Cuando Williamsburg abrió hace nueve años, lo hizo con una premisa clara: buenas hamburguesas, buena música y un ambiente pensado para quedarse. La fórmula funcionó rápido y la marca se volvió un fenómeno porteño, con varias sucursales y una comunidad fiel que la instaló como una de las hamburgueserías más conocidas de la ciudad. Con el tiempo llegó una decisión estratégica que redefinió su identidad: cerrar todas las sedes y volver al punto de partida.
La hamburguesería ícono que volvió a sus raíces para reinventarse
Después de años de expansión, el equipo de Williamsburg decidió cerrar sus locales y empezar de nuevo. La reinauguración de su histórica sede en Paseo de la Infanta marca una nueva etapa: menos es más, pero mucho mejor.
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Williamsburg volvió a sus orígenes con un único local renovado en Paseo de la Infanta, donde el espacio vuelve a ser parte central de la experiencia.
Hoy Williamsburg opera desde un único local en Paseo de la Infanta totalmente renovado, donde el espacio es parte central de la experiencia. En la entrada se construyó una estructura tubular, que evoca las activaciones de los grandes festivales de música como Coachella o Glastonbury y otorga el espacio de sitting y al aire libre de una terraza, entre los árboles. En el patio trasero, la cancha de básquet, creada junto a Clutch (marca del conductor e influencer Gregorio Rossello) y sponsoreada por Adidas, se convirtió en un sello propio. La barra circular del salón con cocina a la vista completa el recorrido y refuerza ese clima social y dinámico que siempre caracterizó a la marca.
La nueva etapa implicó también un replanteo gastronómico. De una carta extensa pasaron a una propuesta minimalista pero afinada: solo tres combos, todos con papas fritas y pan de Kalis, y disponibles en versión simple, doble o veggie. UNO (Cheeseburger) con patty de carne de Muge, queso cheddar y una manteca especial a base de salsa demi-glace. DOS (Bacon) Patty de carne de Muge, cheddar, panceta crocante y ahumada, cebolla caramelizada y alioli casero hecho con aceite de brasa. TRES (American Doble), un doble medallón de carne de Muge, cheddar, tomate, lechuga, cebolla morada, pickles y una salsa especial con mostaza antigua y aceite de trufa. Además se pueden pedir papas aparte (con opción sin sazonador), nuggets caseros con salsa Williams, gaseosas, agua, cerveza tirada o en lata y un menú kids.
En línea con las últimas tendencias, Williamsburg incorporó helado soft, pero no cualquier helado. Presentaron el primer helado soft de Snickers de Argentina (que se aleja del clásico vainilla y dulce de leche) y un soft artesanal sabor pistacho, ambos desarrollos propios. Son más cremosos, más golosos y pensados para cerrar la experiencia con algo distinto, pero sin perder la impronta callejera del lugar.
La nueva versión de Williamsburg no sólo recupera su espíritu inicial: lo expande. El espacio renovado, el menú, la cancha en el patio, los eventos y los helados soft marcan una etapa más madura, más consciente y más sólida. Para muchos, es una hamburguesería icónica que regresó justo a tiempo; para otros, es un descubrimiento. Pero, para todos, sigue siendo ese lugar donde uno llega por una hamburguesa y se queda mucho más tiempo del previsto.
Dirección: Av. del Libertador 3883, Paseo de la Infanta, Palermo.
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