Cuando el frío se instala, el cuerpo pide abrigo y el alma, sabor. Locros, estofados y guisos se convierten en protagonistas del invierno. Desde bodegones modernos hasta cocinas del mundo, estos rincones porteños proponen viajar a través de recetas humeantes que reconfortan y celebran lo casero.
Platos de olla en Buenos Aires: 10 lugares para comer guisos, pucheros y estofados este invierno
Ollas humeantes, sabores intensos y recetas que reconfortan. Diez lugares donde el invierno se disfruta con cuchara en mano.
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Platos de olla, calor en el alma: una guía invernal para descubrir sabores intensos y reconfortantes.
Mondongo & Coliflor
En el corazón de Parque Chacabuco, Mondongo & Coliflor ofrece una mirada moderna sobre los orígenes de la gastronomía argentina con el propósito de recuperar el amor por los clásicos olvidados.
Con recetas hogareñas y caseras, este proyecto impulsado por Arnaldo Roperti, José Villar, Quique Yafuso y Cabito Massa Alcántara celebra lo tradicional de la cocina nacional desde una propuesta accesible y con fuerte identidad porteña y popular.
En su amplio menú bodegonero sobresale como una de las estrellas de la casa: su emblemático guiso de mondongo, disponible durante todo el año, al que ahora se le suman nuevas creaciones de edición limitada, pensadas para la época invernal.
En esta nueva sección “Para el fresquete”, la cantina les propone a sus comensales elevar la temperatura con alternativas como polenta cremosa con carrilleras al malbec, pastel de bife de chorizo y guiso de lentejas con huevo orgánico.
Además de estas alternativas de olla, la carta dispone de otro plato reconfortante: el osobuco de cerdo con 8 horas de cocción, acompañado de aligot (puré de papa hilado con queso).
Para el maridaje, disponen de vinos federales tintos y blancos, gaseosas y tragos clásicos.
Dirección: Del Barco Centenera 1698, Parque Chacabuco.
Puchero
Uno de los destacados de Puchero es su pastel de boniato y bondiola braseada con corazón de queso: una cazuela humeante donde la carne de cerdo, cocida lentamente en cerveza y especias hasta desmecharse, se combina con un centro de mozzarella fundida, puré de boniato caramelizado con crema y una capa de parmesano gratinado.
Esta propuesta, que actualiza un clásico con técnica y sabor, encaja perfectamente con el espíritu del lugar. En una esquina de Villa Luro, Puchero revaloriza la cocina casera desde una mirada contemporánea: pastas hechas en el día, cazuelas, guisos y platos entrañables se ofrecen en un ambiente cálido, con diseño cuidado y atención amable.
El local cuenta con una barra vermutera, una cava oculta para eventos y un salón amplio ideal para reuniones familiares o salidas entre amigos.
Dirección: Av. Rivadavia 10300, Villa Luro.
La Vicente López
Este restaurante clásico de la zona norte del conurbano combina tradición culinaria con un espacio pensado para el disfrute sin apuro.
Dentro de la carta cuentan con un apartado especial llamado “Platos de cuchara” en el que destaca el goulash. Este clásico de Hungría tiene su versión en La Vicente Lopez, siguiendo una receta típica pero con toques propios. Se realiza a partir de pequeños cubos de carne de ternera (cuadril o bife de chorizo desgrasado), dorados con cebolla en pluma y ajo en aceite de oliva.
Se cocina en olla tapada a fuego bajo durante tres a cuatro horas, condimentada con paprika, sal y pimienta. La preparación se completa con spätzle artesanales, elaborados con papa, harina 0000, huevo, queso parmesano rallado y crema de leche. Se sirve en una porción generosa y humeante, ideal para acompañar con una copa de vino de su carta.
Direcciones: Av. Maipú 701, Vicente López; Azcuénaga 1110, Vicente López.
Grau Cebichería
Entre los platos que representan la identidad de Grau Cebichería, hay uno que condensa historia, sabor y técnica: la Quinua atamalada con langostinos ahumados, una preparación inspirada en el tamal criollo peruano, pero con una base de quinua cocida y condimentada.
Esta receta es un homenaje a la infancia en Perú del chef Raúl Zorrilla, quien se inspiró en el guiso de quinua de su madre. En esta versión, la quinua roja se cocina junto al tamal pisado (elaborado con maíz mote) en una base caldosa y de textura cremosa con aderezo criollo de ají amarillo y ají panca.
Zorrilla transforma la versión tradicional con su toque personal: langostinos ahumados en salsa anticuchera, que aportan potencia, aromas y un final ligeramente picante que realza todo el conjunto. Inaugurado recientemente en el Abasto, Grau rinde homenaje a la gastronomía costera del Perú e invita a zarpar en un viaje donde los cebiches, causas, tiraditos, bivalvos, chicharrones, arroces, sopas y pescados enteros, en presentaciones llamativas, son los protagonistas.
Dirección: Guardia Vieja 3372, Abasto.
Desarmadero
Desarmadero Bar y Desarmadero Session, en pleno Palermo, proponen una experiencia que combina lo mejor de la cerveza artesanal con una cocina casera de sabores reconfortantes. Con más de 40 canillas en rotación constante y un menú pensado para maridar y compartir, su propuesta gastronómica destaca por platos de impronta hogareña.
Entre ellos se puede mencionar el goulash húngaro, un guiso preparado con roast beef, cebolla en pluma y pimentón ahumado, cocido a fuego lento y acompañado de spaetzle o ñoquis húngaros.
Además, para quienes buscan una alternativa sin carne, también cuentan con una versión veggie elaborada con hongos, que conserva la profundidad del original en una versión más liviana.
También, para hacer frente al frío polar de la temporada, ofrecen un locro especial hecho a fuego lento durante cinco horas. Este clásico lleva roast beef, bondiola, pechito de cerdo, cuerito, panceta y chorizo colorado, junto con porotos blancos, maíz partido, zapallo anco y cabutia, puerro, cebolla y apio.
Direcciones: Gorriti 4300 y Gorriti 4295, Palermo.
Liliana Helueni
Al ritmo de los días invernales, la cocina árabe sefaradí de Liliana Helueni, referente en una zona más alejada de los polos gastronómicos más transitados, comparte su carta de platos de olla especiales para enfrentar las bajas temperaturas.
Elaborados a base de ingredientes frescos, naturales, carnes de temporada y verduras de estación, resaltan dos creaciones, de las más pedidas del restaurante. Por un lado, el yabrak, niños envueltos en hojas de parra, rellenos con carne y arroz, y por el otro, las cebollitas con carne y arroz en su interior.
Ambas especialidades se sirven en el salón, con una porción de arroz pilaf. Otra de las sugerencias de la casa son los mejshi cusa, zucchinis también rellenos con carne y arroz, una opción muy completa para las jornadas de invierno.
Dirección: Santiago del Estero 244, Monserrat.
Bonario
Bonario, ubicado en Villa Urquiza, se presenta como una cantina que fusiona la tradición con lo moderno en un entorno cálido y acogedor. Su propuesta culinaria, inspirada en las cocinas mediterránea y europea, destaca por una carta que prioriza la frescura de los ingredientes locales y recetas familiares reinterpretadas con un enfoque actual.
Bajo la dirección del chef Sebastián Iraola, se ofrece goulash de hongos, una alternativa vegetariana que reinterpreta un clásico con un toque casero y contemporáneo.
Este plato combina champiñones, portobellos y hongos de pino hidratados en té para realzar su sabor, salteados con aceite de oliva, limón, caldo de verduras, demi-glace (opcional en versión vegetariana), pimentón ahumado, sal y pimienta. Se sirve en cazuela sobre un cremoso de papa, acompañado de spaetzle casero aromatizado con curry, y coronado con una gremolata fresca de ajo, perejil y ralladura de limón. Además, también tienen Musaka, un pastel de carne braseada con salsa Mornay y berenjenas asadas.
Dirección: Avenida Congreso 5702, Villa Urquiza.
Aire Libre
Situado en el barrio de Belgrano, Aire Libre propone una cocina porteña con mirada contemporánea en un jardín urbano concebido para disfrutar sin apuro.
La propuesta está a cargo del chef ejecutivo Julián del Pino, quien reinterpreta sabores clásicos con técnicas actuales y combinaciones originales. En su carta se destaca un plato de olla ideal para los días fríos: el cordero braseado con gnocchi de queso manchego y aceite de trufa.
La cocción prolongada del cordero intensifica los jugos y aporta textura suave. Los gnocchi, elaborados con queso, suman untuosidad, mientras que el toque final con aceite trufado perfuma el conjunto y refuerza su carácter.
Dirección: Av del Libertador 6327, Belgrano.
Ostende
En Ostende, espacio de ambiente vintage que evoca la nostalgia y se inspira en los bodegones costeros, es posible disfrutar de una propuesta culinaria que deleita.
Para quienes buscan la calidez de los platos de olla, sus ravioles de ricota, espinaca y kale 100% caseros se acompañan de un estofado preparado con paleta o roast beef, marinado en vino tinto y cocido a fuego lento, lo que da por resultado una carne excepcionalmente tierna y un sabor reconfortante.
La experiencia se complementa con una carta de recetas caseras a base de carnes, frutos de mar y arroces, una cuidada selección de vinos (ideales para maridar el estofado) y los vermuts de la casa.
Dirección: Virrey Loreto 3303, Colegiales.
Gontran Cherrier
Gontran Cherrier, la reconocida boulangerie francesa con presencia en todo el mundo, presenta una propuesta ideal para los días fríos, que mantiene su impronta parisina.
Se trata del boeuf bourguignon, un estofado típico francés, que se prepara con carne de ternera, panceta ahumada, champiñones, vino tinto, cebolla y zanahoria, cocidos a fuego lento. El resultado es un plato reconfortante y sabroso, que remite al corazón de París.
Además, la casa creada por el célebre maestro panadero, pastelero y chocolatero Gontran Cherrier ofrece una selección de panes tradicionales, pastelería y otros platos con acento francés.
Direcciones: Malabia 1805, Palermo; Presidente Roberto M. Ortiz 1809, Recoleta; Zabala 1901, Belgrano; Av. Córdoba 946, Alianza Francesa; Av. Congreso 1701, Núñez.
Cada cucharada puede ser una invitación al recuerdo o una aventura nueva. En estos rincones porteños, el invierno no se sufre: se saborea. Basta con elegir una mesa, un plato de olla y dejarse abrazar por el calor de una cocina que entiende que el frío se combate mejor desde adentro.
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