La Ciudad de Buenos Aires posee una oferta gastronómica tan amplia que aunque estemos rodeados de edificios y asfalto podemos comer un asado como si estuviésemos en el campo. Acá te dejamos algunas alternativas.
Parrillas para comer un asado en la Ciudad como en el campo
La Ciudad de Buenos Aires posee una oferta gastronómica tan amplia que aunque estemos rodeados de edificios y asfalto podemos comer un asado como si estuviésemos en el campo. Acá te dejamos algunas alternativas.
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TODO BRASAS, UN PATIO COMO LOS DE ANTES
Todo Brasas, ubicada en Devoto y liderada por el experto parrillero Pablo Antoyán y el chef Juan Bernardini, es la parrilla ideal para disfrutar del auténtico sabor a campo sin salir de la ciudad, pero a la vez con un toque de innovación. Su atracción principal son las particulares estructuras de hierro o jaulas —ideadas y diseñadas por Antoyán—, instaladas en el patio trasero, donde las carnes se cocinan durante cuatro o cinco horas con brasas de quebracho blanco y espinillo. Allí se preparan la costilla entera y el vacío a fuego lento.
Además, la carta ofrece otros cortes recomendados de doble cocción –primero pasan por el kamado y se culminan en una parrilla tradicional a las brasas– , como el matambrito de cerdo y la bondiola de cerdo ahumada y braseada, con salsa gravy (a base de crema y fondo de cocción de las carnes). También se lucen opciones más tradicionales hechas a las brasas, como la entraña, el bife de chorizo, el ojo de bife y el asado banderita. Estos platos pueden acompañarse de empanadas fritas y otras entradas típicas de la parrilla, o por guarniciones clásicas con detalles creativos como las batatas fritas con miel de tomillo o el puré de papas al curry. En síntesis, en Todo Brasas se puede saborear un buen asado, sin salir de la ciudad, en la tranquilidad del tradicional patio, a metros de la parrilla.
Dirección: Av. Beiro 5016, Devoto.
PARRILLA LA VUELTA, LEJOS DEL CENTRO, BIEN BARRIAL
La parrilla La Vuelta se encuentra en Barrio Naón, en Mataderos, famoso por sus frigoríficos y con un polo gastronómico en crecimiento. Su ambientación resalta la tranquilidad del barrio, invita a relajarse y refleja familiaridad y cercanía, tanto en el salón interior, como en el deck en la vereda, ideal en esta época para estar al sol. Tranquilamente podría tratarse de un restaurante en alguna ciudad de provincia y, sin embargo, está en uno de los barrios porteños más tradicionales. La carta ofrece cortes de carne clásicos y otros fuera de lo común, como los sabrosos marucha y arañita, que difícilmente se encuentren en las cartas de los restaurantes más céntricos.
Las ensaladas, bien caseras, tampoco son habituales en otros lados, como la de papa, huevo y mayonesa, lo que refuerza el perfil barrial que caracteriza a esta parrilla. Los postres no se quedan atrás, y van desde el flan de naranja que hace el chef Fernando Fontana basado en una receta de su abuela, u otros vintage, que no se ven tanto, como el clásico vigilante. Una mención especial merece la panera, con preparaciones artesanales, como tortas fritas, focaccias, pan de campo y flauta, todo elaborado con masa madre. Una atención personalizada y cálida completa la propuesta de esta auténtica parrilla de barrio que reivindica la tradición de la zona.
Dirección: Montiel 1593, Barrio Naón, Mataderos.
MADRE ROJAS, DIRECTO DEL CAMPO
Desde el corazón de Villa Crespo y comandada por el chef ganadero y especialista en carnes Juan Ignacio Barcos, Madre Rojas no es una parrilla más: es un restaurante que trabaja para unir el concepto de carne y vino. Caracterizado por su diversidad de cortes seleccionados según la temporada, y por una amplia variedad de vinos, de origen nacional, una particularidad de la carta es que detalla de qué productor provienen y cómo fueron alimentados los animales, siguiendo estrictas condiciones para asegurar su bienestar y biodiversidad. Esto permite afirmar que el producto que se sirve en Madre Rojas viene directo desde el campo.
Pasando a las carnes, destacan el ojo de bife, asado del centro, vacío y entraña, además de diferentes entradas, las empanadas de carne wagyu, las clásicas mollejas, chinchulines crocantes con puré de manzana, morcillas y provoleta. Las guarniciones se acoplan a este menú que encaja a la perfección: papas fritas en grasa wagyu, coleslaw de repollo ahumado (asado a la parrilla), ensalada Caesar de chinchulines y zucchini con leche de tigre, mandioca frita y ketchup de estación, cilantro y maní. Ideales para acompañar las carnes y lograr un maridaje excepcional, los vinos se destacan entre una variedad de tintos de cuerpo medio a intensos, naranjos, rosados y espumantes. El clima de la tradición se respira en su ambientación muy similar a un bistró, con sus mesas clásicas y sillas de bar, bien argentino.
Dirección: Rojas 1600, Villa Crespo.
LA DORITA, EL ASADO COMO EN CASA
La parrilla La Dorita, como pocas, transporta al auténtico sabor campero sin moverse de Palermo. Su cocina evoca la calidez de un hogar, con opciones de calidad excepcionales. Desde su apertura en 2002 en la esquina de Humboldt y Costa Rica, se ha consolidado como un referente de la cocina argentina, especializándose en carnes de pastura a la parrilla.
Los cortes como el bife de chorizo, el asado del medio, el ojo de bife y el vacío son preparados en la parrilla a las brasas de quebracho y espinillo, que le dan ese aroma que remite al asado de campo. Un detalle: las carnes se sirven en fuentes de hierro candente, para mantener el calor y así resguardar el sabor. Además, también cuentan con clásicos como la provoleta y el icónico choricampi, para abrir el apetito antes de los platos principales. Los pingüinos de vino intervenidos añaden un toque singular al ambiente y hasta hacen dudar si realmente estamos en el centro de la gran ciudad.
Dirección: Humboldt 1892; Bulnes 2593, Palermo.
MALCRIADO, AQUÍ NOMÁS
Con sedes en Parque Leloir y Tortuguitas, Malcriado se ha convertido en la coordenada predilecta de los amantes de las carnes y el buen vino. Es verdad que hay que salir de la ciudad, pero tampoco demasiado y, además del asado, el entorno contribuye a sentirse en el campo. Aquí, quienes los visiten podrán encontrar no sólo una amplia variedad de vinos nacionales e internacionales servidos desde un moderno dispensador que conserva los atributos de cada una de las etiquetas disponibles en la carta, sino también de exclusivos cortes de carne de pastura cocidos a la parrilla, horno de barro y disco de arado.
En su carta destaca el apartado Al fuego, con piezas de carne cocidas a la parrilla con madera de quebracho y espinillo, lo que le otorga un auténtico aroma campestre y sabor ahumado. Se sugieren cortes como el tradicional Tomahawk —un corte de ternera americano proveniente del centro del costillar— de aproximadamente 1,5 kilos, ideal para compartir entre dos o tres personas; el asado criollo, un corte clásico caracterizado por su poca grasa y color rosáceo, que se puede pedir en su versión de 800 gramos; el T-bone, un corte de 650 gramos formado por una parte del ojo de bife y el lomo con hueso, con carne tierna y mucho sabor; o la picaña de ternera, disponible en presentación de 550 gramos y 1,100 kilogramos, que resalta por su sabor y jugosidad, entre otros. Para completar la experiencia, conviene sentarse en la terraza, al aire libre, para respirar aire puro, a cielo abierto, como en el campo.
Direcciones: Martín Fierro 3290, Parque Leloir y Ramal Pilar Km 36.5 (Shopping TOM), Tortuguitas.
RUFINO, COMO IR AL CAMPO PERO EN PLENA CIUDAD
Con un claro propósito que se aprecia en su propuesta gastronómica y original ambientación, Rufino se presenta como una parrilla que celebra a la cocina argentina moderna con ingredientes de primera línea y técnicas vanguardistas. Quienes visiten este restaurante ubicado en el hotel Mio Buenos Aires se sentirán en el campo en pleno corazón de Recoleta gracias a una decoración donde prima la madera y el hierro en sus mesas y cubiertos, acompañados de sillones de cuero con pieles y un imponente mural de vacas en una de sus paredes.
La experiencia homenajea a la cultura nacional con su destacada variedad de carnes provistas por el frigorífico Entre Todos, con más de 30 años de calidad, entre las que sobresalen cortes para compartir, como el ojo de bife con hueso de 750 g, cocido a la parrilla con manteca de chimichurri casera y ajo, y el costillar del centro de 1 kilo, cocido a baja temperatura durante 6 horas, además del bife de chorizo con manteca de hierbas y bañado en su jugo, más la entraña con ajíes en vinagre y romero, también trabajados ambos a la parrilla. Sus clásicas papas fritas con sal ahumada, alioli y hierbas son la guarnición más elegida, aunque también vale la pena probar el morrón relleno con mix de quesos, cebolla caramelizada, pimienta y perejil.
Dirección: Av. Pres. Manuel Quintana 465, Subsuelo del Hotel Mío Buenos Aires, Recoleta.
HIERRO, EL AUTÉNTICO ASADO A LA ESTACA
Saliendo unos pocos kilómetros de la capital nacional, en su amplia sucursal de Nordelta, Hierro invita todos los sábados y domingos al mediodía con un gran almuerzo que honra la tradición argentina con carnes maduradas de primera calidad y una técnica tan innovadora como clásica. Esta casa de fuegos propone pasar el fin de semana de una manera descontracturada, íntima y reconfortante, con vista a la bahía, mientras se degustan cortes premium como costillar, vacío pulpón y ojo de bife con hueso, que cocinan en la carreta y sobre la cruz en altura, de manera lenta y a baja temperatura con quebracho colorado.
Esta experiencia culinaria es inigualable también porque la oferta disponible varía según la disponibilidad de la materia prima, por lo que siempre resulta una agradable sorpresa para los comensales que eligen disfrutarla. Para acompañar estas carnes, en su menú hay guarniciones como zanahorias ahumadas con almendras tostadas, crema cítrica, jengibre, huevo poché y cilantro fresco, y su clásico milhojas de papa con queso provola, cebolla asada y reducción de aceto.
Dirección: Boulevard del Mirador 220, Nordelta.
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