16 de diciembre 2023 - 00:00

Casa Cuba: lo esencial del paladar argentino con recetas hogareñas de exportación

Son dos espacios de encuentro, en José de Sucre 2168 y en Cuba 1877, que sintetizan mucho más que un gusto, un paladar porteño y belgranense, y que expresan un concepto simple y efectivo.

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Todo empezó como uno de esos cuentos luminosos donde la inspiración, el esfuerzo y el conocimiento forman parte de la trama central. Una de esas historias donde tres personas logran combinar sus atributos para alcanzar un sueño común.

Así nació Casa Cuba, uno de los secretos gastronómicos más cautivantes de Belgrano y que ha comenzado a generar un fenómeno de culto en el tradicional barrio porteño. Son dos espacios de encuentro, en José de Sucre 2168 y en Cuba 1877, que sintetizan mucho más que un gusto, un paladar porteño y belgranense, y que expresan un concepto simple y efectivo: recetas hogareñas de exportación.

De mozos a emprendedores

Todo empezó cuando Nicolás Ferreri, Esteban Blanco y Pedro García, que durante años habían trabajado como mozos y encargados en La casa de Adann, un histórico restaurante familiar en O'Higgins 1731, decidieron dar un paso adelante.

Un hecho los impulso a emprender: en 2021, La casa de Adann cerró sus puertas, luego del profundo desgaste de la pandemia. Entonces, ellos tomaron una decisión: capitalizar todos esos años compartidos con una clientela a la que conocían al detalle para abrir su propio lugar.

“¿Y si abrimos la mejor parrilla de Belgrano?”, fue la pregunta y el objetivo que persiguieron, según rememora Nicolás. De allí en adelante, todo fue bastante vertiginoso porque en dos años y medio abrieron el restaurante y una parrilla a la vuelta: quizá el mejor lugar de Buenos Aires para saborear un clásico ojo de bife acompañado de espinaca a la crema.

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Nicolás Ferreri, Esteban Blanco y Pedro García.

Nicolás Ferreri, Esteban Blanco y Pedro García.

Los clientes fieles, obviamente, los siguieron a los nuevos cónclaves de sabores. Sabían que esas personas que los habían “mimado” tantos años eran una garantía de calidad y confianza. Y no se equivocaron. Casa Cuba ya echó raíces en el corazón de Belgrano en una imponente y bella casona con distintos ambientes que invitan a comer bien, al encuentro, la sobremesa y, sobre todo, a una atención esmerada de sus propios dueños. Cualidades que casi ya no existen en el devenir de la modernidad líquida e impersonal que dicta la Ciudad y su oferta gastronómica.

“Nos formamos en la vieja escuela de los mozos que no anotan, que saben los gustos de cada cliente y hasta podemos leer lo que alguien va a pedir con solo verle la cara, cosas fundamentales porque el mozo es el nexo entre el comensal y la cocina”, relata Nicolás sentado en una de las mesas de Casa Cuba, su lugar en el mundo. En la carta sobre la mesa el menú ofrece una variedad de cocina mediterránea “a la argentina” con carnes, pescados, pastas y arroces en diferentes variantes.

“Cuando abrimos sentimos enseguida el respaldo de la gente, nos siguió todo el mundo, porque ya no hay propuestas como ésta”, agrega Pedro como para ir esbozando lo que es un concepto, aún subjetivo, pero que brota de las paredes de la casona. “Al principio todo fue prueba y error, pero con el apoyo de toda la gente se hizo más fácil, lo clientes son parte del espíritu del lugar”, dice Esteban, al tiempo que agrega: “Sabíamos cuál debía ser nuestra base y dónde concentrarnos, materias primas de excelencia, carnes premium, harinas de calidad… ahí está nuestro secreto. El vecino de Belgrano es un cliente muy exigente, pero muy fiel”.

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En tren de definir el concepto que atraviesa tanto el restaurante como la parrilla de Casa Cuba se destaca una conjunción entre lo moderno y lo clásico. Sin irse hacia ningún extremo. “En cuestiones del paladar los dilemas a veces se resuelven de una forma sencilla, cocina de calidad, mantelería clásica y una buena panera en el centro de la mesa. Cada vez que voy a otro lugar pienso, ‘qué buen restaurante tengo’”, explica Nicolás. Cortes de carnes excepcionales y paella; salmón y lenguado; lasagna y salsas de buena cocción… pequeños detalles importantes a la hora de darse un gusto auténtico, sin cosmética ni artificios.

Cocina honesta

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El concepto empieza a madurar y podría hablarse de “cocina honesta”. Entre tantas experiencias gastronómicas, Casa Cuba recupera de un tiempo que parece lejano a la actualidad, la idea del buen comer, con cierta sofisticación, pero sin perder las esencialidades del disfrute en la mesa. “Todos los días pensamos en qué mejorar tanto en la cocina como en la atención, queremos que la gente viva una experiencia honesta, auténtica, como en su casa, pero atendida por nosotros y que se vaya muy feliz”, expresa Pedro.

Hay algo nuevo y atávico en la propuesta. Un enlace de tiempos y espacios. Una imagen cotidiana en Casa Cuba es ver familias volviéndose a encontrar, reuniones grandes, un sentido de comunidad estimulado por la buena comida y la conversación atenta de Nicolás que siempre está ahí para acompañar el momento.

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