La alimentación es una base muy importante de la salud, y por ello es importante que esté compuesta por alimentos ricos en nutrientes que sean beneficiosos para el cuerpo. Algunos vegetales son la clave para, por ejemplo, tener una excelente salud digestiva.
Qué pasa en tu cuerpo cuando consumís alcaucil todos los días
Este superalimento aporta una gran cantidad de nutrientes y además favorece a la salud digestiva y hepática del ser humano.
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El superalimento con múltiples beneficios para la salud que se puede comer en distintos platos.
El alcaucil es un vegetal que tiene un bajo aporte calórico pero un alto valor nutricional. En la antigüedad lo usaban con fines medicinales para tratar afecciones como el reumatismo y la gota. Hoy, su consumo está recomendado porque promueve una excelente salud digestiva y hepática.
Los beneficios del Alcaucil para la salud
El alcaucil es un alimento con múltiples beneficios para la salud, especialmente gracias a sus hojas, que poseen propiedades antioxidantes, hepatoprotectoras, coleréticas e hipocolesterolémicas.
Su aporte de fibra insoluble favorece el sistema digestivo al mejorar el tránsito intestinal. Esta fibra, llamada inulina, es un carbohidrato no digerible presente también en otros alimentos y clave para la salud intestinal. Además, contiene cinarina, un compuesto natural que estimula la secreción de bilis, ayudando tanto a la digestión como a la función hepática y la desintoxicación del organismo.
El consumo de alcaucil también protege el sistema cardiovascular, ya que contribuye a reducir los lípidos y regular la glucemia. De esta forma, ayuda a prevenir enfermedades coronarias y trastornos metabólicos. Su acción disminuye el colesterol LDL (“malo”) y aumenta el HDL (“bueno”), al tiempo que regula la glucosa, lo que resulta ideal para prevenir la resistencia a la insulina.
Por estas razones, el alcaucil forma parte de la dieta GAPS (Gut and Psychology Syndrome), un plan nutricional diseñado para restaurar y fortalecer la salud intestinal.
Formas ricas y fáciles de comer el Alcaucil
El alcaucil puede disfrutarse de múltiples maneras y adaptarse tanto a preparaciones sencillas como a recetas más elaboradas. Una de las formas más clásicas es hervido o al vapor: se limpian las hojas exteriores, se corta el tallo y se cocina en agua con limón, ajo y laurel hasta que esté tierno. Para comerlo, se retira hoja por hoja y se aprovecha la parte carnosa acompañada de algún dip, hasta llegar al corazón, considerado la parte más sabrosa.
En la cocina mediterránea también es protagonista. A la italiana se prepara con vino blanco, ajo, perejil y aceite de oliva, y puede servirse gratinado con queso o relleno; mientras que a la francesa (barigoule) se cocina con verduras, caldo y vino hasta lograr una textura suave y delicada.
Los más osados pueden optar por versiones fritas, ya sea rebozados en harina y huevo, o en la clásica receta romana "alla giudia", donde se fríen enteros en aceite de oliva hasta que se abren como una flor dorada y crujiente. También se puede saltear en oliva y combinar con legumbres, tahine o pickles, o incluir en rellenos de empanadas, pastas y hasta chipás. Así, el alcaucil demuestra ser un ingrediente versátil, nutritivo y capaz de transformarse en platos tradicionales o innovadores según la ocasión.
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