“Siempre digo que prefiero morir en perfecto estado de salud por fuera, si me diagnostican una enfermedad grave”, dice Marcos Hourmann, primer médico condenado en España por practicar la eutanasia que se interpreta a sí mismo en la obra teatral “Celebreré mi muerte”, y que se representa en el Picadero hasta el domingo.
Marcos Hourmann: la muerte (real) en escena
El médico argentino, pionero en aplicar la eutanasia en España, dialoga con el público sobre este delicado asunto en la sala del teatro El Picadero.
El 28 de marzo de 2005, una paciente de más de 80 años llegó a urgencias junto a su hija pidiendo a su médico que terminara con el sufrimiento causado por la enfermedad terminal que padecía. Hourmann, saltándose todo el protocolo, le inyectó 50 mg. de cloruro de potasio y la mujer murió a los pocos minutos. Luego hizo lo que nadie había hecho: dejó escrito en el informe lo ocurrido y a los pocos meses lo acusaron de homicidio. La familia nunca lo denunció pero sí el hospital, y por aquella decisión habría podido haber pasado hasta 10 años en prisión. La obra propone que el público escuche al médico y emita un veredicto. Conversamos con Hourmann.
Periodista: ¿Cómo vinieron las palabras del título “Celebrar la muerte”?
Marcos Hourmann: Siempre pensé que a la muerte no hay que esperarla como algo oscuro, amargado o triste. Nadie quiere morir, no es un buen momento la muerte, pero se puede transformar y hacerla mejor cuando uno toma conciencia. Uno muere como ha vivido, entonces esas personas que padecen una enfermedad crónica degenerativa llegan a pensar en hacer bonitos los últimos días de la vida. Comparten en familia, ven una película, fútbol, disfrutan al máximo hasta que dicen “hasta aquí llegué”. Claro que lo digo a los 63 años, pero tengo escrito un documento de voluntades anticipadas que autoriza a un médico en España a aplicar la ley de Eutanasia que aquí aún no hay. En la Argentina lo que existe es un testamento vital que deja constancia de un requerimiento al final de la vida.
P.: ¿Cómo se vinculó con la mujer convencida de terminar con su vida?
M.H.: Es difícil de explicar pero a veces la vida pone en circunstancias humanas inesperadas. El caso de la mujer de más de 80 años a quien ayudé a morir halló su final entre tres personas entre las que se generó empatía y feeling más allá de lo profesional. Ella había acudido a mi antes y, después de haber hecho todo lo científicamente posible, lo único que tenía que hacer era escuchar. No hice caso primero, pero cuando no había nada por hacer a nivel medicina, no quedó en mí motivo para no hacerle caso. La ayudé a morir. Ya no daba más esa paciente.
P.: ¿Por qué persiste esa suerte de condena social hacia aquel que quiere terminar con su vida, sea por dolor de una enfermedad o depresión?
M.H.: Hay que preguntarle a los políticos, que tienen sus compromisos con la iglesia o fuerzas poderosas. Ellos ejercen una presión potente. Hay pocos países en el mundo que tienen este derecho y en España demoró mucho que se sancionara la ley. Recién el año pasado. La sociedad es la que sufre a diario económicamente, laboralmente, ni hablar la Argentina que está lejos de la ley. Los políticos no saben qué es subir al colectivo y enfermarse yendo a trabajar de 6 a 20. Hay gran distanciamiento entre la política y la sociedad, creo que ahí hay una respuesta.
P.: ¿Cómo enfrentó en su momento la denuncia de homicidio que podía encarcelarlo por 10 años?
M.H.: Hubo un acuerdo entre la fiscalía y nosotros que llevó los diez años a uno, que tampoco fue tal porque no tenía antecedentes penales, y tampoco me inhabilitaron para ejercer. Esa fue la condición que puse para no ir a un juicio formal.
P.: ¿Cómo se para un médico en un escenario y actúa? ¿Cómo imprimieron teatralidad a la historia?
M.H.: A nivel teatral no hay nada teatral, quiero decir, esto surge de una entrevista que me hicieron en España en la que los productores quedaron impresionados y me propusieron hacer la obra y actuar yo. Un actor español famoso hizo la dramaturgia y llevamos girando cuatro años, es la primera vez que vengo a Argentina y nos vamos luego a Malta y Dublín a hacerla en inglés. No soy actor sino Marcos contando la historia entre amigos, con una dirección escenográfica y artística muy sutil, dejándome ser y hacer como quiero. No hay nada de ficción, es un texto basado en 60 horas de conversación, música, imágenes audiovisuales y 6 personas del público que suben al azar para hacer de jurado. Se construye así algo simple y profundo, es un ambiente donde me muevo como pez en el agua, no teatralizo, soy Marcos sobre el escenario. Y la gente sale emocionada, como amando más la vida.
P.: ¿Qué puede decir de la Argentina, su país de origen?
M.H.: Me fui hace 33 años, regresé después de 14 y siempre volver es fuerte, es mi casa, uno se va y afuera siempre es un paria mientras esta tierra, por más defectos que tenga, es mi casa. Siempre volver es potente, y no vengo por turismo sino para enfrentarme al público argentino que es crítico en este tema y está verde, no es fácil, es todo un reto.
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