“Lo que nos planteamos es una forma de abordar la experiencia de guerra a partir de la materialidad”. Así le define a Ámbito el historiador Sebastián Ávila al proyecto “Veteranos de Guerra de Malvinas, Arqueología y Salud Mental, una vinculación potencialmente enriquecedora", una propuesta con fines terapéuticos que, desde el año pasado, se viene realizando en la Argentina con excombatientes de Malvinas.
Se realizó la segunda campaña arqueológica con excombatientes de Malvinas
La propuesta tiene fines terapéuticos. Al igual que en 2022, participaron cuatro excombatientes de la Guerra de Malvinas, junto a miembros del equipo interdisciplinario que lo coordinan.
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El proyecto lo ejecuta un equipo interdisciplinario integrado por miembros de las Fuerzas Armadas, excombatientes y especialistas de distintos organismos dedicados al trabajo con el tema Malvinas. Entre ellos están el Grupo de Estudios de Arqueología Histórica de Frontera (GEAHF); el Equipo de Arqueología Memorias de Malvinas (EAMM); el Centro de Estudios de Arqueología y Antropología del Conflicto (CEAAC) y el Centro de Salud Mental "Veteranos de Malvinas", del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.
Es una propuesta que tuvo sus exitosas versiones previas en los Estados Unidos y en el Reino Unido, con veteranos de guerra de ambos países.
En el caso argentino, siendo que el conflicto de Malvinas fue el más reciente y el promedio etario de sus protagonistas ronda los 60 años, “creímos que este tipo de arqueología debía ser aplicable con ellos”, sostiene Ávila.
En noviembre de 2022 se hizo la primera experiencia de esta propuesta en las cercanías de la localidad santafesina de Rueda, al sur de Santa Fe, justo en los campos donde tuvo lugar la batalla de Pavón en 1861. Este cruce enfrentó a las tropas lideradas por el líder de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza, con el mandatario del Estado de Buenos Aires, Bartolomé Mitre. El hecho en sí es una de las grandes incógnitas de la historia argentina, ya que según cuenta la cronología Urquiza tuvo todo a disposición para vencer a Mitre, pero terminó retirándose del combate regalándole el triunfo al bonaerense.
Este año, el evento se celebró los días 1, 2 y 3 de diciembre en la zona del viejo fortín Miñana, una de las guarniciones militares de “la frontera con el indio” en la previa a la que la Campaña del Desierto años después.
Reconstruir el pasado a través de los objetos
“Nosotros venimos trabajando, desde el año 2020, en entrevistas a veteranos de guerra enfocándonos en sus experiencias a través de sus objetos. Buscamos plantear un abordaje de la experiencia de guerra a partir de la materialidad, de los restos materiales que esa experiencia incluye”, explica Ávila al principio.
“Si ya sabemos todo de la batalla, ¿para qué vamos a hacer arqueología?” Con esa pregunta fue que Juan Leoni, investigador del CONICET, interpeló a los excombatientes participantes de la primera edición realizada en noviembre de 2022, que tiene objetivos terapéuticos con ellos, además de representar un servicio a la reconstrucción de la historia nacional.
Y es que los excombatientes lo que hacen es trabajar a la par de los arqueólogos y especialistas, en la búsqueda de materiales y objetos que puedan dar cuenta de que lo que se vivió en la época de estudio. Porque “uno de los objetivos es aprender más sobre la vida de frontera del siglo XIX y vincularlos también con la historia de Malvinas, porque está también la idea de Malvinas como la última frontera", precisó en una nota para Télam, Carlos Landa, investigador del CONICET y uno de los ideólogos del programa.
“Los conflictos armados, las guerras y las batallas se las suele conocer por los reportes y documentos que se encuentran de la época. Pero esos testimonios a veces son incompletos. Por eso apuntamos a la reconstrucción histórica a partir de los objetos, que tienen mucho para decirnos y nos hacen aportes utilísimos”, argumenta Ávila sobre el valor que le dan al proyecto en sí.
“Y es que la historiografía siempre hizo eso. Construyó la historia a partir de los documentos. Pero hay una realidad y es que la mayoría de quienes pelearon el combatieron ahí no escribían, no leían y no dejaron ningún tipo de documento. Entonces por lo cual podemos conocer su experiencia a partir de la materialidad que se encuentra en los campos de batalla. Haciendo esto podemos contrastar el registro arqueológico con los documentos que ya tenemos”, agrega el historiador en esa línea.
¿De qué tratan las actividades que se realizan en el proyecto?
Las actividades varían según el sitio, aunque cuentan con algunas instancias comunes. La primera y fundamental es el traslado hasta el lugar, donde se aprovecha el espacio para la interacción y el conocimiento entre los participantes -ya que no se conocen hasta el comienzo de la propuesta-.
Una vez que están en el lugar, los participantes tienen una charla introductoria con el objetivo de ponerlos en contexto y en lugar. “La importancia de darle un marco simbólico tiene que ver con que no solamente vamos a excavar, hacer transectas o caminar con los detectores de metales. Vamos a reconstruir la historia desde otro lado”, agrega Ávila.
“En el caso de Pavón se le sumaba el extra de que es la famosa batalla del misterio irresuelto de la retirada de Urquiza. En el caso del fortín Miñana se suma que aparecieron elementos que no son solo de la materialidad de los fortineros, sino de los pueblos originarios en la época de la frontera con el indio”, sostiene el historiador.
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Para poder participar de la propuesta el criterio de selección es a dos puntas. Por un lado, a partir del trabajo y contacto de los equipos interdisciplinarios con grupos de excombatientes, se tiene en cuenta a aquellos que manifiestan su interés en sumarse a la propuesta.
“Nosotros desde el EAMM y el GEAHF contamos con un listado de aspirantes de quienes tengan el interés de participar”, comenta Ávila. Pero también se tiene en cuenta la mirada del centro de salud mental del Estado Mayor Conjunto, quienes solicitaron poder proponer también a algunos excombatientes que ellos consideraran en condiciones de participar.
Existe una serie de protocolos que cumplir por parte del equipo de salud mental. Por ejemplo, los veteranos tienen una entrevista con el equipo y se ven obligados a cumplir una serie de pasos. “Justamente esto se hace para comprender su situación, porque por ejemplo se requiere un cierto estado corporal, típico para hacer un trabajo de campo. Además de que, por supuesto es muy movilizador encontrarse en el campo haciendo este trabajo”, sostiene el letrado, quien además agrega que “siempre, en cada actividad, están acompañados por los especialistas y se les hace un seguimiento durante toda la propuesta”.
La búsqueda de la institucionalización
El equipo interdisciplinario presentó el año pasado un convenio para firmar conjunto al Ministerio de Defensa con la idea de institucionalizar este proyecto. “La idea es que esté el Ministerio de Defensa de por medio para que cada fuerza pudiera prestar colaboración en los casos en los que se fuera a trabajar un sitio”, suma Ávila en diálogo con Ámbito en este punto.
El objetivo de esta articulación tiene que ver con “poder contar con la opción de alguna base cercana donde se pudieran alojar los materiales con los que trabajar”, señala Ávila, quien agrega que tienen por idea también “poder capacitar a los miembros de estas fuerzas en las tareas arqueológicas para que además puedan poner en valor la historia de sus propios regimientos en sus batallas pretéritas”.
La idea es poder, a futuro, extender la propuesta no solamente a Veteranos de Malvinas sino también a argentinos que hayan participado en experiencias en conflictos armados, como es el caso de los cascos azules.
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