Se acabó la espera: Javier Milei será el próximo presidente. Ahora, en un país con 40% de los argentinos sumidos en la pobreza, con 142,7% de inflación interanual y escasos dólares en el Banco Central, la pregunta es por dónde y cuándo empezar. La necesidad de un plan de estabilización es sostenida por parte de todos los economistas consultados en esta nota. La corrección del dólar oficial y un plan de ajuste fiscal aparecen como señales clave, aunque se deberá cuidar de manera quirúrgica al sector más pobre, que podría alcanzar al 45% de la población.
Las señales que espera el mercado del nuevo mandatario para un plan de estabilización
La necesidad de un plan de estabilización es sostenida por parte de todos los economistas consultados en esta nota. La corrección del dólar oficial y un plan de ajuste fiscal aparecen como señales clave.
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Para empezar, el escenario macroeconómico ya se presenta muy intrincado. Martín Polo, estratega en jefe en Cohen, lo describe así: “El mercado y la población están cada vez más preocupados por la falta de crecimiento, elevadísima inflación, desequilibrio en el mercado cambiario y falta de reservas internacionales”. Según el especialista, son todas consecuencias de un mal mayor: persistente déficit fiscal, agravado por “presión impositiva récord” y “falta de financiamiento voluntario, que lleva a financiarse con más emisión”.
En ese sentido, advierte que el próximo gobierno llegará con un déficit primario inercial “en torno del 3% del PBI, que se extiende a casi 5% si consideramos los intereses” y precios “viajando por encima del 10% mensual”, sin considerar “muchos ajustes de precios relativos pendientes”, como las tarifas de servicios públicos. En todo este panorama, hay un dato insoslayable para el especialista: el panorama social, con un fuerte incremento de la pobreza, “que superaría el 45%”, y de la indigencia.
Para Gustavo Ber, economista y titular del Estudio Ber, el panorama económico de base también “es complejo y delicado”, por lo cual un plan estabilizador “es urgente”, en vista a los serios desafíos acumulados.
En este sentido, aparece una variable sensible, que atraviesa cualquier programa económico: el tipo de cambio oficial. Para Ber, que sostiene que el dólar a $353 mantiene un atraso acumulado, se espera “un reacomodamiento para no deteriorar la competitividad”, aunque “sin plan ni confianza, se trasladará rápidamente a la inflación”.
Polo estima a cuánto debería trasladarse esa corrección: “Con todas las medidas que hizo el gobierno actual en los últimos meses, la economía está operando a un tipo de cambio más cercano a $500”. Para dimensionar el atraso referido resalta que el tipo de cambio real, medido con el tipo de cambio oficial -de no haber un salto devaluatorio hasta el 10 de diciembre- “estará entre 20% y 30% más bajo que su promedio histórico”.
Considerando que en el tablero electoral se jugaban dos modelos de gobierno sustancialmente distintos, la necesidad de confianza, esa sensación abstracta de apuesta firme sobre algo, se reafirmará a partir de hoy. A pesar de que se ha ido deteriorando por el accionar político, cambios de planes y malas estrategias, es un factor crucial para remontar la economía, junto con la capacidad de acuerdo que logre el futuro presidente. Así lo entiende también Paula Gándara, directora de Inversiones de Adcap Asset Management: “El mercado va a evaluar la gobernabilidad del nuevo gobierno, ya que se enfrentará a la necesidad de plantear un plan de estabilización y reformas estructurales con un alto nivel de gobernabilidad para que el mercado piense que el programa es confiable”, asegura en diálogo con Ámbito.
Para la especialista en finanzas, el crítico nivel de reservas del BCRA (brutas que no superan los u$s23.000 millones y netas negativas en u$s10.000 millones), más el nulo acceso al financiamiento “alimentan las expectativas de devaluación”. Sin embargo, tal corrección debería complementarse con un plan fiscal para evitar el traslado a precios. “En la última devaluación post PASO, un incremento del tipo de cambio del 18% se trasladó rápidamente a los precios, con un IPC que del 6% saltó al 12%”, advierte Gándara.
“Lo que los inversores buscan son certezas y reducir la incertidumbre”, asevera el estratega en jefe de Cohen. Para lograrlo, aunque la exposición a factores exógenos como riesgos climáticos y/o geopolíticos exceden a la política económica, la clave “será un plan fiscal que apunte a reducir el déficit sin aumentar la carga tributaria” y en el plano monetario “una nueva política cambiaria que vaya reduciendo el control de cambios”. Con esas medidas, la Argentina “tiene una buena historia para mostrar y podrá tentar a inversores a aprovechar las valuaciones tan bajas que tienen los bonos y acciones locales”, concluye el analista.
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