24 de octubre 2019 - 13:23

Justo a tiempo, llegaron los cuadernos

A horas de las elecciones aparecieron los supuestos originales de los cuadernos del exchofer. Despierta una serie de interrogantes cuya respuesta es inevitable verla en clave política.

Ahora, se podrá peritar la tinta para determinar si los cuadernos fueron escritos en el tiempo que el propio Centro asegura haber registrado los recorridos de los pagos hechos por distintos empresarios. 

Ahora, se podrá peritar la tinta para determinar si los cuadernos fueron escritos en el tiempo que el propio Centro asegura haber registrado los recorridos de los pagos hechos por distintos empresarios. 

La aparición de los supuestos cuadernos originales del exchofer y escriba Oscar Centeno despierta una serie de interrogantes cuya respuesta es inevitable verla en clave política. Es que después de más de un año, los “originales” que el propio Centeno juró haber quemado parecen gozar de buena salud.

En la joven democracia alumbrada en 1983, los argentinos nos acostumbramos a las “operaciones” y “carpetazos”. Cualquier persona de a pie está familiarizada con esos términos. Es que en las últimas décadas, los ciudadanos son testigos impávidos de innumerable cantidad de denuncias mediáticas y causas judiciales que luego silenciosamente se van a apagando.

Sorpresivamente la aparición de los cuadernos se da cuatro días antes de las elecciones presidenciales definitorias para el futuro de la Argentina. Una elección en donde la polarización es extrema, y en donde las posiciones parecen irreconciliables. Entonces, para unos los “originales” servirán para consolidar la prueba y para otros es un intento desesperado por influir en los electores el próximo domingo.

Las suspicacias se multiplican y la desconfianza crece de forma generalizada. Claro está que la Justicia deberá hacer su trabajo para peritar los cuadernos, y confirmar si efectivamente son fuente de las fotocopias sobre las cuales se construyó la causa que desnudó un entramado de toma y daca en la obra pública.

Ahora, se podrá peritar la tinta para determinar si los cuadernos fueron escritos en el tiempo que el propio Centro asegura haber registrado los recorridos de los pagos hechos por distintos empresarios. Y tratar de develar algunas preguntas: ¿Quién retuvo durante más de un año la prueba inicial para la causa? ¿Por qué el exchofer mintió a la justicia cuando afirmó que los originales habían desaparecido en el fuego? ¿Qué impulsó a quienes mantuvieron ocultos los cuadernos a hacerlos aparecer días antes de las elecciones generales?

Si bien la aparición de los supuestos originales no cambia sustancialmente la causa, el modo en que aparecen a la luz es, al menos, curiosa. El periodista de La Nación Diego Cabot, quien fue el que dio a conocer hace más de un año las fotocopias, contó que el martes pasado fue citado en una esquina de la Ciudad, en donde un desconocido le entregó 6 de los 8 cuadernos, con los cuales había trabajado hace más de un año.

En ese punto surge una pregunta: ¿Las cámaras de seguridad podrán rastrear al misterioso hombre que acercó los cuadernos? ¿Podremos saber qué lo motivó a entregarlos después de tantos meses?

Lejos de castigar al mensajero, que esta situación se haya dado a días de un acto eleccionario crucial vuelve a despertar sospechas sobre los “topos” de inteligencia que se venden al mejor postor, hombres que sin remordimientos morales o ideológicos buscan ser funcionales a quien retribuya el mejor pago.

Por último, cabe preguntarse a modo de pensamiento crítico cuál es el rol de los medios que en muchos casos quedan entrelazados en estas “operaciones” y “carpetazos”, a veces de un modo un tanto ingenuo, en otros con intencionalidad. Quizás, es hora que las instituciones nos demos un debate lejos de la grieta, para transparentar el papel de cada uno de los actores sociales.

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