22 de septiembre 2025 - 13:30

Qué es la "parentificación" en la pareja y qué significa según la psicología

Esta dinámica puede lograr desestabilizar la vida de los dos y tener consecuencias graves. La psicología te enseña a reconocer las señales.

Esta es una señal de alerta en tu relación: cómo saber si estas criando a tu pareja.

Esta es una señal de alerta en tu relación: cómo saber si estas criando a tu pareja.

En muchas parejas se repite una dinámica que puede pasar desapercibida hasta que genera malestar. Uno de los dos empieza a actuar más como padre o madre que como compañero. A esta dinámica se la conoce en psicología como parentificación, y aunque suele darse en la infancia, también puede trasladarse a los vínculos amorosos en la adultez.

El problema aparece cuando la relación deja de ser equilibrada y se transforma en un espacio donde uno cuida, organiza y resuelve, mientras el otro ocupa un lugar pasivo o dependiente. Esto no solo desgasta, sino que también impide que exista una verdadera intimidad de pareja basada en el apoyo mutuo.

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Qué es la "parentificación"

En una relación de pareja, lo natural es que ambos se acompañen y se apoyen mutuamente. Sin embargo, cuando aparece la parentificación, ese equilibrio se rompe. La persona que debería funcionar como compañero empieza a depender de manera exagerada del otro, como si no pudiera afrontar sola las responsabilidades que le corresponden en la vida adulta.

Esto no se limita a gestos cotidianos como cocinar o ayudar en una tarea puntual, sino que implica cargar con el peso de las emociones, decisiones y problemas de la pareja. Quien asume ese rol pasa a ser quien organiza, aconseja, resuelve conflictos, controla gastos o incluso marca las rutinas, mientras el otro queda en una posición más pasiva o dependiente.

El resultado es un vínculo desbalanceado: uno ocupa el lugar de “adulto responsable” y el otro el de “alguien a cargo”. Esta diferencia de roles genera tensión porque la relación deja de sentirse como un equipo y se acerca más a la lógica de padre-hijo que a la de dos adultos que comparten un proyecto de vida.

Cómo saber si estás criando a tu pareja, según la psicología

Criar a la pareja no es lo mismo que acompañar o estar presente. La diferencia está en la sensación de tener que hacerse cargo de aspectos que corresponden a un adulto. Si sentís que tenés que estar encima de tu pareja para que resuelva problemas básicos o que tenés que explicarle cómo manejar situaciones de la vida cotidiana, es una señal clara.

Otra forma de detectarlo es cuando la comunicación se parece más a la de un padre o madre con un hijo. Frases como “ya te dije que hagas esto” o “si no lo hago yo, no lo hace nadie” muestran que el vínculo dejó de ser horizontal. Esto puede incluir desde gestos cotidianos hasta la forma de resolver discusiones.

También es común notar que tus propias necesidades pasan a segundo plano. Si sentís que siempre estás resolviendo, conteniendo o anticipando lo que tu pareja necesita, y que no recibís lo mismo a cambio, probablemente estés atrapado en un rol de crianza dentro de tu relación.

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Las consecuencias de esta dinámica

Una de las consecuencias más evidentes es el agotamiento emocional. Quien ocupa el rol de cuidador empieza a sentir que todo depende de él o ella, lo que genera ansiedad, frustración y un desgaste que a la larga impacta en la salud mental.

La relación también se resiente. En lugar de un espacio de apoyo mutuo, la pareja se convierte en un vínculo desigual, en el que uno sostiene y el otro se deja sostener. Esto dificulta la intimidad real y puede generar resentimiento o distancia emocional.

Además, mantener esta dinámica durante mucho tiempo refuerza patrones dañinos: baja autoestima, dificultad para poner límites y la tendencia a repetir relaciones similares en el futuro. En muchos casos, quien carga con el rol parental termina perdiendo de vista sus propios deseos y proyectos personales.

¿Tiene solución?

Aunque se trata de una dinámica compleja, es posible revertirla. El primer paso es reconocer lo que está pasando y ponerlo en palabras dentro de la relación. Admitir que uno se siente en el rol de padre o madre ya abre la puerta a cambiar la forma de vincularse.

La terapia individual o de pareja puede ser un gran recurso. Ayuda a identificar los patrones que llevaron a esa situación y a construir nuevas formas de comunicación y reparto de responsabilidades. También permite que la persona más dependiente empiece a asumir su rol adulto y a hacerse cargo de sí misma.

Finalmente, establecer límites claros es fundamental. Se trata de aprender a decir “esto no me corresponde” y de redistribuir las cargas emocionales y prácticas. Aunque no es un cambio inmediato, trabajar en conjunto y de manera consciente puede devolverle a la pareja el equilibrio y la conexión que la dinámica de crianza había opacado.

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