Cada 7 de septiembre se celebra en la Argentina el Día del Enólogo. Los tiempos cambiaron y con el correr de los años, la intervención de la mujer en el proceso de producción del vino avanzó a pasos agigantados.
Delicadeza, creatividad y pasión: las mujeres que hacen vino en la Argentina y deslumbran al mundo
Los avances y cambios culturales permitieron la inserción y desarrollo de muchas mujeres en el mundo de la vitivinicultura. Dos referentes hablaron sobre el recorrido en el camino de la enología y cómo la impronta femenina hace destacar a los vinos.
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Contrariamente a la creencia popular, la enología en el país tiene una presencia femenina superior a la masculina: el 60% está dominado por mujeres.
El dato surge de un relevamiento realizado a principios de este año por Perspectiva Consultora, con el apoyo de Amfori, Bodegas de Argentina y Wines of Argentina, en lo que fue el segundo estudio de perspectiva de género en el mundo de la enología.
Se trata del informe titulado “Perspectiva de género en el sector vitivinícola” que contó con la participación de 58 bodegas de Mendoza, Salta, Córdoba, San Juan, La Rioja, Buenos Aires, Tucumán y Neuquén. El objetivo del trabajo fue reflexionar sobre la realidad laboral de mujeres y varones que se desempeñan en distintas áreas de trabajo de la industria del vino.
Día del Enólogo: las mujeres al frente
En un día especial, Ámbito conversó con dos mujeres enólogas referentes que compartieron sus sensaciones y experiencias a lo largo de los años. Si bien se atribuye una fuerte impronta masculina, los cambios culturales y la ruptura de estereotipos permtieron que el sello femenino quede marcado en los mejores vinos del país.
Susana Balbo es una institución con todas las letras: se trata de la primera mujer enóloga de la Argentina, todo un hito en la historia de la actividad. En 1999, luego de 30 años de experiencia en la industria vitivinícola nacional e internacional, cumplió su sueño de tener una bodega propia y crear vinos con su sello.
“Hacer un gran vino es tanto ´ciencia´ como ´arte´: la parte artística, creativa, comprende tener todos los elementos, todos los componentes, como crear la paleta de colores para poder hacer la gran pintura. Es tomar esos colores que con la ciencia fuiste armando, imaginándolos desde el viñedo, decidiendo la tecnología que vas a usar -barricas, huevos de cemento, ánforas, etcétera- para darles vida e innovando” describe sobre el proceso de creación de los vinos.
En diálogo con este medio, Balbo enfatiza que se necesita del arte “para que esos productos se reinventen cada año, respaldados en la ciencia, pero con ese arte que te permite innovar, cambiar”. Para ello, explica, es fundamental “ser curiosa”, lo que va a permitir “encontrar nuevas capacidades, nuevas posibilidades de hacer cosas y explorar los límites, saliendo del área de confort”.
Claro que sus inicios no fueron sencillos, en una atmósfera donde la mayoría masculina dominaba la escena de la enología nacional. “Las mujeres hemos demostrado que tenemos un talento y una vocación por hacer vinos de calidad y con un balance que a veces son distinguidos respecto de los que hacen los hombres. Es como que nuestra personalidad femenina se demuestra también en el estilo de los vinos y esto es un cambio muy importante porque hoy está en consonancia con lo que los consumidores están buscando” señala Balbo.
Su camino en el mundo apasionante de la enología empezó en 1981. “En ese entonces era muy difícil para una mujer trabajar en la industria vitivinícola y, sobre todo, ganarse el respeto de los colegas. Era necesario talento, picardía y no ceder ni sentirse inhibida porque te criticaran o te juzgaran. Había que tener mucha seguridad en una misma y defender con profesionalismo y con argumentos técnicos las decisiones que ibas tomando” recordó la enóloga.
Para Balbo, hay una serie de características distintivas que aporta el sello femenino en la enología. “Las mujeres tenemos un ´don innato´ a la hora de elaborar vinos porque tenemos una mayor sensibilidad en nuestro paladar, por lo tanto, muchas veces buscamos vinos un poco más elegantes, con más armonía debido a que nuestra genética desde los tiempos inmemoriales viene con la información de la selección del alimento para ver si lo que elegíamos podía ser veneno o no para nuestras crías” indicó.
“Hoy, todo eso se ha simplificado. Las mujeres hemos demostrado que tenemos una muy buena capacidad para crear vinos y, fundamentalmente, que tenemos una visión muy holística de lo que es su elaboración. Además, los vinos que producimos tienen unos estilos y unas complejidades totalmente distintas a los vinos elaborados por hombres” remarcó Balbo. Y concluyó: “La inclusión de la mujer en la industria vitivinícola es muy importante. Sin embargo, desde luego que hay que seguir trabajando.
Revolución de las mujeres en el mundo del vino
Otra referente es Alejandra Riofrio, enóloga de la bodega Navarro Correas. Tomó las riendas en 2019 y viene trabajando de manera metódica para lograr los mejores vinos año tras año.
“La creatividad y el conocimiento junto con la tecnología juegan un papel fundamental en la profesión del enólogo. Esto permite crear vinos únicos que siguen una línea, un estilo, que cuentan una historia y hablan de un lugar” resumió Riofrio en la charla con Ámbito sobre la ardua tarea del enólogo.
Detalló las condiciones que sí o sí se necesitan para conseguir un vino de calidad. El punto de partida es “conocer el cultivo, las características que lo hacen único, tal como el clima, labores culturales, topografía y microorganismos que allí se desarrollan. Así se puede decidir y desarrollar el mismo para lograr uvas de gran calidad” explicó.
“La segunda decisión pasa por el método de vinificación utilizado, los microorganismos que van a interferir y por último de qué manera se va llevar a cabo la crianza del mismo. Por último, y la mejor parte de todo el proceso es hacer el corte en sí. Se disfruta no sólo el resultado individual de cada componente sino también el juego de combinar todos esos aromas, sabores y sensaciones” amplió la enóloga.
“En esa combinación, cada componente exalta al resto en una combinación perfecta para ser disfrutada por muchos años, o lo que dure la botella” señaló Riofrio.
En el día del enólogo recordó sus inicios y cómo se insertó en el mundo de la enología. “Es gratificante saber que todos podamos disfrutar esta hermosa experiencia que ofrece el mundo de la enología. Cada vez hay más jóvenes que aportan su creatividad y pasión. Esto fomenta un ambiente de trabajo más inclusivo y colaborativo” resaltó Riofrio.
La enóloga recordó cómo fueron sus inicios: “Empecé a trabajar muy chica en la industria. Desde los 16 años supe que este era mi rol en el mundo”.
En esta jornada especial, Riofrio contó sus sensaciones por el trabajo en la enología de alto nivel: “Después de tantos años estoy inmensamente feliz, agradecida y orgullosa del camino recorrido, pero aún más de los equipos de trabajo de los cuales he sido parte” concluyó.
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