quedo aquí" y "Dios nos libre", todas en un pulso roncero a veces lujoso.

Parte de la nueva comunión con Coleman pudo verse cuando el ex Fricción interpretó una versión del cover de "Héroes" de David Bowie, y él y Cerati entregaron poderosos solos de guitarra, mientras en el vip un juvenil busto mostraba una mejor cara de Jim Morrison en camiseta.

El cierre fue con "Paseo Inmoral" y "Puente" del primigenio "Bocanada" a los que se le suman una rockerisima versión de "Profugos", a la que le sigue "Azulado" con el que la banda se despide tras haber entregado todo e irse con la satisfacción de haber sido parte de una de las mejores tarde del verano que comienza.

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