3 de enero 2024 - 00:00

“La sociedad de la nieve”, de J. A. Bayona, llega mañana a Netflix

La película, que ya pasó por los cines, fue presentada por su director en el festival marplatense.

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Tras un simbólico paso por las salas, requisito obligatorio para competir por el Oscar, mañana Netflix estrena mundialmente “La sociedad de la nieve”, coproducción hispano-uruguaya de J. A. Bayona. Este es el tercer film inspirado en el famoso Milagro de los Andes, de 1972. Primero fue el bochornoso, pero exitoso, “Supervivientes de los Andes” (prolífico René Cardona, México, 1976). Segundo, “¡Viven!” (Alive, Frank Marshall, EE.UU., 1993), rodado a la vuelta del Panorama Mountain Resort, British Columbia, Canadá. Bien hecho, con licencias menores. Se suma el documental “Vengo de un avión que cayó en las montañas” (Gonzalo Arijón, Uruguay-Argentina, 2007), con el detallado, tranquilo y emotivo relato de cada sobreviviente. Mucho antes, solo con material de noticieros, “La odisea de los Andes” (Alvaro Covacevich, guión de Mario Vargas Llosa, México, 1976), que está en Youtube, incompleto y doblado al japonés.

La de Bayona quizá sea la versión definitiva. Al menos, merece serlo, considerando los cuidados que se pusieron en la preparación y realización, cuidados que el autor y sus asistentes y actores comentaron sucintamente durante el último Festival de Cine de Mar del Plata. Transcribimos algunos párrafos:

J.A. Bayona: En “¡Viven!” todos hablan en inglés y algunos tienen nombres cambiados. Era muy importante que esto se contara en su idioma, con actores uruguayos, cuanto mucho argentinos. Acá hasta el director de fotografía es uruguayo. Me interesa esa sensación de verdad, que no pude aplicar en “Lo imposible”, basada en la experiencia de una familia española bajo el tsunami de Tailandia. Para conseguir financiación debimos convertirla en norteamericana. “La sociedad de la nieve” se basa en el libro de memorias de Pablo Vierci. Yo creía saber todo de esa historia hasta que leí el libro. Me emocionaba la parte en que hablaban con los muertos, me emocionó la historia del último que murió, pocos días antes del rescate. La historia de cómo cada uno se daba a los otros. “Yo me doy para que tú vivas. El vivir para contarlo, lo contarás tú”. El primer reto fue adaptar un libro tan introspectivo. El siguiente, contar en dos horas lo que pasó en 72 días, una simplificación horrible.

Sandra Hermida (coproductora): Esta es una historia que Bayona nos inoculó mientras filmábamos “Lo imposible”. Así nos convenció de hacer el casting en Montevideo, todavía bajo el riesgo de pandemia, lo que obligaba a poner cada chico una semana en cuarentena antes y después de la prueba, poner luego a los elegidos a dieta durante cuatro meses para que se vieran más flacos, llevarlos a España, rodar gran parte en Sierra Nevada, a 3.000 metros de altura, luego en los Andes, a 4.000 metros, y por último las escenas iniciales en Montevideo, que hicimos al final porque había que engordar a los chicos de nuevo. ¿Cómo nos metimos en esto? Cuando empezamos a trabajar con él en 2007, en “El orfanato”, éramos más jóvenes.

Belén Atienza (coproductora). Estábamos entusiasmadas, pero la estructura y los retos logísticos eran enormes. Además el rodaje no avanzó de forma suave. Ya en la primera semana, pese a estar en una burbuja, uno se contagió de covid y contagió a los demás. Esa primera semana se rodó sin actores. Se iban incorporando a medida que daban parte de sanos. ¡Y entonces apareció la nevada roja, por el polvo que el viento traía de África! Hablo apenas del primer mes de rodaje.

Enzo Vogrincic (personaje de Numa Turcatti): Para componer su personaje, cada uno visitó al sobreviviente al que debía representar, o a los familiares del que murió. Los de Numa Turcatti son gente reservada, pero con nosotros se abrieron. Después Canessa me completó la imagen: “Numa era un monje de otro planeta”. Durante el rodaje me tocó estar bastante en el Valle de las Lágrimas. Ahí pasó todo, y te cuesta entender cómo lo hicieron, de dónde te agarrás para seguir viviendo. Porque en filmación pasamos frío, hambre, pero no teníamos la incertidumbre que tuvieron ellos.

Agustín Pardella (Fernando Parrado): Ir con cámaras, gente que te cuida, igual te sentías inseguro. Era fácil empatizar con aquellos muchachos, por la edad, o por los miedos. A mi personaje se le mueren la madre y la hermana, y yo pensaba en mi madre. Hermana no tengo.

Matías Recalt (Roberto Canessa): Frente a esas montañas te sentís nada, una caquita. Sierra nevada es una pista de esquí, pero el Valle de las Lágrimas te estremece. Y estar justo en el sitio donde se encontraron con el baqueano, pensar que ahí pasó todo, es muy fuerte.

J. A. B.: Un momento muy bonito es cuando Esteban Bigliardi, como Javier Methol, le dice al compañero que la vida no tiene sentido, el sentido se lo das tú. No sé si tiene sentido la vida, pero ese es un momento lleno de vida. Me interesa capturar esos gestos, la contundencia de la vida. Todas mis películas hablan de eso, y de la madurez como un crecimiento doloroso. Aquellos jóvenes se vieron obligados a ser mayores antes de tiempo. Ahora algunos me acompañaron con pequeños cameos: Ramón Sabella, Antonio Vizintin (pasajeros en el aeropuerto), Gustavo Zerbino (instructor de rugby), José Luis Inciarte, que murió ahora en julio (barman), Roberto Canessa (médico), Fernando Parrado (familiar en el aeropuerto) y Carlitos Páez en la escena donde se pasan la lista de los 16 que los helicópteros van a rescatar. Es bonito ver ese plano del hijo que interpreta a su padre anunciando por teléfono “¡Carlitos Páez Vilaró, mi hijo!”. La primera proyección fue para los sobrevivientes y los familiares. La vieron, y recibí su aprobación.

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