El juez federal Sergio Torres trabaja a pleno para cerrar y elevar a juicio oral lo antes posible la causa por el secuestro y desaparición de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, un apéndice de la megacausa de la ESMA. Citó para mañana a Alfredo Astiz y para el jueves al prefecto Héctor Febres con el objeto de notificarlos de la identificación de los restos de la religiosa Duquet y también los de Azucena Villaflor, hallados enterrados como NN en un cementerio de la localidad bonaerense de General Lavalle. Astiz insistirá en la ampliación indagatoria en señalar la responsabilidad que tuvo el gobierno de Francia en el operativo de secuestro de las monjas. Un documental de la periodista francesa Marie Monique Robin confirmó esa versión.
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Con este trámite, Torres cierra el proceso, queda listo para la etapa oral y si los tiempos del Congreso acompañan, sería el primer caso test para el debut del juicio por jurados. El apuro de los jueces federales que investigan los presuntos delitos contra los derechos humanos cometidos en la lucha contra la guerrilla de Montoneros, ERP y demás organizaciones subversivas en elevar a juicio oral esos procesos tendría su explicación política: someter a todos los encausados a juicio por jurados, cuyo proyecto de ley impulsó a fin de año la primera dama Cristina Fernández de Kirchner. Fue su último tema de exhibición legislativa al fenecer el período de sesiones y quedó primero en la agenda para el inicio de este año.
Néstor Kirchner había exigido celeridad a los jueces en aquellas declaraciones hechas por cadena nacional cuando desapareció y reapareció el militante kirchnerista Luis Gerez.
Anhelo
En esta nueva versión del proceso judicial a los militares de la dictadura -antes los juzgaron y condenaron jueces y hubo espacio para fórmulas políticas de reconciliación como las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, más tarde los indultos-, la condena de un jurado integrado por ciudadanos que provengan de los más diversos sectores de la comunidad será un veredicto «del pueblo». Anhelo del kirchnerismo para cerrar el camino a futuros reclamos de amnistías y de paso subir «al pueblo» representado en esos doce miembros del jurado a la historia hemipléjica de la culpabilidad militar sobre lo acontecido en los años de plomo. Todo parece conducir a este camino, ni siquiera los imputados podrán renunciar al procedimiento y ser juzgados de manera ordinaria porque en las últimas semanas antes del cierre legislativo se le quitó el carácter opcional que estaba incluido en un artículo de la iniciativa. El expediente de las monjas tiene un condimento mayor para lucimiento de la nueva herramienta jurídica. En el proceso oral se ventilarán en público las responsabilidades de Francia como instructor de los militares argentinos en los métodos de obtención de información bajo apremios ilegales. Francia tuvo su guerra sucia en Argelia, pero cierta volubilidad de la Justicia gala dejó atrás imputaciones que florecieron en el caso del secuestro de Domon y Duquet. Astiz, como ya lo había hecho el marino Antonio Pernías la semana pasada, insistirá al juez en su declaración ampliatoria de mañana con una serie de medidas de prueba sobre la responsabilidad y participación de Francia en el secuestro de las monjas Domon y Duquet. Entre ellas, la citación de la periodista francesa Marie Monique Robin, realizadora del documental «Escuadrones de la Muerte: la escuela francesa», la declaración testimonial de una Madre de Plaza de Mayo, Rosario Cerruti, la notificación al embajador francés Frederic Baleine de Laurens -acaba de presentar las cartas credenciales-, a la Cancillería gala y a Interpol para dar con el paradero de Bertrand de Perceval, ex miembro de la agrupación extremista OAS ( Organization de l'Armée Sècrete) que actuó en la represión francesa en Argelia y habría estado presente en la captura de las religiosas. Astiz y Pernías sostienen que la inteligencia francesa tuvo injerencia en el secuestro de las monjas que frecuentaban la Iglesia de la Santa Cruz. La madre de Plaza de Mayo, Cerruti, explica en el documental de Robin que ella observó a un francés rengo siguiendo de cerca la captura de una de las monjas en la iglesia. Este personaje, se confirmaría luego, era Bertrand de Perceval, un ex agente de la OAS, grupo de acción terrorista al servicio del ejército francés.
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